La agenda del Papa
Este domingo, el Papa Francisco tomará posesión de su catedral, la basílica de San Juan de Letrán, sede del obispo de Roma. Se trata del último acto que le faltaba para asumir plenamente su ministerio, según prevé la Constitución apostólica que reglamenta la organización del Cónclave y elección de un nuevo Romano Pontífice
Se puede decir que el pontificado del Papa entra ahora de lleno en materia, y pasa a afrontar los desafíos típicos de todo nuevo sucesor del apóstol Pedro. Un inicio de ministerio que, «por ahora», el Papa no quiere vivirlo en el palacio apostólico vaticano, sino en la habitación 201 de la Casa de Santa Marta, la residencia en la que se hospedaron los cardenales durante el Cónclave. Por el momento, esta residencia, en la que viven unos cincuenta sacerdotes que trabajan en la Curia romana y que acoge a nuncios apostólicos, obispos, sacerdotes e incluso laicos de paso por Roma, le ofrece la oportunidad al Papa de vivir su ministerio con el espíritu que le ha querido imprimir.
La capilla de la residencia, más amplia que la de los apartamentos papales, le facilita la posibilidad de celebrar Misa en comunidad: no sólo con las personas que se encuentran en la residencia, sino también con empleados del Vaticano, como jardineros, encargados de la limpieza, etc. La residencia, asimismo, ha simplificado los encuentros y audiencias del Papa Jorge Bergoglio, quien, como arzobispo Primado de Argentina, no tenía secretario. Contra lo que algunos han dicho, el Papa no huye del lujo del apartamento papal, que es remarcadamente sobrio. Para él, se trata de una manera de comprender mejor las circunstancias de su nuevo ministerio y evitar la lejanía psicológica que puede provocar el palacio apostólico.
El Papa, de hecho, come en el comedor de la residencia, lo que le permite invitar más fácilmente a almorzar, como sucedió, ante la sorpresa de los interesados, a los representantes de otras Iglesias cristianas, en particular ortodoxos, quienes vinieron a Roma para participar en la ceremonia de inauguración de su pontificado. Compartir mesa con el Papa en un sencillo y amplio comedor era casi inimaginable para obispos y Patriarcas orientales, que suelen tener una visión muy alejada de un Papa.
Se esperan nombramientos
Terminados los primeros compromisos propios de todo inicio de pontificado, al Papa Francisco le corresponde ahora nombrar a las personas que le asistirán más de cerca en el gobierno de la Iglesia, como responsables de los organismos de la Curia romana. Algunos ya debían ser sustituidos desde hace tiempo, como la mano derecha de Benedicto XVI, su Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, quien presentó su renuncia por razones de edad hace más de tres años.
Por otra parte, en las Congregaciones Generales de los cardenales, celebradas antes del Cónclave, como ellos mismos han referido públicamente, se habló con particular énfasis de la necesidad de encontrar sistemas de organización que eviten las disfunciones verificadas en los últimos años. En este sentido, el Papa ha querido predicar ante todo con el ejemplo, pues sabe que todo cambio o reforma en la Iglesia debe nacer de los corazones, no de una imposición burocrática. La sencillez con la que llama por teléfono a amigos y colaboradores, o el mantener los mismos zapatos con los que recorrió kilómetros en Buenos Aires, son mensajes de la humildad y pobreza que debe animar a los pastores de la Iglesia y sus colaboradores.
¿Cómo escogerá el Santo Padre a sus colaboradores? Él mismo ha dado ya las claves. Con toda seguridad, los criterios no serán los que están publicando los vaticanistas italianos, llenos de juegos de poder e intrigas. Esos mismos criterios los aplicaron al Cónclave, y las previsiones erraron completamente. «Los acontecimientos eclesiales no son ciertamente más complejos de los políticos o económicos -explicó el Papa en la audiencia que concedió a los periodistas el 16 de marzo-. Pero tienen una característica de fondo peculiar: responden a una lógica que no es principalmente la de las categorías, por así decirlo, mundanas; y precisamente por eso, no son fáciles de interpretar y comunicar a un público amplio y diversificado». En la elección de los diez o doce colaboradores para los cargos decisivos de la Curia romana, será esa lógica de fe la que aplique el Papa.
Agenda llena
La agenda del Papa está ya llena de citas y encuentros. La próxima etapa más importante será la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro, que continúa la experiencia de Madrid entre el 23 y el 28 de julio. El Papa ha decidido no visitar su Argentina natal en esa ocasión, pues el país se encontrará en plena campaña electoral y su presencia podría ser manipulada por las fuerzas políticas. Un posible viaje del Papa al fin del mundo podría tener lugar a finales de año.
A finales de año, si avanzan los procesos de verificación científica de milagros atribuidos a su intercesión, podría tener lugar la canonización de Juan Pablo II y la beatificación de Pablo VI. Cualquiera de los dos eventos se incluiría entre los actos de clausura del Año de la fe, convocado por Benedicto XVI, que concluirá a finales de noviembre. El Papa dará continuidad al pontificado del Papa Joseph Ratzinger, además, con la redacción del documento (Exhortación apostólica) que recogerá las conclusiones del último Sínodo de los Obispos del mundo sobre la nueva evangelización, en el que, curiosamente, no participó el cardenal Bergoglio.