El Papa visita Brasil - Alfa y Omega

El Papa visita Brasil

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva.

El reciente viaje del Papa Benedicto XVI a Brasil ha sido el primero que realizaba a Hispanoamérica, y, además, como está tan lejos, parece que se ha esforzado mucho en que en estos cinco días le diera tiempo para hacer muchas cosas. El principal motivo del viaje era inaugurar la V Conferencia de los obispos iberoamericanos, que se reúnen desde el domingo para estudiar y buscar soluciones a los principales problemas de ese gigantesco continente.

Pero estos días, el Papa también ha querido estar cerca del pueblo brasileño. Brasil es el país que más católicos tiene en el mundo, con 140 millones. Sin embargo, en los últimos años ha habido algunos problemas porque bastante gente está siendo víctima de las sectas. Sin dejar de reconocer la culpa de éstas, el Papa también ha animado a los católicos a intentar resolver esto cuidando y acompañando a la gente, ayudándolos en lo material y también enseñando la verdad, para evitar que se les engañe.

De lo primero que hizo el Papa en Brasil fue reunirse con muchos miles de jóvenes, a los que invitó a implicarse en anunciar a Jesús a los demás jóvenes. Los jóvenes no son sólo el futuro de la Iglesia –explicó– sino también su presente, el rostro joven de la Iglesia. Con esto, el Papa animaba a los más jóvenes a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy: ser testigos del Evangelio.

En realidad, ese mensaje se lo ha dirigido a todos los hispanoamericanos. Según ha explicado, los católicos de Hispanoamérica, que hace siglos recibieron la Buena Noticia de Jesús de otros, ahora tienen que convertirse en quienes la transmitan en sus mismos países, y al mundo entero.

El Papa visitó también un centro de rehabilitación para personas adictas a las drogas y el alcohol, que conviven allí con otras personas necesitadas. Desde allí pidió a los traficantes de droga que dejen de hacer tanto daño a las personas de todas las edades y clases sociales.

Uno de los últimos actos del Papa antes de dejar Brasil fue visitar el santuario de Nuestra Señor de Aparecida, una Virgen muy querida que es la Patrona de Brasil. Su santuario es el más grande del mundo.