Francisco insta a los obispos a acercarse a la realidad de los jóvenes: «Róbenselos a la calle»
Advierte de que el pastor «no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo»
El Papa ha recalcado ante los obispos centroamericanos que la Jornada Mundial de la Juventud es una «oportunidad única para salir al encuentro y acercarse aún más a la realidad de los jóvenes» y les ha pedido que promuevan programas y centros educativos para ellos.
«Róbenselos a la calle antes de que sea la cultura de muerte la que, vendiéndoles humo y mágicas soluciones se apodere y aproveche de su imaginación», ha recalcado en su discurso ante 80 obispos centroamericanos reunidos en la céntrica iglesia de San Francisco de Asís, en Panamá.
Improvisando, el Pontífice ha reconocido que puede que, a veces, los jóvenes «molesten» o «cansen». «Como dijo un filósofo griego, son como un tábano sobre el lomo de un caballo», ha dicho, al tiempo que ha recordado que portan consigo una inquietud que se debe valorar, respetar, acompañar y que desinstala y «recuerda que el pastor nunca deja de ser discípulo».
Hospitalidad con las migraciones
Por otro lado, Francisco ha avisado a los prelados de que, en materia de migraciones, «no basta solo la denuncia», sino que hay que anunciar concretamente una «buena noticia». Así, ha recalcado que la Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos, consolidando los lazos que las migraciones, en el imaginario colectivo, «amenazan con romper».
De este modo, ha reiterado la receta para atender los flujos migratorios: «Acoger, proteger, promover e integrar», como los cuatro verbos con los que la Iglesia actúa en este ámbito.
El ejemplo de Óscar Romero
Francisco ha exhortado además la gura de Óscar Romero como un legado «que puede transformarse en testimonio activo y vivificante» y se ha referido a la «entrega martirial» al servicio cotidiano de los pueblos. «Apelar a la gura de Romero es apelar a la santidad y al carácter profético que vive en el ADN de vuestras Iglesias particulares», ha recalcado.
De este modo, ha tenido un prolongado recuerdo del obispo salvadoreño, mártir, y canonizado por la Iglesia. «Me gustaría centrar este primer sentir con la Iglesia, de la mano de san Óscar, como acción de gracias y gratitud por tanto bien recibido, no merecido. Romero pudo sintonizar y aprender a vivir la Iglesia porque amaba entrañablemente a quien lo había engendrado en la fe. Sin este amor de entrañas será muy difícil comprender su historia y conversión, ya que fue este mismo amor el que lo guió hasta la entrega martirial», ha resaltado.
En este sentido, ha recordado que «el martirio no es sinónimo de pusilanimidad o de la actitud de alguien que no ama la vida y no sabe reconocer el valor que esta tiene», sino que el mártir es aquel que es capaz de «darle carne y hacer vida esta acción de gracias».
Ante los obispos centroamericanos, el Papa ha subrayado que «el pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo». «El corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas. Hacerlo al estilo del Señor significa dejar que ese sufrimiento golpee y marque nuestras prioridades y nuestros gustos, el uso del tiempo y del dinero e incluso la forma de rezar», ha recalcado.
Recibir y acompañar a los curas
El Pontífice ha pedido también a los obispos que tengan espacio en sus agendas para recibir, acompañar y sostener a los curas. «El resultado del trabajo pastoral no se basa en la riqueza de los medios y recursos materiales, ni en la cantidad de eventos o actividades que realicemos sino en la centralidad de la compasión», ha apuntado.
Así, les ha pedido que deleguen funciones que pueden confiar a otros frente a lo que no pueden delegar, que es la capacidad de escuchar, la capacidad de seguir la salud y vida de los sacerdotes. «No podemos delegar en otros la puerta abierta para ellos», ha sentenciado.
Al concluir el encuentro, el Papa ha preguntado si estaba presente algún obispo venezolano y ha querido saludar en persona a cada uno de los prelados presentes, con quienes se ha detenido unos instantes. Uno de los primeros en saludarle ha sido el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes, con quien el Papa se ha detenido en una conversación algo más larga.
José Mª Navalpotro / Europa Press