El Papa y el Gran Imán de Al-Azhar sellan un pacto por la fraternidad y la unidad de toda «la familia humana» - Alfa y Omega

El Papa y el Gran Imán de Al-Azhar sellan un pacto por la fraternidad y la unidad de toda «la familia humana»

Francisco invita a todas las religiones a promover la reconciliación en Abu Dhabi al sellar el documento de Fraternidad Humana

Juan Vicente Boo
El Papa Francisco con el Gran Imán de Al-Azhar

En un encuentro sin precedentes por el lugar y alcance, el Papa Francisco y el Gran Imán de la Universidad de Al-Azhar, Ahmed al Tayeb, principal líder religioso islámico, han firmado este lunes 4 de febrero en Abu Dhabi el documento de Fraternidad Humana y han recibido el premio de ese mismo nombre, establecido por los Emiratos Árabes Unidos para promover la fraternidad entre religiones.

El documento, musulmán y cristianos a la vez, subraya «en el nombre de Dios» la obligación de velar por toda persona humana, dirigiendo un llamamiento especial a los líderes intelectuales y los medios de comunicación para que promuevan la paz en estos momentos de peligro debido al «extremismo religioso y nacional».

El texto conjunto reclama el derecho a la libertad y a la «protección de los lugares de culto, templos, iglesias y mezquitas», reafirmando el concepto de «ciudadanía» –en lugar de la religión– como base de los derechos, que deben extenderse plenamente a la mujer.

Según el portavoz del Papa, Alessandro Gisotti, el documento «representa un paso de gran importancia en el dialogo entre cristianos y musulmanes, y es un potente signo de paz y de esperanza para el futuro de la humanidad».

Saludo en árabe

En un vigoroso discurso, iniciado con el tradicional saludo en árabe –«la paz esté con vosotros»–, el Papa ha afirmado ante setecientos líderes de casi todos los credos que las religiones deben abordar «la tarea urgente de construir puentes entre los pueblos y las culturas».

Según Francisco, «ha llegado el momento de que las religiones se empeñen más activamente, con valor y audacia, en ayudar a la familia humana a madurar la capacidad de reconciliación, de esperanza y de paz».

El emocionante acto nocturno al aire libre ante el Monumento al fundador de la patria ha dado comienzo con el saludo del emir de Dubái y vicepresidente de los Emiratos, Mohammed bin Rashid al Maktoum, quien ha sorprendido anunciando la creación del Premio de la Fraternidad Humana y su concesión ex-equo al Papa y al Gran Imán de la Universidad de Al-Azhar, Ahmed al Tayeb.

El estudioso egipcio, gran amigo de Francisco y líder religioso de mil cien millones de musulmanes sunníes es también, en un plano más político, presidente del Consejo Musulmán de Ancianos, creado en los Emiratos para favorecer la paz entre los pueblos, y promotor de este llamamiento a la concordia entre las religiones lanzado desde la Península Arábiga, la Tierra Santa del Islam.

El Papa ha comenzado subrayando: «Desde vuestra patria me dirijo a todos los países de la Península», entre los que destaca Arabia Saudí, y explicando que «en el octavo centenario del encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Ka mil de Egipto, he aceptado venir aquí como un creyente sediento de paz, como un hermano que busca la paz con los hermanos».

Recordando la enseñanza insistente de la Iglesia católica desde que Pío XII tuvo que hacer frente al nazismo, Francisco ha señalado que «el punto de partida es reconocer que Dios está en el origen de la familia humana. Él, que es el Creador de todo y de todos, quiere que vivamos como hermanos y hermanas, habitando en la casa común de la creación que él nos ha dado».

Ante líderes de casi todas las religiones –con predominio de musulmanes y cristianos– el Papa ha insistido en que «no se puede honrar al Creador sin preservar el carácter sagrado de toda persona y de cada vida humana: todos son igualmente valiosos a los ojos de Dios».

Y ha añadido que «reconocer los mismos derechos a todo ser humano es glorificar el nombre de Dios en la tierra. Por lo tanto, en el nombre de Dios Creador, hay que condenar sin vacilación toda forma de violencia, porque usar el nombre de Dios para justificar el odio y la violencia contra el hermano es una grave profanación».

En una especie de «ejercicios espirituales» a representantes del judaísmo, el cristianismo el Islam y las religiones asiáticas, Francisco ha insistido en que «la conducta religiosa debe ser purificada continuamente de la continua tentación de juzgar a los demás como enemigos y adversarios. Todo credo esta llamado a superar la brecha entre amigos y enemigos, para asumir la perspectiva del Cielo, que abraza a los hombres sin privilegios ni discriminaciones».

El Santo Padre ha elogiado a los Emiratos por el modo en que este país «tolera y garantiza la libertad de culto, oponiéndose al extremismo y al odio» y vigilando «para que la religión no sea instrumentalizada» al servicio de la violencia y el terrorismo.

Sugiriendo un nuevo paso, Francisco ha pedido verdadera «libertad religiosa», que «no se limita a la libertad de culto sino que ve en el otro a un verdadero hermano, un hijo de mi propia humanidad, que Dios deja libre y que ninguna institución humana puede forzar, ni siquiera en su nombre».

Según el Santo Padre, las religiones tienen también la tarea de denunciar las condiciones injustas en la economía y promover «la desmilitarización del corazón», pues «la carrera de armamentos, la extensión de zonas de influencia, las políticas agresivas nunca traerán estabilidad. La guerra no sabe crear nada más que miseria, las armas solo traen muerte», como se ve «de modo particular en Yemen, Siria, Irak y Libia». El Papa ha condenado sin fisuras el «poder armado» y la guerra de Yemen en su viaje a los Emiratos Árabes Unidos.

Por el contrario, «la fraternidad humana nos exige, como representantes de las religiones, el deber de desterrar todos los matices de aprobación de la palabra guerra. Devolvámosle a su miserable crudeza. Dios está con el hombre que busca la paz».

El Papa concluirá este martes su visita a los Emiratos celebrando la misa en la ciudad deportiva Zayed, que albergará entre el estadio de futbol y las explanadas circundantes a mas de cien mil fieles.

Juan Vicente Boo / ABC