«Insaciables de poseer, nos lanzamos a los pesebres de vanidad» - Alfa y Omega

«Insaciables de poseer, nos lanzamos a los pesebres de vanidad»

En la Misa del Gallo el Papa Francisco ha recordado la dureza de la primera Navidad y ha ofrecido un mensaje claro: «El Hijo de Dios nació marginado para decirnos que toda persona marginada es un hijo de Dios»

Redacción
Francisco celebra la Misa de Gallo 2020. Foto: AFP

En una inmensa basílica de San Pedro vacía —a excepción de un centenar de personas— Francisco afirmó durante su homilía en la Misa del Gallo que «la mayor alegría de la vida es el nacimiento de un hijo. Es algo extraordinario, que lo cambia todo, que pone en movimiento energías impensables y nos hace superar la fatiga, la incomodidad y las noches de insomnio, porque trae una felicidad indescriptible, ante la cual ya nada pesa». Y Jesús «viene al mundo como hijo para hacernos hijos de Dios», Porque Dios «nos entrega a su mismo Hijo unigénito, que es toda su alegría». «El Hijo de Dios nació marginado para decirnos que toda persona marginada es un hijo de Dios».

Francisco recalcó que «más allá de nuestras cualidades y de nuestros defectos, más fuerte que las heridas y los fracasos del pasado, que los miedos y la preocupación por el futuro, se encuentra esta verdad: somos hijos amados».

Ante el egoísmo y la maldad de muchas personas, el Papa se preguntó: «¿Ha hecho bien el Señor en darnos tanto? ¿Hace bien en seguir confiando en nosotros? ¿No nos sobrevalora? Sí, nos sobrevalora, y lo hace porque nos ama hasta el extremo». E invitó a hacer examen de conciencia, pues, «a veces, insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén».

Pero ese pesebre sigue ahí, desde hace 2.000 años, enseñándonos que «el alimento de la vida es dejarse amar por Dios y amar a los demás. Jesús nos da el ejemplo. Él, el Verbo de Dios, es un infante; no habla, pero da la vida. Nosotros, en cambio, hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad».

Según Francisco, «Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos. Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para compadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren». En una palabra: «Dios viene a habitar entre nosotros, pobre y necesitado, para decirnos que lo amaremos sirviendo a los pobres».

Según ha informado nuestro colaborador Juan Vicente Boo en ABC, la prueba de PCR que se hizo el lunes el Papa ha dado negativa, pero será necesario aumentar las preocupaciones, pues dos cardenales de la Curia se han contagiado de coronavirus en los últimos días.

Al mismo tiempo, como ejemplo de precaución, en lugar de leer el mensaje de Navidad en el balcón de la Basílica, ante una plaza que estará vacía, lo hará en el Aula de las Bendiciones.

En la misma línea, el rezo del Ángelus en los días festivos no será en el balcón del Palacio Apostólico sino en la Biblioteca, sin público. Serán unas fiestas «a puerta cerrada», como las de cientos de millones de fieles en todo el mundo.