El Papa Francisco, en su encuentro con cofradías y hermandades de todo el mundo: «No os conforméis con una vida cristiana mediocre» - Alfa y Omega

El Papa Francisco, en su encuentro con cofradías y hermandades de todo el mundo: «No os conforméis con una vida cristiana mediocre»

El Papa Francisco clausuró, el pasado domingo, la Jornada de Cofradías y Piedad Popular que se celebró en Roma, los pasados 3, 4 y 5 de mayo. Al concluir este encuentro, en el que participaron Hermandades y Cofradías de todo el mundo, y que contó con catequesis en distintos idiomas, el Santo Padre resaltó tres aspectos indispensables para la acción de estas asociaciones en la era de la nueva evangelización: su labor caritativa, la llamada a evangelizar desde Cristo, y la necesidad de estar en comunión con los obispos

José Antonio Méndez
En las fotografías, miembros de diferentes hermandades y cofradías de todo el mundo, en la Plaza de San Pedro, el pasado domingo.

Autenticidad evangélica, eclesialidad y ardor misionero. Éste es el programa de vida que el Papa Francisco propuso a las cofradías y hermandades de los cinco continentes, en la clausura de la Jornada Mundial de Cofradías y Piedad Popular que se celebró, en Roma, los pasados 3, 4 y 5 de mayo. Ante más de 50.000 miembros de hermandades de todo el mundo, el Santo Padre resaltó el enorme potencial que, en la era de la nueva evangelización, ofrece esta «realidad tradicional en la Iglesia, que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento».

Un tesoro de la Iglesia

Aunque no faltan voces que, desde fuera de la Iglesia –e, incluso desde dentro–, menosprecian las expresiones de piedad popular como si fuesen poco más que una especie de herencia cultural indeseada, o un cauce para los sentimientos supersticiosos de gente ignorante, el Santo Padre se refirió a la religiosidad popular como un «un tesoro que tiene la Iglesia».

Se trata de la misma idea que numerosos obispos de todo el mundo, y en particular de Iberoamérica, expusieron durante el Sínodo de los Obispos sobre nueva evangelización, que se celebró en octubre de 2012. En aquel Sínodo, el arzobispo mexicano monseñor Aguiar Retes explicó, sirviéndose del Documento de Aparecida y de la Exhortación Ecclesia in America, de Juan Pablo II, que «la religiosidad popular sigue viva y es la gran reserva potencial de nuestros pueblos», y añadía que «una característica peculiar de América es la existencia de una piedad popular profundamente enraizada en sus diversas naciones, presente en todos los niveles sociales, revistiendo una especial importancia como lugar de encuentro con Cristo para todos aquellos que, con espíritu de pobreza y humildad de corazón, buscan sinceramente a Dios».

Tres claves, con acento porteño

Por eso, en su intervención del pasado domingo ante cofradías y hermandades de todo el mundo, el Santo Padre también se sirvió de su experiencia como arzobispo de Buenos Aires y de sus conocimientos sobre la religiosidad popular en Iberoamérica para marcar las tres claves que han de guiar el apostolado de estas asociaciones públicas de fieles en la era de la nueva evangelización.

La primera de las claves, sirviéndose de un término utilizado por Benedicto XVI, es la evangelicidad: «Los obispos iberoamericanos han definido a la piedad popular como una espiritualidad, una mística, que es un espacio de encuentro con Jesucristo».De ahí que el Pontífice exhortase a cofrades y hermanos a vivir con ardor su llamada a la santidad, centrándose en la relación personal con Cristo por encima de cualquier aspecto externo: «Acudid siempre a Cristo, fuente inagotable; reforzad vuestra fe, cuidando la formación espiritual, la oración personal y comunitaria, la liturgia». Y añadía un llamamiento que era tanto una propuesta de futuro, como un reconocimiento de la gran aportación de estas realidades a la Iglesia: «A lo largo de los siglos, las hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor. Caminad con decisión hacia la santidad; no os conforméis con una vida cristiana mediocre, sino que vuestra pertenencia sea un estímulo, ante todo para vosotros, para amar más a Jesucristo».

La segunda clave que resaltó el Papa Francisco fue la eclesialidad, pues «la piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros pastores». Así, ante los 50.000 peregrinos, entre los que había representantes de Cofradías y de todas las diócesis españolas, recordó que no son lícitos los recelos y enfrentamientos que, a veces, se dan entre hermandades y párrocos (e incluso obispos), como si estas asociaciones fuesen más bien entidades culturales independientes de la voz del Magisterio, que miembros fieles de la Iglesia: «La Iglesia os quiere. Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas. Los obispos latinoamericanos han dicho que la piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia. Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana».

Lo esencial, desde el principio

No obstante, el Papa recordó que los peligros de descuidar la vida cristiana para centrarse en lo accesorio (la estética de pasos e imágenes, los estandartes, los cantos, los varales, los palios, etc.), así como las dificultades en la comunión que pueden surgir entre cofradías e Iglesia local, o entre las propias hermandades –como si fuesen hinchas de equipos de fútbol rivales–, no son nuevos, ni se resuelven poniendo el acento en lo que separa: «Ya en la Iglesia naciente fue necesario discernir lo que es esencial para ser cristianos, para seguir a Cristo, y lo que no lo es. Los apóstoles y los ancianos tuvieron una reunión importante en Jerusalén, un primer concilio sobre esto, a causa de los problemas que habían surgido después de que el Evangelio hubiera sido predicado a los gentiles, a los no judíos. Fue una ocasión providencial para comprender mejor qué es lo esencial: creer en Jesucristo, muerto y resucitado por nuestros pecados, y amarse unos a otros como Él nos ha amado. Notad cómo las dificultades no se superaron fuera, sino dentro de la Iglesia».

Evangelizadores desde la caridad

Por último, el Pontífice apuntó a la necesaria misionariedad de las hermandades y cofradías, y animó a sus miembros a ser «auténticos evangelizadores; que vuestras iniciativas sean puentes, senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios». Porque, «cuando lleváis en procesión el crucifijo con tanta veneración y amor al Señor, no hacéis sólo un gesto externo», sino que «indicáis que es necesario seguir a Cristo en el camino concreto de la vida para que nos transforme». Y concluyó: «La fe, que nace de la escucha de la Palabra de Dios, vosotros la manifestáis en formas que incluyen los sentidos, los afectos, los símbolos de las diferentes culturas… Y, haciéndolo, ayudáis a transmitirla a toda la gente, especialmente a los sencillos». Justo lo que se busca con la nueva evangelización.

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