«En el Camino de Santiago la gente se encuentra con Dios y la película lo capta»
Tres semanas antes de que 11 jóvenes americanos comenzaran el Camino de Santiago, Juan Manuel Cotelo recibió un email del responsable del grupo —el sacerdote Sergio Fita— en el que decía algo así como: «Estoy buscando una productora de insensatos dispuestos a empezar una producción sobre el Camino de Santiago dentro de tres semanas. ¡Era una provocación! El padre Sergio se vino a España y aceptamos el proyecto», explica el director a Alfa y Omega. Dos años después, concretamente este viernes 23 de septiembre, la película se estrena en España
¿Qué es lo que más le impacta de Footprints a su director?
En primer lugar, ver a chicos tan jóvenes hablando con tantísima naturalidad y profundidad sobre su vida de piedad, sobre su vida de fe, no es algo normal, no es algo frecuente. A nadie le extraña ver a un sacerdote hablar de Dios, a una autoridad eclesiástica hablar sobre la Misa o sobre la confesión o sobre el sufrimiento. Pero cuando está hablando de la Eucaristía un chico que dice que ha ido a cinco Misas y después de unos cuántos días de peregrinación se siente sediento de la Eucaristía y ese chico es un mecánico y le oyes hablar con una espontaneidad total del corazón, pues eso a mí me impacta.
En segundo lugar, las lecciones que da el camino. El reto no era solo retratar una experiencia geográfica limitada a 11 peregrinos, sino que la película le pudiera decir algo al que vive en un país lejano y que jamás va a pisar el Camino de Santiago. Y yo creo que eso sucede, porque las experiencias que los protagonistas cuentan son aplicables a cualquier persona en la vida. Creo que esos dos valores, al menos a un nivel muy personal, a mí me afectan, me tocan y me ayudan.
La peregrinación tuvo lugar hace ya dos años, ¿qué ha supuesto para los peregrinos?
Te cuento una anécdota que pasó hace una semana. Estaban entrevistando en la radio a uno de los peregrino y en un momento dado Héctor dijo que su vida cambió el 4 de julio. «¡Claro!, el día de la independencia americana», decían los entrevistadores. «No, el 4 de julio ha dejado de tener ese significado para mí. Ahora es el día en que besé la cruz de Cristo en Santo Toribio de Liébana. Ese beso vació mi mochila por completo y en ese momento me di cuenta de que tenía mi vida cargada de cosas inútiles que me sobraban». Héctor estaba hablando de lo poco que necesita en la vida aparte del amor.
Lo que busca la gente son respuestas internas, un modo distinto de vivir y un encuentro más íntimo con Dios, para que deje de ser un personaje en el que crees y que está lejano y que se convierta en un amigo íntimo. Y lo cierto es que en el Camino de Santiago la gente se encuentra con Dios y la película lo capta.
Todos los peregrinos pudieron besar la cruz…
Ese día vimos, hasta físicamente, un cambio de actitud en el grupo. Se podría decir, simplificando mucho, que hasta ese momento —llevaban unos 15 días caminando— iban bastante por libre cada uno. Al final llegaban a la misma meta y partían del mismo punto pero recorrían el camino por su cuenta. A partir de ese día, fueron una piña y cambiaron de chip. Dijeron: «aquí hay que caminar al ritmo del más lento», y el ritmo del más lento es un sacrificio muy grande para el que va más rápido porque si puede hacer el recorrido en 4 horas, le toca hacerlo en 6 y tarda más en llegar a descansar.
Aquel día los peregrinos sacaron mucha experiencia para la vida. «Yo debo aprender a caminar al ritmo del más lento que tenga junto a mí, que a veces será un anciano, a veces será un enfermo, a veces será un niño, a veces será alguien que me carga». Las palabras del Papa Francisco, cuando habla de ponernos al servicio de los más pobres, están muy en sintonía con esta experiencia de los peregrinos.
Tercer largometraje. ¿Por qué una película sobre le Camino de Santiago?
Se constata una vez más que el camino de Infinito+1 está en manos de Dios. Por tercera vez se da la circunstancia de que la película que hacemos no es la que habíamos previsto hacer. Hice La última cima sin querer. Yo no quería conocer a aquel cura, pero me lo presentaron y se me fue de las manos. Con Tierra de María me pasó igual. Yo dejé atrás otros proyectos ya iniciados porque tuve una intuición fuerte: esto es de lo que hay que hablar ahora. Y con el Camino de Santiago me pasó por tercera vez. No tenía entre mis planes hacer una película sobre la peregrinación a Santiago pero recibí un email del responsable del grupo —el sacerdote Sergio Fita— en el que decía algo así como: «Estoy buscando una productora de insensatos dispuestos a empezar una producción sobre el Camino de Santiago dentro de tres semanas». ¡Era una provocación! El padre Sergio se vino a España y nos vimos cara a cara con ese sacerdote loco que había escrito desde Arizona. Y en esa conversación, ya en Valencia, nos dimos cuenta, este hombre va en serio. Lo que está planteando es original, es intentar retratar en una película la experiencia espiritual de una peregrinación. Yo pensé, eso nunca lo he visto y aceptamos el proyecto.
Es una película muy sencilla que nos va a dar muchas alegrías. Y traduzco alegrías por conversiones. Para mí la alegría no es estrenar en Paraguay, en EE. UU. o en Polonia. Te alegra pero no es el objetivo. Para mí la alegría es el día que aparezca un solo espectador compartiendo la experiencia espiritual que ha vivido viendo la película. Esa es una especie de confirmación que a mí me da mucha paz.
¿Y esperas que se den las conversiones de las que hablas?
Claro. Es que si no, no la habríamos hecho. Es una especie de condición sine qua non para que empecemos un proyecto. Ver en él el potencial como invitación a la conversión. Es algo que tú no puedes prever ni garantizar pero sí nos preguntamos: «¿aquí hay una propuesta de conversión directa o solo es un tema espiritual interesante?» Si la respuesta es: «aquí puede existir una invitación directa a la conversión amable, entretenida, para todos los públicos», entonces vamos a hacer el proyecto. Si no existe una invitación directa ya puede venir aquí alguien a garantizar el éxito en taquilla, que si no tiene ese componente, a nosotros no nos encaja. Tiene que haber eso y Footprints lo tiene.
¿Y qué tiene el Camino de Santiago? ¿por qué una caminata de 1.000 km. toca la vida de las personas?
Cuando Cristo dice: «enciérrate en tu habitación y allí en lo secreto donde solo tu Padre te ve dile “padrenuestro”». Pues la peregrinación es exactamente eso. «Cierra tu habitación», que se puede traducir por «aléjate de todo lo que te distrae». Yo siempre he entendido el «cierra tu habitación» como un «cierra tus ojos y así estás en un espacio en el que solo estás Dios y tú». No es una habitación física, en mi cuarto puede entrar cualquier otra persona. Pero en la intimidad mía solo entra Dios. Cuando yo cierro mi persona a todo lo de fuera, ¿con quién me quedo? Con Dios y punto. Y ¿qué sucede a partir de ese momento? Pues depende de la actitud de los dos citados a ese diálogo, uno soy yo y el otro es Dios. Es un acto de fe. Cuando rezo, no estoy haciendo un ejercicio de introspección, no estoy relajándome, no estoy encontrándome a mí mismo, no, estoy encontrándome a Dios que ha salido en mi búsqueda.
La peregrinación es eso: me pongo a tiro de Dios haciendo silencio con todo. Corto con mi casa, corto con mis amigos, con mi novia, cada uno corta con lo que sea, con mi espacio físico de seguridad, corto con mi teléfono, con internet, y me doy la opción de que en este camino me encuentre con Dios. No es una cuestión solo física, igual que no todo el que va al templo va a rezar, ni todo el que va a una peregrinación la aprovecha. Pero el acto de fe del peregrino es el que dice «yo me la juego», me la voy a jugar estando esos días buscando esa intimidad con Dios para que se haga presente. Y va y sucede.
Es la primera vez que donáis parte de la recaudación a Cáritas.
La culpa la tiene el Papa Francisco. Leí una frase que me dejó noqueado, que es del documento La alegría del Evangelio. Dice algo así: «ningún cristiano puede desentenderse de la atención a los pobres con la excusa de que está desempeñando otra misión en la Iglesia». Entonces, cuando leí eso, pensé: «ostras esto va para ti». Yo tenía la excusa perfecta: «hago películas, las edito. Ya hay otras personas que se dedican a los pobres. Ese no es mi carisma, no es mi misión, qué maravilla que otros se dediquen a eso».
El documento del Papa continuaba unos párrafos más atrás, que yo creo que está puesta por si no lo habías entendido a la primera. Decía Francisco con una franqueza abrumadora: «lamentaría mucho que estas palabras fueran objeto de reflexión pero no tuvieran una incidencia práctica real». Esta cita yo la traduzco por: «macho, ponte las pilas que estoy hablando en serio, que no quiero que estés de acuerdo conmigo, quiero que hagas algo».
Pensamos entre los socios la mejor manera de aplicar las palabras del Papa y decidimos montar la Fundación. El dinero procede de gente generosa, que luego se intenta recuperar con el mercado y donde el beneficio no puede ser solamente que vas y haces otra película y le dices al pobre: «mira me encantaría ayudarte pero es que lo mío es hacer películas. Espérate aquí que ahora vendrán las de la Madre Teresa de Calcuta». El Papa te está diciendo que te toca a ti también.
De esta reflexión surgió la donación a Cáritas. A partir de ahora, con cada película que hagamos, —Footprints es la primera película que hacemos desde que tomamos esta decisión— destinaremos en cada país donde estrenemos una parte de la recaudación a ayudar a la gente pobre. La sensación que tenemos es qué suerte que también a través del cine se pueda ayudar a alguien. Es una sensación de fortuna.