El guionista y realizador italiano Paolo Genovese adapta una novela suya en esta película protagonizada por el aclamado Toni Servillo. La historia se ambienta en la Roma actual. Partimos de tres personajes que se van a suicidar: Emilia (Sara Serraiocco), subcampeona de atletismo; Arianna (Margherita Buy), una policía del turno de noche, y Napoleone (Valerio Mastandrea), conocido gurú de la autoayuda. La primera está frustrada por no conseguir ganar nunca; la segunda no ha superado la muerte de su hija de 17 años; el tercero no encuentra sentido a su vida y no cree en nada de lo que predica. En el momento de perpetrar su suicidio, a los tres se les aparece un misterioso hombre sin nombre (Toni Servillo), que les suspende en el tiempo y les da una semana para que reconsideren juntos su decisión de quitarse la vida. La película sigue el transcurso de esos siete días y el recorrido personal que hace cada uno de ellos. Al terminar la semana deberán decidir si morir o seguir viviendo.
Esta película emparenta con otras muchas de temática parecida y que se sitúan a caballo entre el drama trascendente y el género fantástico, como ¡Qué bello es vivir!, Family man o las múltiples adaptaciones del Cuento de Navidad de Dickens. Y casi todas estas historias tienen algo en común, el descubrimiento del ignorado valor del presente. En casi todas hay también un mediador del más allá: un ángel, un fantasma… Lo que sea el personaje de Toni Servillo lo descubriremos justo al final de la cinta.
El planteamiento del filme es bastante inteligente desde un punto de vista antropológico. Indaga en los deseos del corazón humano, haciendo aflorar el más profundo, el de la felicidad. Pero, a la vez, pone en el centro el misterio de la libertad. La libertad de aceptar la salvación o rechazarla. Aunque la película es laica, no puede negar su estructura cristiana de fondo. Incluso algunas frases tienen ecos muy evidentes, como cuando un personaje dice: «No me quise fiar de quien lo dio todo por salvarme». Pero lo más curioso es que, en los tiempos nihilistas que corren, la película es muy esperanzada, ofreciendo una salida redentora incluso a los que rechazan la salvación.
El primer día de mi vida tiene una puesta en escena que recuerda a las cintas independientes de principios de siglo, tipo Vidas contadas, con diálogos inteligentes y la cámara siempre pendiente de sacar a la luz el interior de los personajes. Unos actores solventes contribuyen a dar realismo a una historia que, en realidad, es fantástica. Por otra parte, las localizaciones ayudan a incorporar al espectador, con las noches maravillosas de Roma y unos interiores muy trabajados. En fin, una película que, sin ser redonda, se sigue con interés y toca con cierta hondura los grandes temas existenciales.
Paolo Genovese
Italia
2023
Comedia
+12 años