El Santo Padre fue el «'abu' Papa» de tres niños musulmanes

El Santo Padre fue el «abu Papa» de tres niños musulmanes

La amistad que estableció el Pontífice con el redactor del Documento sobre la fraternidad humana pronto se extendió a una relación de cariño con toda la familia

María Martínez López
Abdelsalam abraza a Francisco en uno de sus encuentros.
Abdelsalam abraza a Francisco en uno de sus encuentros. Foto cedida por Mohamed Abdelsalam.

«El mundo conoce al Papa Francisco como un gran líder religioso y una figura clave en la redacción del Documento sobre la fraternidad humana. Pero para mí es también un amigo muy querido que estuvo con nosotros en las alegrías y las tristezas». Por eso, su muerte ha «tocado profundamente» a la familia del juez Mohamed Abdelsalam, ideador y corredactor del célebre texto firmado en 2019 por el Santo Padre y el gran imán de Al Azhar, Ahmed al Tayeb. «Nuestra casa se ha llenado de una inmensa tristeza. Estamos intentando lidiar con ella y decirles a los niños que “el abu Papa” está en un lugar mejor», comparte con Alfa y Omega.

Efectivamente, así llamaban sus tres hijos al Pontífice, pues «habíamos desarrollado un fuerte vínculo con él a lo largo de los años». A él «le encantaba oírlo». Como intermediario entre el Santo Padre y Al Tayeb, Abdelsalam tuvo un contacto frecuente con Francisco. «Desde el principio me impactó su humildad y su compasión por todos, además de su interés genuino por mi familia»: preguntaba por los niños «y hasta les mandaba cartas manuscritas, un gesto raro y conmovedor» para una figura de su nivel. «Cada vez que nos reuníamos con él se sentaba un rato con los chicos, escuchándolos con afecto e implicándose con ellos mucho más allá de la simple cortesía».

Uno de los momentos en los que se mostró más cercano fue cuando Khadija, la hija de Abdelsalam, tuvo que someterse a un delicado tratamiento en 2018. «Nos llamó varias veces para ver cómo estaba y nos aseguró sus oraciones y palabras de esperanza y fuerza que lo significaron todo para nosotros». Sobre todo porque no eran algo público, sino «muestras privadas de cariño».

También recibían llamadas suyas en las fiestas y otras veces por sorpresa, «solo para saludar». Además de adoptarlo como abuelo, los chicos correspondían entre otras cosas «eligiendo una tarta cada año por su cumpleaños y mandándole sus felicitaciones». Para Abdelsalam, esta bonita relación refleja que Francisco era «un modelo verdadero de líder religioso que amaba a todos y se preocupaba profundamente por la felicidad de quienes lo rodeaban».