Gentes: Begoña Ruiz, profesora de la Fundación Desarrollo y Persona (en Agencia SIC)
La Iglesia siempre ha dispuesto de un tesoro maravilloso a partir del cual se comprende el valor del cuerpo y la sexualidad; el tesoro se llama encarnación de Cristo. Si Dios se ha hecho hombre es porque considera digno de sí todo lo que es humano. A partir de ahí, la sexualidad no puede ser algo sucio o malo. Claro que hay normas y prohibiciones, de la misma forma que las hay para jugar un partido de fútbol; las normas son la condición indispensable para pasárselo genial jugando el partido. Lo mismo ocurre en la sexualidad: las normas son la condición para disfrutar del bien de la sexualidad, que no es otro que el amor.
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