Fumata blanca la segunda tarde: igual que con Benedicto XVI en un contexto más difícil
El nuevo Papa se ha hecho esperar más que Benedicto XVI, pero llega un día entero antes que Juan Pablo II, que no salió hasta la tarde de la tercera jornada
Con la aparición de la fumata blanca este jueves pocos minutos después de las seis la tarde, en el segundo día de cónclave, la elección del nuevo Papa calca lo ocurrido en la de sus predecesores, Benedicto XVI y Francisco. En 2005, Joseph Ratzinger fue elegido en el cuarto escrutinio, el segundo día. El humo blanco asomó por la célebre chimenea en torno a las 17:00 horas. Lo mismo ocurrió en agosto de 1978 con Juan Pablo I.
Por su parte, Jorge Mario Bergoglio fue elegido en el quinto escrutinio el 13 de marzo de 2013. La multitud que se aglomeraba en la plaza de San Pedro tuvo noticia de ello en torno a las 19:00 horas, y pudo ver al nuevo Pontífice una hora después. Tardó incluso más Juan Pablo II, en octubre de 1978: salió elegido en la octava votación, en la tarde del tercer día. En su caso, el cónclave tenía la dificultad de la muerte de su predecesor a los 33 días de pontificado.
La previsión más optimista
La elección del Santo Padre en este momento entraba dentro de lo esperado. Eso sí, en el extremo más optimista de las previsiones. Era prácticamente imposible que saliera en la primera votación, y todavía difícil que ocurriera en la segunda o tercera. Habría sido «una muy buena señal, de que ha habido un gran consenso», apuntaba el pasado miércoles a Alfa y Omega su colaborador, el vaticanista Juan Vicente Boo.
En todo caso, «mi corazonada es que probablemente salga el Papa el jueves por la tarde, como en los dos cónclaves anteriores», afirma. «Si se retrasara no me preocupa demasiado, no es una tragedia», apuntaba por otro lado. Los 89 votos esperados, dos tercios de los cardenales participantes, «es un umbral muy alto».
Ligeramente menos optimista era Austen Ivereigh, biógrafo del Papa Francisco, que subrayaba a Javier Martínez-Brocal que «nadie quiere prolongar el proceso» innecesariamente. «Quieren un cónclave rápido que concluya en una elección antes del fin de semana», pronosticaba. Sin embargo, contaba con «tener una fumata bianca el viernes 9 o como muy tarde el sábado 10, y que haya un nuevo Papa en el ángelus del domingo 11».
Teniendo esto en cuenta, resulta todavía más significativo que la mayoría se haya producido en el mismo plazo que el último cónclave. Sobre todo, en un contexto eclesial muy diferente: con más cardenales —133—, de más países que nunca —70— y con 108 creados por Francisco, que estaban participando en la elección por primera vez. Fue esta realidad la que llevó a los cardenales a decidir, durante las congregaciones generales, que el cónclave no empezara en el primer día que era posible, el lunes 5 de mayo, sino dos jornadas después.