El Papa implora la paz en Tierra Santa tras el último estallido de violencia - Alfa y Omega

El Papa implora la paz en Tierra Santa tras el último estallido de violencia

Pide a las autoridades palestinas e israelíes que busquen caminos de paz

Ángeles Conde Mir
El Papa saluda a los 15.000 fieles que lo han acompañado desde la plaza de San Pedro. Foto: CNS photo / Vatican Media.

«Con dolor he sabido que una vez más se ha derramado sangre en Tierra Santa. Espero que las autoridades israelíes y palestinas puedan reanudar un diálogo directo para poner fin a la espiral de violencia y abrir caminos de reconciliación y paz». Así pidió el Papa este domingo que Israel y Palestina pongan fin al último que, con epicentro en Yenín, sigue lacerando la tierra de Cristo.

Además, recordó que se celebra este domingo el Domingo del Mar. Dio las gracias a los marineros por proteger los océanos y también a los capellanes y voluntarios del apostolado del Mar. «Me gustaría mencionar con agradecimiento a quienes trabajan con Mediterranea Saving Humans para rescatar a los migrantes en el mar, ¡muchas gracias hermanos y hermanas!», añadió Francisco subrayando la labor de estas organizaciones de salvamento en el Mediterráneo. Hace unos meses, el Pontífice recibió a una delegación de esta ONG encabezada por su capellán, el sacerdote Mattia Ferrari.

En su catequesis previa al rezo del ángelus de este domingo, el Papa quiso centrarse «en las cosas por las que Jesús alaba al Padre y en los pequeños que saben acogerlas».

¿Sabemos asombrarnos de las cosas de Dios?

En primer lugar, Francisco explicó que Jesús alaba al Padre por los milagros que reflejan que «Dios se revela liberando y sanando al hombre con un amor gratuito que salva». La grandeza del Padre consiste en el amor, por ello, el Papa lamentó que haya quien no comprenda este actuar gratuito de Dios porque «se fabrica un dios a su propia imagen: poderoso, inflexible y vengativo».

De la misma forma, quien está lleno de sí mismo y convencido de que no necesita a nadie, dijo Francisco, tampoco logra acoger a Dios como Padre. Es lo que le sucede a Jesús en varias ciudades como Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm donde, a pesar de realizar prodigios, sus habitantes fueron indiferentes a la predicación de Jesús porque no supieron leer los milagros como señales del amor de Dios.

Como niños que se saben necesitados

A continuación, el Santo Padre explicó que, en cambio, los pequeños sí saben acoger estas obras del Padre. Son aquellos cuyo corazón «está libre de la presunción y del amor propio»: «Los pequeños son aquellos que, como los niños, se sienten necesitados y no autosuficientes, están abiertos a Dios y dejan que sus obras los asombren. ¡Ellos saben leer sus signos y asombrarse por los milagros de su amor! ¿Sabemos asombrarnos de las cosas de Dios?».

Por último, el Pontífice invitó a recordar los ejemplos de la bondad de Dios en la vida de cada uno. Por eso, advirtió del riesgo de que el corazón se acostumbre a los milagros de Dios y pierda la capacidad de asombrarse, de impresionarse. Francisco, con un juego de palabras, animó a que las obras de Dios queden «impresas» en el corazón como fotografías «de modo que la «fotografía» de Dios-amor se haga cada vez más luminosa en nosotros y a través de nosotros». Así, dejó algunas preguntas para la reflexión personal: «¿Sé detenerme en las grandes cosas que Dios hace? ¿Me dejo asombrar como un niño por el bien que cambia el mundo silenciosamente? ¿Y bendigo al Padre cada día por sus obras?».