Janada convirtió sus pesadillas en sueños gracias a la Iglesia - Alfa y Omega

Janada convirtió sus pesadillas en sueños gracias a la Iglesia

Lejos del victimismo, desde Nigeria piden ayuda con alegría para ser esa mano tendida a tantas como ella que pueblan este país mártir

Alfa y Omega

Otra vez cristianos perseguidos en la portada de Alfa y Omega. Y ojalá pudieran ser los protagonistas cada semana. Mientras en España pensamos en cómo reorganizar los seminarios para que haya un mínimo de jóvenes aspirantes, en Nigeria la Iglesia pide ayuda económica para formar a los seminaristas, que crecen de forma exponencial aun en medio del miedo atroz a Boko Haram y a la violencia contra los cristianos. A pesar, o precisamente por ello. Porque quieren ser como el padre Joseph, sanador de cuerpos y de almas. Dirige un centro de atención a personas con traumas en el que comienzan por ofrecer un sentido a lo vivido y luego toman conciencia de cómo Dios ha acontecido. Lo vivido es casi un eufemismo. Lo vivido es Janada, que con 13 años y recién operada de apendicitis fue retenida por los terroristas en el bosque junto a su madre y a su hermana durante año y medio. 550 días de maltrato, uno detrás de otro, por negarse a abrazar el islam. Escapó la víspera de su boda, ese día en el que iba a ser unida para siempre con un asesino, violador y torturador. Lo vivido no acaba ahí. Dos años después volvieron a su aldea e intentaron obligar a su padre a violar a su niña. El hombre se negó, así que le cortaron la cabeza, sin pena ni gloria, y se la sirvieron a su hija entre las manos. Gracias a un sacerdote, sus pesadillas se convirtieron en sueños de ir a la universidad. Por eso todos estos chicos que vemos en la imagen de las páginas 6 y 7 de este semanario quieren formarse en teología, en pastoral, en cuidados. Lejos del victimismo, nos piden ayuda con alegría para ser esa mano tendida a tantas Janadas que pueblan este país martirizado. Cuando esta Misa de gallo bajen a la parroquia, acuérdense de ellos. Acompañen su paseo tranquilo hasta el templo con el recuerdo de nuestros hermanos, que se jugarán la vida por celebrar la Natividad. Saben que pueden ser secuestrados o asesinados en cualquier momento, más en estos días especiales. Pero, para ellos, Dios también nace. Especialmente.

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