Experto en relaciones internacionales: «A este Papa le va a tocar batirse por la paz»

Experto en relaciones internacionales: «A este Papa le va a tocar batirse por la paz»

Diego Alonso-Lasheras asegura que en un contexto global más multilateral «la Iglesia puede jugar un papel importante» y la Santa Sede con León XIV puede llegar a tener más incidencia que un país convencional

María Martínez López
León XIV con Marco Rubio, secretario de Estado de EE. UU., el 19 de mayo.
León XIV con Marco Rubio, secretario de Estado de EE. UU., el 19 de mayo. Foto: CNS / Vatican Media.

Si un tema ha sido central en el inicio del pontificado del Papa León XIV es la paz. Se ha visto en sus palabras y gestos, en particular en sus continuas alusiones a Ucrania, Gaza y otros países en conflicto; en la ronda de contactos con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y con el vicepresidente y secretario de Estado de Estados Unidos, J. D. Vance y Marco Rubio, además de con otros actores relevantes en el marco de su inicio de pontificado. También en su ofrecimiento (repetido este martes por el cardenal Pietro Parolin) de la Santa Sede como escenario neutral para que «los enemigos se encuentren y se miren a los ojos».

«Los Papas siempre se han batido por la paz, pero a este le va a tocar hacerlo más que a, por ejemplo, un Pablo VI», subraya Diego Alonso-Lasheras, jesuita y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. Lo atribuye sobre todo a que Robert Prevost ha sido elegido como Sucesor de Pedro en un momento en que «las tensiones ciertamente están creciendo».

Tampoco han faltado alusiones estos días —como en el encuentro del 16 de mayo con el Cuerpo Diplomático— a la necesidad de que se trate humanamente a los migrantes. Fue un tema clave del pontificado de Francisco, que «tenía una sensibilidad especial hacia él siendo hijo y nieto de inmigrantes», apunta Alonso-Lasheras. Ahora, le sucede no solo alguien con orígenes similares, sino que como obispo de Chiclayo ha tenido que atender pastoralmente a oleadas de recién llegados.

A Alonso-Lasheras le parece «muy significativo» que en esa intervención ante el mundo diplomático, el Pontífice estadounidense se definiera como alguien «descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado». Asimismo, subrayó que «sano o enfermo, ocupado o desocupado, en su patria o en tierra extranjera», la dignidad de cada ser humano «es siempre la misma, la de una creatura querida y amada por Dios».

Multilateralismo

En cuanto a otras claves sobre cómo Iglesia y geopolítica pueden interactuar e influirse mutuamente en este recién inaugurado pontificado, el experto en relaciones internacionales cree que el Pontífice continuará la apuesta de Francisco por el multilateralismo. «En esto está ayudando mucho» el presidente estadounidense, Donald Trump, «porque ahora es el mayor detractor del orden mundial tal como lo hemos conocido desde la Segunda Guerra Mundial, con unos Estados Unidos protagonistas».

Esto obliga a la comunidad internacional a buscar nuevas formas de organizarse. «Una muy buena puede ser la del multilateralismo, que consiste entre otras cosas en dar voz a las voces menos fuertes», explica el jesuita.

Esta manera de relacionarse «será mayor» en el futuro, pronostica. Y añade que eso implica que «la Iglesia católica siempre puede jugar un papel importante, porque puede actuar a varios niveles». El más alto sería, lógicamente, el del Papa y la Secretaría de Estado. Pero también pueden intervenir en este ámbito «una conferencia episcopal o un cierto grupo eclesial», con frecuencia «coordinados entre ellos».

Cita, por ejemplo, el papel de la Comunidad de Sant’Egidio a la hora de conseguir que se firmara la paz en Mozambique en 1992. O cómo «la acción del Servicio Jesuita a Refugiados y muchas otras personas de Iglesia ayuda a poner el foco de atención en la cuestión de los refugiados». Otro ejemplo es la presencia de entidades católicas como miembros u observadores en organismos internacionales.

Todo esto implica que «en cuanto cabeza visible de la Iglesia, el Papa puede conseguir movilizaciones a niveles muy distintos». Por ello, su incidencia puede ser «eficaz de una manera que un país convencional» difícilmente alcanzaría, aunque tenga «más fuerza y poder».