Esto ha dicho el Concilio
En el Antiguo Testamento la revelación del Reino aparece frecuentemente en forma de figuras. De la misma manera, se nos manifiesta ahora la íntima naturaleza de la Iglesia también mediante diversas imágenes que, tomadas de la vida de los pastores, de la agricultura, de la construcción, incluso de la familia y del matrimonio, se encuentran esbozadas en los libros de los profetas. La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas. La Iglesia es labranza o campo de Dios. En este campo crece el antiguo olivo cuya raíz santa fueron los Patriarcas, y en el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos y de los gentiles. El labrador del cielo la plantó como viña selecta. La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en Él por medio de la Iglesia, y que sin Él no podemos hacer nada. También muchas veces a la Iglesia se la llama construcción de Dios. El Señor mismo se comparó a la piedra que desecharon los constructores, pero que se convirtió en la piedra angular. Los Apóstoles construyen la Iglesia sobre ese fundamento.
Constitución Lumen gentium, 6