Oliver Dashe Doeme: «No se explica por qué Boko Haram no se ha erradicado»
«Hemos lanzado un proyecto de vigilancia» para proteger a las comunidades cristianas de los ataques de los yihadistas, que aunque debilitados «siguen muy presentes», asegura el obispo de Maiduguri (noreste de Nigeria). «Pero nada sustituye a ser testigos de Cristo»
Más de 1.000 católicos (además de otros cristianos y musulmanes) han sido asesinados por Boko Haram en la diócesis de Maiduguri (Nigeria), dejando 2.000 huérfanos y viudas. Otros miles se han visto desplazados o han perdido todo. Hoy en día muchos han vuelto a sus comunidades pero todavía son bastantes los que no han recuperado sus granjas. La Iglesia les presta ayuda material y espiritual encabezada por el obispo Oliver Dashe Doeme, que no dudó en enviar a sacerdotes a atenderlos en los campos de desplazados e incluso hasta Camerún.
En 2017 se decía que Boko Haram estaba muy débil. ¿Por qué no se le derrotó del todo?
No hay duda de que está debilitado, pero sigue muy presente. Aunque ahora se ha dividido en dos facciones, en lo que respecta a los embates contra la gente siguen siendo los mismos. No se puede explicar del todo por qué no se ha erradicado totalmente ya. Lo que ocurrió fue, simplemente, política.
¿Están también en el origen de la violencia generalizada y los secuestros en el resto del país?
Con el colapso económico, el descontento de tantos con la vida política y la incapacidad del Gobierno para gestionar la rica diversidad nigeriana, los secuestradores se han envalentonado. Distintos grupos se han alzado contra el Estado en casi todo el país. Sin embargo, el norte está más bien bajo los grupos terroristas. En comparación con otras zonas aquí no hay muchos secuestros para pedir un rescate.
¿Cómo afecta esta realidad a la vida de la Iglesia?
En Maiduguri se encarna de nuevo la vida de los primeros cristianos. La Iglesia crece en tiempos de persecución. A pesar de ser asesinados y estar desplazados, el número de cristianos ha aumentado y muchos están deseando ir a Misa y recibir los sacramentos. Para los obispos, sacerdotes y religiosas el desafío es que estamos rotos, como nuestra gente. Y, a pesar de ello, tenemos que ofrecer no solo orientación espiritual sino asistencia material, psicológica y médica. ¿Para qué vivir si no es para Dios, que se ha hecho de sobra visible en la vida de sus hijos haciéndonos cruzar este mar Rojo con una fe más fuerte y un compromiso sincero con el Evangelio?
Además del Centro de Atención al Trauma, ¿han puesto en marcha otras iniciativas frente al yihadismo?
Hemos lanzado un proyecto de vigilancia ante el riesgo de los grupos yihadistas. Con frecuencia hablo a los sacerdotes y fieles de la necesidad de preocuparse por la seguridad y saber defenderse si hay ataques. Con todo, nada puede sustituir a la iniciativa de ser testigos auténticos de Cristo, pues solo así hay más Saulos convirtiéndose en Pablos.
¿Para qué otros proyectos necesitan ayuda?
En primer lugar necesitamos oraciones. Luego, apoyo para la gente que ha perdido sus medios de vida. También para reconstruir. Hemos pedido a ACN financiación para renovar el centro sanitario de Shuwa, destruido por Boko Haram y para construir un pabellón en el centro de peregrinaciones de Whobashi.
La Conferencia Episcopal Nigeriana ha obtenido permiso del Vaticano para abrir la causa de canonización de Vivian Ogu, una chica de 14 años asesinada en 2009 y que prefirió la muerte a que la violaran. ¿Qué significaría su beatificación?
Fortalecerá más la fe de nuestros fieles cuyos seres queridos han sido martirizados de forma similar y les transmitirá que ya son santos con Dios en su Reino. Y hará que los católicos, especialmente a los jóvenes, se enorgullezcan de esta virtud y vivan su vida así, sabiendo que Roma no está lejos de Nigeria.