El Sínodo pide reconocer los «valores positivos en otros tipos de familia» - Alfa y Omega

El Sínodo pide reconocer los «valores positivos en otros tipos de familia»

«Hay que poner el acento en la gradualidad», sin desconocer que «hay muchos valores positivos en otros tipos de familia». Esta es una de las conclusiones de los círculos menores tras estudiar la segunda parte del Instrumentum laboris del Sínodo de la Familia

Redacción

Este miércoles se presentaron en el Vaticano las reflexiones de los 13 círculos menores, los pequeños grupos de trabajo que, divididos por idiomas, van concretando en propuestas los trabajos del Sínodo. Tras analizar la primera parte del Instrumentum laboris, los círculos menores pidieron la pasada semana adoptar un lenguaje más positivo al hablar de la familia. Al analizar la segunda parte del documento de trabajo, piden, entre otras cosas, valorar «los valores positivos en otros tipos de familia, buscar nuevos métodos de acompañamiento a las parejas en dificultades o buscar nuevas respuestas al problema de por qué muchos jóvenes no se casan.

La ley de gradualidad

«Hay que poner el acento en la gradualidad y procesualidad para acoger el proceso como Dios comunica la gracia de la Alianza, que educa teniendo en cuenta cada persona, progresivamente, en comunidad, corrige, acompaña y perdona», propone el círculo de habla hispana cuyo relator es el cardenal José Luis Lacunza Maestrojuan. Esa gradualidad está presente «en la Tradición» y en los Evangelios. «Jesús siempre abre puertas. La fidelidad de Dios se derrama en el sacramento del matrimonio, pero al modo humano: quidquid recipitur, ad modum recipientis recipitur [Lo que se recibe, se recibe en la medida del recipiente]. La fidelidad indisolubilidad es un misterio que incluye la fragilidad. No tenemos una teología de la familia sino del matrimonio y más vinculada a lo moral. El Magisterio debería presentar el Evangelio de la familia en forma orgánica e integrada. Siguiendo la tesis de los semina Verbi [Semillas del Verbo o gérmenes de verdad], no se puede desconocer que hay muchos valores positivos en otros tipos de familia».

El Círculo Italiano A pide hacer «más explícito el primado de la gracia, el reconocimiento del pecado y la necesidad de impulsar caminos de conversión. La gracia no actúa solo en el momento de la celebración del sacramento sino a lo largo de la vida, porque es sacramento permanente en analogía con la Eucaristía».

Por su parte, el arzobispo Mark Coleridge, del Círculo Inglés C, llama la atención sobre «la necesidad de explorar más a fondo la posibilidad de las parejas que están casadas civilmente o cohabitan de empezar un camino hacia el matrimonio sacramental y de que sean alentadas y acompañadas en este camino».

Cómo sostener a las parejas en dificultad

Varios obispos del Círculo Inglés D subrayaron que el documento debería hablar más del papel de la mujer y recordar que muchas sufren abusos por parte de sus maridos. «Necesitamos ser más realistas sobre los problemas del matrimonio, en lugar de decir sencillamente a las personas que tienen que estar juntos», afirma el texto.

En el mismo círculo, otro prelado señaló que a veces las familias ejemplares son difíciles de proponer a las que atraviesan por situaciones difíciles, ya que se pueden sentir intimidadas por ellas. Y algunos obispos sugirieron que el texto debería presentar las razones canónicas para la separación de los esposos o la anulación.

El Círculo del cardenal Coleridge sugiere que el documento final presente una serie de iniciativas claras o de estrategias para ayudar a las familias y sostener a las que están en dificultad. «Sería algo concreto y estaría en sintonía con el carácter esencialmente práctico de este segundo Sínodo».

Repensar por qué no se casan los jóvenes

Mucha importancia atribuyen los diversos círculos a la preparación de los jóvenes para el matrimonio y a la necesidad de acompañarlos en este camino. Si el Círculo Francés B, recuerda la gran disminución de los matrimonios en Europa, el cardenal Lacunza matiza que, «cuando se habla de los jóvenes y el matrimonio, se hace desde la perspectiva del miedo, lo cual no es suficiente, es una cuestión antropológica: viven al día, no encaja con su manera de pensar el para siempre. Quizá podríamos hablar de informalidad: un papel no hace el matrimonio y quizá lo hemos rodeado de tantas formalidades que no caben en la mente de los jóvenes que, muchas veces, identifican formalidad con hipocresía. Además, decir que tienen miedo o no se atreven contradice la experiencia de tantos jóvenes que aceptan el riesgo del voluntariado o se arriesgan por razones políticas u otras luchas».

No hablar solo de la indisolubilidad

Casi todos los grupos coinciden en la necesidad de que el documento final del Sínodo utilice el lenguaje de la teología bíblica y que, como afirma el círculo francés B, sea claro y simple para evitar ambigüedades y equívocos.

«Proponemos —dice el arzobispo irlandés Diarmuid Martin, relator del Círculo Inglés B— que se empiece con el Génesis, que ya da una definición de matrimonio como única unión entre un hombre y una mujer tan total e íntima que hay que dejar el padre y la madre para unirse entre sí».

Desde uno de los círculos franceses, el obispo Laurent Ulrich propone «subrayar los numerosas encuentros de Jesús con las familias» en los Evangelios. Este círculo pide también que en que la Relatio final no se hable de la indisolubilidad como si fuera la única preocupación del Sínodo. «Que se hable de la fidelidad e indisolubilidad como don y llamamiento, más que en términos jurídicos de deber; que no se perciban como superpuestas al compromiso, sino como profundamente integradas en el lenguaje del amor y comprendidas en su dimensión teologal. Que se hable de matrimonio como vocación al amor y a la comunión».

Una petición generalizada es también que el Sínodo emplee un lenguaje ágil, claro y atractivo con explicaciones fundadas en la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.

Apuntando al documento final, el Círculo de habla hispana B afirma que «la doctrina es conocida, pero las exigencias de la realidad y los nuevos acentos de la reflexión teológica deben ser tomados en cuenta para que haya realmente una aporte significativo». Y se propone una referencia más explícita a textos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (el amor nupcial de Dios con su pueblo) como del rico magisterio postconciliar sobre la familia.

Nueva pastoral familiar

El círculo francés B ha presentado –tras realizar una votación aprobada por unanimidad– la propuesta de que «el anuncio del Evangelio de la familia exige hoy una intervención magisterial que haga más coherente y simplifique la actual doctrina teológico canónica sobre el matrimonio y que se debe apoyar la definición de familia “como sujeto de acción pastoral”».

En este sentido, el círculo francés cuyo relator es el arzobispo Paul-André Durocher señala que «las experiencias pastorales compartidas nos llevan a ver que en la Iglesia hablar de familia es hablar de una realidad humana que se inscribe en el tiempo y en el espacio… Cada familia tiene sus genealogías que la entroncan en una historia y una cultura… Esta complejidad es el lugar y la ocasión de la manifestación del misterio de la misericordia de Dios. Formulamos el deseo de que el Sínodo abra un periodo de paciente búsqueda común de teólogos y pastores que intenten establecer las justas señales de una pastoral familiar, que traduzca el horizonte de la familia en un horizonte de comunión. Necesitamos menos adaptaciones de disciplina universal que una base sólida para la reflexión y el compromiso pastoral».

En las conclusiones sobre la segunda parte del Instrumentum laboris aparece también el concepto de familia como misión. El círculo italiano C habla del «valor evangelizador del matrimonio y la familia» y pide un «estilo nuevo de cercanía de la Iglesia a las familias, una proximidad contagiosa, una ternura fuerte y exigente». Los miembros de este círculo han insistido mucho en que «la comunidad cristiana sea una familia de familias, mida su acción pastoral con el estilo de la familia y transmita con ellas una fuerza humanizadora a la vida del mundo, superando la deriva individualista».

Otro concepto común a varios círculos es el del reforzamiento de la espiritualidad familiar, para la que el Círculo Inglés A, cuyo relator es el arzobispo Joseph E. Kurtz, sugiere una serie de buenas prácticas, como mejoras en la catequesis familiar y la propuesta de oraciones paralitúrgicas y rituales para el ámbito familiar.

VIS / Redacción