Fátima o el limbo de los niños migrantes que nacen en el camino
Un juez apela a los derechos humanos para inscribir en el Registro Civil a una niña que había nacido en Argelia, en la ruta de su madre a España, y cuyo nacimiento no había sido documentado
Quizás, es lo más probable, haya escuchado hablar en la última semana de una niña migrante llamada Fátima. Fue noticia porque un juez de Montilla —la pequeña vivió allí junto a su madre durante tres meses— dictó que tenía que ser inscrita en el Registro Civil en España, pues no había sido registrada en el momento de su nacimiento en Orán (Argelia), en pleno viaje migratorio de su madre desde Camerún.
El hecho es novedoso y relevante —tuvo un gran impacto mediático—, ya que la norma que regula el Registro Civil no contempla la inscripción para niños nacidos en otro país. Aunque para el juez, como veremos, hay argumentos suficientes. Esta decisión tiene un gran impacto para la niña. Ahora existe jurídicamente y, por tanto, le pueden ser reconocidos todos sus derechos. A la identidad, a la educación, a la atención sanitaria…
Detrás de esta noticia se esconde una historia de sufrimiento, aunque también de resiliencia, solidaridad, valor y compromiso con los derechos humanos y la justicia. Una historia con varios protagonistas. La primera es Catherine, la madre de Fátima, que en 2016 abandonó su país para huir de un matrimonio forzoso con un hombre mucho mayor que ella, y de los malos tratos que sufría. Dejó con su madre a la hija que había tenido con él y se fue a buscar una nueva vida en países limítrofes. Acabó en Malí, donde conoció al que luego sería el padre de Fátima. Pero la familia de este hombre no la trataba bien, y cuando se enteraron de que estaba embarazada y esperaba una niña, mostraron su intención de someterla a la mutilación genital nada más nacer. De nuevo tuvo que hacer las maletas y huir, embarazada de siete meses, a otro país. Desde Argelia, donde nació Fátima, viajó a España después de que el padre reuniese el dinero para pagarles un billete en una zódiac. Estaba terminando el mes de marzo de 2021.
En Almería, donde desembarcó esta madre, vagó por las calles durante dos días hasta que una mujer se hizo cargo de ella de forma desinteresada y la acompañó a la Policía. Luego fue derivada al Programa Ödos de atención a mujeres migrantes embarazadas o con niños de corta edad que lidera la Fundación Emet Arco Iris y que cuenta con un recurso de primera acogida en Montilla y acuerdos con otras entidades –la mayoría católicas– para las mujeres que se quedan en nuestro país. Estaba de nuevo embarazada de pocas semanas.
En la localidad cordobesa apareció otra protagonista, Trinidad García, la decana de las educadoras del programa, a la que las mujeres y los niños llaman cariñosamente mamá Trini. Ella fue la referente de Catherine y Fátima durante su estancia en Montilla y lo sigue siendo ahora que se encuentran en otro recurso. «Somos su familia en España», explica García a Alfa y Omega después de resumir todo el periplo de la joven camerunesa.
Apoyo de la Fiscalía
Otro de los puntales en la historia es Cristina Manzanedo, una de las tres mujeres que conforman el equipo coordinador del Programa Ödos. Se encarga de la parte jurídica, de la incidencia y de hacer el seguimiento a las mujeres en otros países. Explica que uno de los objetivos del programa es la protección de la infancia en movilidad y, dentro de este, el derecho a la identidad de los niños. «Comprobamos que esta niña no tenía certificado de nacimiento y que no estaba inscrita en ningún registro. Se investigó por dónde había pasado, quién era su madre… y decidimos intervenir. Contamos con la ayuda de la Fundación Abogacía Española y la implicación de la Fiscalía, que finalmente fue quien solicitó al juez la inscripción», narra la abogada.
El resultado fue un auto de Francisco José Ortega, titular del Juzgado de Instrucción Número 2 de Montilla y juez encargado del Registro Civil de la zona, en el que mandaba que la niña fuera registrada. Un texto jurídico que, según Manzanedo, es mucho más que eso. «Es un tratado filosófico», dice. El propio Ortega explica que, aunque la Ley del Registro Civil no aborda la situación de Fátima, sí lo hacen normas internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos o el Convenio Europeo de Derechos Humanos, que forman parte también del derecho español. Además, apunta que el artículo 9 de la Ley del Registro Civil señala que se inscribirán los hechos y actos que hayan tenido lugar fuera de España cuando las correspondientes inscripciones sean exigidas por el derecho español. Como es el caso. «Toda legislación se tiene que interpretar de forma que los derechos humanos y los derechos fundamentales se hagan efectivos. Entendí que era la solución, porque, en caso contrario, podía conducir a un resultado injusto y a vulnerar el derecho de esa niña a ser inscrita. Es un mandato que estaba obligado a cumplir. No podía mirar para otro lado», explica en conversación telefónica con este semanario.
La historia de Fátima no termina aquí. Ahora, con la inscripción realizada, va a acudir a la embajada de Camerún para solicitar la nacionalidad. «Además de existir, tienes que ser de algún sitio», explica Manzanedo. Si la embajada le da el pasaporte, asunto resuelto. Si no se lo diese, habría que solicitar la nacionalidad española por riesgo de apatridia.