España cumple 40 años en la UE. ¿Qué ventajas y problemas ha supuesto?

España cumple 40 años en la UE. ¿Qué ventajas y problemas ha supuesto para nuestro país?

La contribución de los fondos europeos y la gestión de problemas comunes son algunas de las luces de la integración en Europa, asegura José Luis Bazán, asesor jurídico de COMECE. Entre los aspectos negativos están las injerencias ideológicas contrarias a los principios cristianos o cómo se ha gestionado el impacto en la agricultura

María Martínez López
Felipe González, el entonces presidente del Gobierno, y el ministro de Exteriores, Fernando Morán, firman la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea en presencia del rey Juan Carlos, en el Palacio Real.
Felipe González, el entonces presidente del Gobierno, y el ministro de Exteriores, Fernando Morán, firman la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea en presencia del rey Juan Carlos, en el Palacio Real. Foto: EFE / Manuel Hernández de León. 

El Palacio Real acoge este jueves la celebración del 40 aniversario de la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea. Se cumplen así cuatro décadas de integración en lo que luego se convirtió en la Unión Europea. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Socrates, participan en la conmemoración de un paso que puso fin al aislamiento continental.

Haciendo balance 40 años después, José Luis Bazán, asesor jurídico de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), considera que «ha habido muchos aspectos positivos en la integración y la cooperación». Uno de los beneficios para nuestro país es que hasta ahora «hemos sido receptores netos de fondos de la UE»; es decir, ha recibido más de lo que ha aportado. «Han ayudado a construir infraestructuras».

Eso podría cambiar más adelante y que, «a medida que se incorporen países» con más necesidades, «pasemos a ser contribuidores netos». Algo que no es negativo, sino que entra dentro de que una de las ideas de la UE «es que haya mecanismos de redistribución de la riqueza».

Todavía en el ámbito económico, «gran parte de los economistas dicen que la incorporación al euro ha sido una gran ventaja», señala Bazán. Aunque admite que «los precios aumentaron exponencialmente» y se tendió a que lo que «costaba 100 pesetas costara un euro», que eran 166 pesetas.

Otra área en el que estar integrados en Europa es positivo es el del «peso político: es importante tener una sola voz y hay problemas comunes a los países que no se pueden gestionar individualmente. Uno a uno estamos más limitados». La lista de elementos en los que España ha ganado incluye asimismo «la cooperación policial, la posibilidad de viajar sin pasaporte, la cooperación universitaria y educativa con el programa Erasmus» y otros.

Las sombras

Con todo, el asesor jurídico de COMECE reconoce que también ha habido aspectos negativos, o que al menos los más directamente afectados ven así. Un campo que «ha levantado suspicacias» y es de especial preocupación para COMECE es el de la dimensión ideológica de la Unión. Hay aspectos en los que «no se ha limitado a su ámbito de competencia» y ha «entrado en conflicto claramente con los principios cristianos». Se refiere, por ejemplo, a las políticas y medidas sobre «qué es la familia y el matrimonio o la protección de los menores».

También cita como ejemplo cómo «la presión sobre el sector agrícola y pesquero ha sido enorme, hasta el punto de que muchos han decidido abandonarlo. La disparidad de criterios» entre los productos importados y los internos, «a los que se aplican criterios mucho más estrictos» que los deja en desventaja. «No se han sabido conciliar las necesidades de los agricultores y de los ciudadanos» con las medidas de protección ambiental.

Se hace eco además de las críticas sobre el tratamiento a la industria automovilística, o a cómo «la decisión geopolítica de cortar el gas» ruso tras la invasión de Ucrania «ha hecho subir los precios brutalmente». En resumen, para «una institución con tantos ámbitos de actuación siempre va a haber argumentos favor y en contra».

Ahora, «la cuestión es qué rumbo tome la UE para afrontar» esta realidad de cierto escepticismo o rechazo. «Tiene que estar al servicio de las personas y las necesidades. Si esto no se toma en cuenta, tendremos una estructura muy difícil de mantener», por ir «contra la opinión mayoritaria de la sociedad».

En cuanto al papel que juega nuestro país en las instituciones europeas, «mi opinión personal es que creo que España está demasiado centrada en sus problemas internos». Eso «resta capacidad para tener una presencia e influencia», un ámbito en el que «diría que estamos en horas muy bajas».