Lo que empezó como una capilla es ahora un lugar de sanación - Alfa y Omega

Lo que empezó como una capilla es ahora un lugar de sanación

Nuestra Señora de África tardó años en construirse pero hoy ofrece apoyo espiritual a Carabanchel

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Una de las dos koinonías salidas de la pastoral de parejas.
Una de las dos koinonías salidas de la pastoral de parejas. Foto: Parroquia Nuestra Señora de África.

«Todos los días, cuando subo la persiana del salón, me asomo para ver si ya han puesto la grúa y comienzan las obras». Esta frase la decía hace años una feligresa de Nuestra Señora de África, que sin embargo tuvo que morir sin ver realizado su sueño, porque aunque la parroquia acaba de celebrar sus 60 años de historia, el templo solo pudo levantarse muy recientemente. «Al principio la Eucaristía se celebraba en dos pequeñas escuelas públicas de Carabanchel, en un lugar que la gente del barrio llamaba simplemente y con mucho cariño “la capilla”», cuenta Rodolfo Londoño, el párroco en la actualidad. Años más tarde, el obispo Casimiro Morcillo, al ver el crecimiento de esta zona de Carabanchel, vio la necesidad de levantar una parroquia como tal, pero el edificio aún tendría que esperar casi tres décadas: a pesar de que el Papa Juan Pablo II bendijo la primera piedra en 1982, tardó todavía en inaugurarse 27 años más.

La identidad de Carabanchel como barrio de absorción de migrantes del campo en sus inicios no la ha perdido en la actualidad, ya que «estas calles siguen recibiendo mucha gente de fuera, ahora sobre todo de Latinoamérica», comenta Londoño. Los españoles que quedan son más bien mayores, «aunque hay de todo», pero son los inmigrantes «los que han traído una nueva energía a la hora de vivir la fe» a Nuestra Señora de África. Por este motivo, la iglesia se ha poblado de niños que nutren varios grupos de iniciación cristiana que comienzan a los 4 años de edad y continúan hasta la adolescencia y más allá, «al mismo tiempo que catequizamos a los padres para que lo que hacemos en la parroquia no se pierda en casa».

Los adultos tienen aquí también su hogar, hasta el punto de que llegan a la treintena los que están ahora mismo recibiendo formación para los sacramentos. En paralelo funciona una Asamblea de parejas formada por unas 30 de ellas, muchas con niños, que se reúnen un sábado al mes en un espacio de oración, catequesis y encuentro en común. De ahí han salido dos grupos más comprometidos, dos koinonías de ocho parejas cada una, «que han querido dar un paso más y formar una comunidad». Son personas que buscan «una mayor conexión y compartir cómo Dios les ha tocado la vida. En este entorno abren su corazón a los demás y cuentan sus inquietudes, en un espacio de crecimiento y acompañamiento», dice el sacerdote.

Música, rosario y deporte

En Nuestra Señora de África funcionan varias actividades de lo más variado, desde un ministerio de intercesión, que ora por las necesidades de la parroquia y del mundo, a otro de danza hebrea que, junto al ministerio de música parroquial, «buscan adorar al Señor y evangelizar a los jóvenes». También acoge un grupo de hombres llamado Los Pepes que se reúnen para rezar el rosario y luego hacer deporte juntos, «algo que atrae y engancha mucho a los varones», confirma el párroco.

Todo este movimiento confluye en la Eucaristía dominical y en un retiro espiritual un sábado al mes «orientado a la sanación del corazón, de los miedos, los odios, resentimientos, complejos… Es muy kerygmático y ayuda a la gente a tener, o en su caso a renovar, el encuentro personal con Cristo». Esta dimensión trascendente empapa también la labor caritativa, que se despliega bajo un enfoque preciso: «No queremos ofrecer un simple asistencialismo o limitarnos a repartir solamente alimentos, sino que intentamos acompañar a las personas que vienen a nosotros y darles la posibilidad de un apoyo espiritual, que es muy necesario», señala Londoño.

Así, lo que empezó como una pequeña capilla en un colegio mira hoy su futuro con el deseo de ser «una parroquia mariana, misionera y abierta al Espíritu, y muy eucarística», concluye el párroco.