La comunidad internacional debe intervenir ante el problema de los desplazados. Así lo pide un documento del Consejo Pontificio «Cor Unum» y el Consejo Pontificio de la Pastoral para Migrantes e Itinerantes, Acoger a Cristo en los refugiados y en las personas forzadamente desplazadas. Orientaciones pastorales. Más de 100 millones de personas –se recuerda– se han visto obligadas a abandonar su hogar, pero lo que encuentran son fronteras cerradas y crecientes restricciones al derecho al trabajo o a la libertad de movimiento dentro del país de acogida.
Un asunto que preocupa especialmente a la Santa Sede es el drama de los refugiados de Siria. La pasada semana, los diferentes organismos de la Santa Sede involucrados en labores humanitarias en este país celebraron una reunión de coordinación. El Papa los recibió el martes, y dirigió, a través de ellos, un mensaje a la población de este país en guerra: «¡La Iglesia no los abandona!». El Papa destacó que «la actividad de las agencias de caridad católicas es extremadamente significativa: ayudar a la población siria, más allá de las diferencias étnicas o religiosas, es el modo más directo de contribuir a la pacificación y edificación de una sociedad abierta a todos sus componentes». Pero además, de forma específica, «el pensamiento del Papa se dirige también en este momento a las comunidades cristianas que viven en Siria y en todo el Oriente Medio. La Iglesia sostiene a sus miembros que hoy pasan por un momento de particular dificultad. Ellos tienen la gran tarea de seguir haciendo presente el cristianismo en la región en que ha nacido. Y nuestro compromiso consistirá en favorecer la permanencia de este testimonio».