Europa intenta poner coto al avance de la moda ultrarrápida
Algunas de las empresas que venden buena parte de los doce millones de paquetes que entran cada día en la UE están acusadas de explotación laboral. Alguna incluso ha reconocido trabajo infantil en sus proveedores
La conocida como «ley anti Shein», que el pasado martes se iba a votar en Francia, es el último intento desde Europa de poner coto a los gigantes de la moda ultrarrápida. Contempla la prohibición progresiva de la publicidad de tiendas online como la que le da nombre y una tasa a cada prenda. En mayo, la Red de Cooperación para la Protección del Consumidor de la UE (CPCN por sus siglas en inglés) concluyó tras una investigación que Shein incurría en prácticas engañosas ilegales para aumentar sus ventas. La semana pasada, la Organización Europea de Consumidores (BEUC) presentó pruebas adicionales. De no renunciar a esta estrategia, el gigante podría enfrentarse a multas. Y, en febrero, la Comisión Europea propuso una serie de medidas —existentes, en debate y de nuevo cuño— para promover un comercio electrónico seguro y sostenible. Incluía más controles de seguridad, retirar la exención de derechos aduaneros y nuevas tasas.
En la UE, las quejas contra la empresa se centran en la falta de seguridad en los productos o violaciones de los derechos de los consumidores. Pero desde BEUC reconocen para Alfa y Omega la «importancia» de problemas como el impacto ambiental o las condiciones de explotación en las que se fabrican sus productos. «Los consumidores merecen conocer qué hay detrás de lo que compran».
El año pasado, la ONG suiza Public Eye denunció que en la ciudad china de Guangzhou —donde hay cerca de un millar de pequeñas fábricas que trabajan para la empresa— algunos empleados de estos talleres trabajan 75 horas a la semana con un día de descanso al mes, en contra de la ley china.
Otro dato relevante en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, este jueves, es que al menos en una había «adolescentes, que [según los investigadores] tendrían 14 o 15 años, realizando tareas como el empaquetado o sentados con las máquinas de coser» mientras «sus padres les enseñaban». Además, Shein ha reconocido ante el Parlamento del Reino Unido que en 2023 sus auditorías detectaron dos casos de trabajo infantil en sus proveedores, y dos más en 2024, que llevaron a dejar de trabajar con esas empresas. «Es difícil lograr transparencia porque hay todo un entramado de pequeños talleres a los que Shein subcontrata y que a su vez subcontratan a otros», explica Judith Talvy, responsable en Cataluña de la Campaña Ropa Limpia.
Trabajo forzado: diversas instituciones, incluido el Congreso de Estados Unidos, han señalado el «riesgo» de que Temu venda productos fabricados con materias primas fruto del trabajo forzado impuesto a la minoría uigur en China, pues no tiene sistemas para evitarlo.
Daño ambiental: la industria emplea tintes contaminantes y materiales fósiles. Sus envíos masivos estarán detrás de un 26 % de emisiones de CO2 en 2050. Además, la mala calidad y la compra excesiva llevan a que en España se tiren al año 20 kilos de prendas por persona.
Productos peligrosos: según la Comisión Europea, «muchos de estos bienes no cumplen la legislación europea» en materia de seguridad. Presentan, por ejemplo, cantidades no seguras de metales pesados, según la Federación de Consumidores polaca.
Prácticas engañosas: la UE y la Organización Europea de Consumidores han detectado prácticas ilegales como falsos descuentos, ofertas siempre a punto de caducar o mensajes dudosos de que un producto puede agotarse en breve.
Talvy apunta que es «el propio sistema» de la moda ultrarrápida el que aboca a todos estos problemas. Si hasta hace poco los gigantes convencionales de la moda rápida necesitaban al menos tres semanas para diseñar una prenda y ponerla en el mercado, Shein o Temu lo hacen en una. Así, frente a los 6.850 nuevos productos que Zara presentó en 2022, Shein introdujo 315.000. No es de extrañar que cada día entren en la UE doce millones de paquetes con un valor declarado de menos de 150 euros, el triple que en 2022. «Es imposible» poner en el mercado «nuevos diseños en tan poco tiempo» y «ofrecer camisetas a tres euros y hacerlo con salarios dignos y materiales seguros y de calidad», subraya Talvy.
Al tiempo, señala, «hay cada vez más concienciación» sobre los peligros de este modelo de producción. «Nosotros vamos mucho a colegios y universidades y nos llaman para hacer trabajos. Pero el consumo crece más rápido». Con realismo, advierte de que, aunque las compras sostenibles aumentaran, «siempre va a haber de este otro tipo», por lo que pide avanzar para regularlas. «No sé si se puede» acabar del todo con las malas prácticas, «pero hay que empezar».
Esta necesidad contrasta con la decisión de la Comisión Europea, presentada en febrero dentro del paquete de simplificación Ómnibus, de intentar reducir el alcance de la Directiva Europea sobre Diligencia Debida apenas adoptada en julio de 2024. La Campaña Ropa Limpia fue una de las ONG que denunció esta marcha atrás, que por ejemplo podría hacer que una empresa solo fuera responsable de las violaciones de derechos humanos de sus socios directos pero no de otros proveedores. Su queja fue recogida el 23 de mayo por el Defensor del Pueblo Europeo, que ha lanzado una investigación.
Otra posible vía de control es el Acuerdo Internacional para la Salud y la Seguridad en la Industria Textil y de la Confección, al que ya se han sumado Bangladés y Pakistán. Pero Talvy considera muy difícil que China acepte incorporarse. «Habrá que ver qué pasa en Francia» con la «ley anti Shein» y «hasta dónde llega».