Es cierto que hay que reconciliarse con el mundo. Hacen falta agallas para mirarse por dentro y descubrir entre ciertos escombros resquicios de sombras y luz, también mucha luz. Pero eso no importa, siempre hace falta valor.
Ellas… mis muertitas es un paseo por la vida de Felisa (Gloria Albalate) quien se entrega generosa con una historia, la suya, de la mano de estas tres mujeres de las grandes. Como Felisa asegura: Violeta Parra, la triste; Mercedes Sosa, la valiente; y Chavela Vargas, la cobarde.
Irán juntas estas cuatro mujeres que a la vez se multiplican, pues la madre de Felisa aparece entre visillos y también sus dos abuelas, y sus hermanas y hermanos, no vayan a pensar que esto solo es cuestión de féminas, aunque lo cierto es que ellas lo pueblan casi todo. Lo que sucede es bien sencillo, Felisa necesita comprenderse y para ello, además de buscar en sus entrañas, sale fuera y se topa así, sin más, con estas tres voces dolientes y arraigadas que también tuvieron que vaciarse de penas y llantos para dejar cabida también a la risa. La música fue para ellas el maná. En la soledad componían como un parto lacerado para después resucitar un poquito sobre el escenario. Y eso sigue pasando. Cuando uno escucha algunas de sus canciones la lágrima viene a llamar a su puerta y la sonrisa entre nostálgica y melancólica también se asoma pisando fuerte.
Lo mismo le ocurre a Felisa. Por momentos brillante y divertida, otros quizá menos luminosos. Sobre el escenario se desata una historia que bien podría ser la de cualquiera de nosotros. Lo mejor, que sigue en construcción. Ladrillo a ladrillo se va montando el caserío de emociones y anhelos que la bordean hasta completarla.
Sus amores más o menos desdichados, pasionales, dolientes; sus pérdidas y arrebatos; sus viajes y exilios… A veces compra miedo, otras vende melodías. Bien lo sabemos todos, “esa soy yo”. No importa dónde uno señale. Mira dentro y fuera de su marco de carne y pellejo, en la de antes y en la de ahora, y ahí, cerquita de la bruma uno logra alcanzar su sombra.
Es una idea brillante la de este montaje. Intercalar bellísimas canciones en la voz de Gloria Albalate ciertamente es un regalo. A mí me molestó en cambio algún giro descuidado, pero como la vida misma, que ponían sobre la mesa la fragilidad del ser humano.
En la vida se trata de eso, ¿no? Ser un poco valientes, tristes y cobardes al mismo tiempo. Mercedes, Violeta y Chavela penden de un árbol entre colores y bambalinas ahora. Las cuatro, ellas, nosotros, estamos también a la espera de letras que nos desentrañen. Esa es nuestra tarea. Nosotros también seguimos en construcción…
Vayan a ver la obra. Vayan a pensar la obra. Vayan a vivir la obra. Es un monólogo (hay que avisar siempre) de ochenta minutos a cargo de La Cantera Producciones Teatrales, bajo la dirección de Carlos Silveira y la música, qué decir de las caricias al piano, a cargo de Rafael Coirini.
Ya lo dice Felisa: Darse es una temeridad y no darse es un pecado. Ahí queda eso.
★★★☆☆
Nave 73
Calle Palos de la Frontera, 5
Embajadores
Domingo 29 de noviembre