Ha muerto Manuel Díaz, el párroco que salió a buscar feligreses con un 600 y un megáfono - Alfa y Omega

Ha muerto Manuel Díaz, el párroco que salió a buscar feligreses con un 600 y un megáfono

Cuando el arzobispo de Madrid le nombró párroco, el sacerdote no tenía ni parroquia física, ni vivienda, ni nombre para la parroquia

José Calderero de Aldecoa
Manuel Díaz, primer párroco de Nuestra Señor del Sagrario, y Casimiro Morcillo
Manuel Díaz, primer párroco de Nuestra Señora del Sagrario, y Casimiro Morcillo.

Este lunes murió a los 96 años el sacerdote Manuel Díaz Soto, que fue el primer párroco de la iglesia Nuestra Señora del Sagrario. Fue nombrado para el cargo en 1965 por el entonces arzobispo de Madrid, Casimiro Morcillo. Él mismo recordó hace diez años en este periódico el modo en que se creó el nuevo templo: «Me llamó un día el arzobispo a su despacho y me dijo: “Vamos a fundar una parroquia nueva entre Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo, en esa zona en la que empieza a haber mucha gente. Éstos son los límites. No tienes ni parroquia, ni casa, ni nombre para la parroquia. Apáñate como puedas”».

Díaz Soto se puso manos a la obra y lo que consiguió todavía perdura en el tiempo. De hecho, durante las bodas de oro de la parroquia, que se celebraron en abril de 2015, el sacerdote volvió al templo y allí se encontró con una persona que había pertenecido a la Pastoral Juvenil. «Me contó que de aquel grupo salieron 34 matrimonios y que todavía todos ellos se siguen viendo», nos contaba orgulloso el sacerdote.

No obstante, lo primero que hizo el presbítero fue recorrerse los límites de la parroquia. Cerca estaba el Cottolengo del padre Alegre, donde se atendía a enfermas incurables y pobres. «Fui a ver a las monjas y les pedí la capilla para celebrar Misa mientras conseguía poner en marcha la parroquia. Me dijeron que por supuesto», explicaba el sacerdote.

Tras conseguir un lugar donde poder celebrar la Eucaristía, ahora solo faltaba un nombre y fieles que acudieran a ella. «A aquella zona emigró mucha gente de Toledo. Entonces pensé que el nombre de la parroquia tenía que ser la patrona de Toledo: Nuestra Señora del Sagrario», contaba. Respecto a los fieles, el párroco salió literalmente a buscarlos por las calles. «Cogí mi 600, le puse un altavoz y me recorrí todas las calles de la zona anunciando lo siguiente: ¡Tenéis una nueva parroquia! ¡Está en esta calle! ¡Se llama la Virgen del Sagrario! ¡El 10 de abril se inaugura y viene el señor obispo!».

Díaz Soto y su altavoz consiguieron movilizar al barrio, y a la inauguración «vinieron muchísimas personas. Organizamos un buen follón. Pusimos un arco e hicimos pancartas», recordó para Alfa y Omega.

Junto con la parroquia y la feligresía, el sacerdote también creó la Cáritas parroquial. «El barrio era de pobres. La gente había venido a Madrid sin nada, con una mano delante y la otra detrás y, encima, tenían que pagar sus casas», explicaba. Ante esta situación, «le pedí a las monjas otro chalet que tenían y lo arreglamos como pudimos». Allí Manuel Díaz Soto impulsó la creación no solo de la Cáritas parroquial, sino también de un hogar de ancianos y el hogar de los jóvenes. Los primeros voluntarios y monitores fueron las mismas enfermas del Cottolengo, que «venían con su andador a dar las clases o para ayudarme en lo que les pidiera».