La sala Kubik Fabrik nos invita a ir de guateque con Júbilo, una fiesta dirigida por Manuel Báñez, Antje Zemmin y Paola T. Una tarde de júbilo, con muchos motivos de celebración, protagonizada por un grupo de personas de la tercera edad que comparten con nosotros la alegría de haber vivido, y de vivir, ahora, todo lo que les queda por delante.
A través de fotografías reales de los actores, cada uno relata una anécdota de su vida o de su juventud. Mientras observamos en la pantalla sus fotos en blanco y negro, escuchamos de viva voz relatos reales de aquellos que, en la última etapa de su vida, quieren a través del teatro expresarse y rendir homenaje a algún compañero o amigo que ya no está con ellos.
Sacramento Querencia, Carlos Arce, Maricarmen García, Enrique Díaz, María Jesús Aceituno, Toñi Cano, Javier Rodríguez, Pilar Amblés, Andrés Charriel, Ana María Aceituno, Adela Jordán… son algunos de los mayores que componen este elenco, pero que rotan en cada actuación con otros quintos. Los actores de Júbilo no son profesionales del teatro, pero sí representan con garbo, soltura y mucha ternura a sus personajes, que son en realidad ellos mismos, orgullosos de las arrugas de sus cuerpos, marcas de guerra y del paso del tiempo, huellas que dejó en su piel haber sonreído, fruncir el ceño o haber parido. Experiencias vividas que dejan vestigios durante años y años vividos.
Nacida como homenaje a lo obsoleto, Júbilo quiere enseñarnos que los viejos aún tienen mucho que decir en una sociedad en la que pocas veces son escuchados.
La experiencia es un grado y aquí este cóctel de sabiduría popular tiene los suficientes, uno por personaje, para una borrachera de fe en la senectud. Cuando en la adolescencia el joven «adolece», inmerso en una época de males internos y cambios; en la edad de la jubilación se llega a la plenitud total del espíritu, que ya, sin la inquietud por lo que depara el futuro, o con la tranquilidad de mirar al pasado y ver con satisfacción todo lo vivido, pueden alcanzar la paz interior del que sabe que ha hecho los deberes y que están aprobados con nota.
Esa paz es la que le permite, pese a los achaques del cuerpo, dedicar su tiempo a escuchar al otro, opinar sin tapujos, guardar silencio si les conviene u observar el entorno con paciente curiosidad y sin prisa.
Para cerrar esta fiesta de confidencias, batallitas y confesiones de estos abuelos sin complejos, los actores invitan al público a salir al escenario y a bailar con ellos, con la ayuda de un karaoke, unos pasodobles, algún rock & roll, unos boleros y alguna balada. Alguno se arranca y toca y canta en directo con su violín Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer… (El Reloj de Roberto Cantoral), y resulta sobrecogedor escucharle mientras otro compañero te ofrece amablemente un vaso de rebujito.
Los cerca de 30 asientos de esta pequeña sala quedan vacíos y todos los asistentes entre confeti y frutos secos compartimos en el escenario el júbilo de estos abuelos que se han vestido para la ocasión, la vejez, con sus mejores galas.
★★★☆☆
Sala Kubik Fabrik
Calle Primitiva Gañán, 5
Usera, Plaza Elíptica
OBRA FINALIZADA