«Esto no es una gasolinera para llenar el depósito y marcharte»
Con 25 años de vida, Santa María de Caná es un foco de atracción. Atiende a personas con discapacidad y reparte la Comunión a más de 30.000 personas al mes
Pozuelo tiene la fama de ser el municipio más rico de España en cuanto a renta per cápita, sobre todo porque su territorio engloba conocidas urbanizaciones donde viven futbolistas y famosos. Pero el resto de la población lo constituyen familias de clase media alta que llevan a sus hijos a alguno de los numerosos colegios que hay en la zona, buena parte de ellos de inspiración católica. «Todo eso genera mucha vida, que afecta positivamente a la parroquia. Entre todos construimos un tejido eclesial que permite a muchos vivir a fondo la fe», afirma Jesús Higueras, párroco de Santa María de Caná, una de las parroquias señeras de Pozuelo, que acaba de celebrar sus 25 años de vida.
En Caná —como se la llama popularmente— hay cinco Misas diarias y siete correspondientes al domingo. «Compramos más de 30.000 formas todos los meses», dice Higueras, que señala asimismo la importancia que se le da al sacramento de la Reconciliación en la parroquia: «El confesionario está siempre atendido y tenemos cola para confesarse, gracias a Dios».

Además de la dimensión sacramental, hay muchos grupos de crecimiento espiritual: Acción Católica, Renovación Carismática, Hermandad de la Virgen del Rocío, retiros de Emaús y Bartimeo, Proyecto Amor Conyugal, un grupo de mujeres separadas, otro de madres que han perdido a algún hijo… «Aquí tiene cabida todo el mundo», dice el párroco, que busca que su iglesia sea «un lugar de evangelización, no solo de administración de sacramentos». Pero para evitar que esta vitalidad degenere en un conglomerado atomizado de actividades sin relación entre sí, «invitamos a todos a vivir juntos el domingo y a participar en actividades que hacen parroquia: rastrillos solidarios, catequesis de infancia, voluntariado… Esto no es una gasolinera para llenar el depósito y marcharte», dice Higueras, pues Caná necesita «que la gente deje aquí parte de su vida colaborando en lo que pueda».
Con los descartados
En este sentido, la actividad que genera una mayor unión entre los fieles es la Fundación Caná, anexa al edificio parroquial, un centro de día que atiende a cerca de 300 personas con discapacidad intelectual y física. «Es un modo de mostrar cómo la archidiócesis de Madrid está atenta a las necesidades de las personas más descartadas», dice Higueras. Su andadura comenzó en 1996 y, desde entonces, «cuidamos de los chavales y, en lo posible, de sus familias». Se nutre de muchos voluntarios de la parroquia, que complementan a los profesionales, buscando generar «una sensación de familia para que estas personas sientan de verdad que la parroquia es su casa».
Junto a todo ello, Caná catequiza a 300 niños y jóvenes que se preparan para recibir los sacramentos, a los que se añaden numerosos adultos que descubren o redescubren la fe con los años y que quieren introducirse en la vida cristiana. En cuanto a la labor caritativa, tiene una bolsa de trabajo y orienta a inmigrantes que buscan asentarse en España buscando una vida mejor.

Toda esta actividad ha nacido en Caná en apenas 25 años de vida, por lo que Higueras espera que el próximo cuarto de siglo «sigamos siendo una parroquia despierta que ofrezca respuestas a nuestro entorno. Y no se trata de cifras, sino de ser fieles al plan que Dios nos vaya mostrando».