Claves del pontificado de Francisco. Así ha sido la hoja de ruta del Papa - Alfa y Omega

Claves del pontificado de Francisco. Así ha sido la hoja de ruta del Papa

Las múltiples reformas de Francisco en sus doce años de Papa solo tenían un fin: evangelizar. Habló, escribió, viajó y rezó para llevar «la alegría de quienes se encuentran con Jesús»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El Papa participando en el Sínodo
El Papa participando en el Sínodo. Foto: Reuters / Gugliemo Mangiapane.

A lo largo de sus doce años de pontificado, el Papa Francisco puso sobre la palestra asuntos que han atraído el interés no solo de las diferentes voces de la Iglesia, sino también del mundo civil y político a todos los niveles. La suya ha sido una tarea de pura pedagogía, que ha ido más allá de la labor de un pastor de almas hasta erigirse, sin imposiciones, en un auténtico educador de conciencias.

De entrada, mostró al mundo el sufrimiento de todos aquellos que se han visto obligados durante estos años a abandonar sus hogares en busca de un mundo mejor, huyendo tanto de situaciones económicas críticas como de conflictos bélicos sangrantes, muchos todavía en activo. Y no solo lo hizo con las palabras sino también con el ejemplo, alojando en el Vaticano a varias familias refugiadas de la guerra de Siria. Fue este un empeño que le movió a viajar personalmente a lugares donde el drama migratorio es más palpitante, como la isla de Lampedusa o Lesbos.

El Papa también fue la voz de la conciencia mundial ante guerras como la de Ucrania. En la memoria de todos quedará su coche saliendo en la embajada de Rusia en las primeras horas de la invasión, tras buscar de manera personal el compromiso con la paz en aquel país. Este fue el objetivo que motivó también su apuesta por el diálogo interreligioso, un elemento que ya trabajó siendo arzobispo de Buenos Aires, vislumbrando entonces que una buena relación entre religiones es una baza segura para la paz en todo el orbe.

942 santos fueron canonizados por él, entre ellos Óscar Romero
942 santos fueron canonizados por él, entre ellos Óscar Romero. Foto: Flickr.

Fue un Papa viajero que siguió la estela de sus predecesores, y por eso recorrió el mundo no solamente confirmando en la fe a los católicos sino mostrando a los no creyentes cómo es el rostro de una Iglesia cercana. En el corazón de Dios quedan todas las historias de aquellos que se han adentrado en la fe católica simplemente siguiendo sus palabras en redes sociales o en las televisiones de todo el mundo.
Puso el acento en la preocupación sobre el medio ambiente cuando buena parte del mundo estaba mirando hacia otro lado, incluso en el mismo seno de la Iglesia católica. Han sido muchos los católicos que se empezaron a tomar en serio un gesto tan sencillo como reciclar la basura, así como las implicaciones que tienen el capitalismo salvaje y el consumismo desaforado sobre las poblaciones de todo el planeta, y no solo sobre la casa común que es nuestra Tierra.

A lo largo de estos años dio un mayor protagonismo a los laicos haciendo partícipe a todo el pueblo de Dios de una asamblea sinodal en el Vaticano, un hecho sin precedentes en la historia de la Iglesia y que lanzó al mundo imágenes de obispos y laicos en torno a mesas camilla que se han vuelto uno de los iconos de su pontificado. Quiso que desde todas las diócesis se invitara a creyentes, y también a no creyentes, a dibujar el rostro que la Iglesia ha de ofrecer a este mundo en cambio constante. Y poco a poco fue poniendo en primera línea a la mujer, incluso colocando a varias de ellas en puestos estratégicos de la Curia vaticana, actualizando de manera sostenible y firme aquella expresión sobre el «genio femenino» de Juan Pablo II, a quien canonizó junto al Papa del Concilio Vaticano II, Juan XXIII. Otras canonizaciones remarcables de Francisco durante su pontificado fueron la del arzobispo salvadoreño Óscar Romero, que llevaba parada algunos años, o santa Teresa de Calcuta, a quien el mundo y la Iglesia consideraban santa ya en vida. De este modo, marcó el récord de canonizados, 942 en total, pero también mostró una santidad asequible a todo el pueblo de Dios, poniendo el foco en aquellos «santos de la puerta de al lado» que resaltó en su Gaudete et exsultate.

En cuanto a la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia católica continuó con la línea emprendida por su predecesor Benedicto XVI, y hoy se puede decir que todas las ramificaciones de la Iglesia de Cristo en el planeta abordan este espinoso tema con tolerancia cero y cuentan con los recursos efectivos para que esta lacra no se vuelva a repetir.

El coche del Papa sale de la embajada rusa a las horas de empezar la guerra

El coche del Papa sale de la embajada rusa a las horas de empezar la guerra. Foto: Télam.

El control de las finanzas fue la otra gran batalla de Francisco en términos ad intra. En aras de una mayor transparencia y un mejor control institucional, creó organismos como la Oficina del Revisor General, encargada de supervisar los gastos de la Santa Sede y del Estado vaticano. También promovió políticas de austeridad como los recortes salariales y la eliminación de gastos superfluos en todas las oficinas vaticanas. Sin duda, este será uno de los principales desafíos para su sucesor, sobre todo cuando se trata de disminuir al menos en parte los 83 millones de euros de déficit que la Santa Sede declaró en su balance del año pasado.

Esta reforma se enmarca en otra más general, la de la Curia vaticana, una de las iniciativas de Francisco casi desde el primer día de su pontificado. De hecho, él mismo comentó en varias ocasiones a este respecto que se limitaba a seguir las indiciaciones de los cardenales que participaron en el cónclave que le eligió como Papa. Empezó creando un consejo de cardenales cuya composición fue variando a lo largo de los años, y cuyo trabajo desembocó en la constitución Praedicate Evangelium. Así, reorganizó y adelgazó el entramado curial para dejarlo en 16 dicasterios; promovió una mayor descentralización del poder, y permitió que laicos y mujeres ocuparan puestos de liderazgo efectivo dentro del organigrama. Además de configurar un nuevo mapa base para el trabajo en Roma, estas coordenadas son ya una guía para las líneas maestras que se han de seguir en las diferentes diócesis de todo el mundo.

Todos estos movimientos dentro y fuera de Roma respondían a un solo fin: la evangelización. De hecho, nada más llegar a la sede de Pedro publicó lo que fue su documento programático: Evangelii gaudium, una auténtica declaración de intenciones bajo la que han de mirarse sus doce años en Roma. Allí quiso «indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años», decía, un itinerario que deseaba estuviera marcada por «la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús». Francisco, que ya mira al Señor cara a cara, seguro que ya intercede por que la barca de la Iglesia llegue a ese puerto.

Con la mirada puesta en jóvenes y familias
Francisco abraza a una familia en el año 2020

Los jóvenes y la familia han sido dos de los acentos pastorales en los que incidió especialmente el Papa en estos años. Pocas expresiones han calado tanto en los fieles como su «Hagan lío» que pronunció en la JMJ de Río de Janeiro en el año 2013, quizá junto a la más reciente «En la Iglesia caben todos, todos, todos», que dijo en su último encuentro con los jóvenes en Lisboa diez años después.

En esta línea quiso que muchas personas que han sufrido dificultades familiares se sintieran parte esencial de la comunidad eclesial, uno de los motivos que le hizo convocar nada menos que dos sínodos al tema de la familia. La iniciativa desembocó en la exhortación Amoris laetitia. Allí daba gracias a Dios «porque muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces».