El Papa envía un videomensaje de aliento a los cristianos de Irak
«Os doy las gracias por vuestro testimonio», les dice el Papa en a los cristianos de Irak en un videomensaje enviado a los cristianos de Irak por medio del cardenal Barbarin, arzobispo de Lyon
«Me gustaría saludar a todos y cada uno de vosotros, junto con el cardenal Philippe Barbarin, que os lleva de nuevo la preocupación y el amor de toda la Iglesia. Yo también, quisiera estar allí, pero ya no que puedo viajar, lo hago así… Pero estoy muy cerca de vosotros en estos momentos de prueba». «Os doy las gracias por vuestro testimonio» de fe en medio de tantas pruebas y dificultades. «¡Gracias! ¡Muchas gracias!».
El vídeo se proyectó el sábado en la ciudad de Erbil, durante una nueva visita del arzobispo de Lyon, diócesis hermanada desde el verano con la de Mosul. Francisco lamenta que haya quienes «no quieren que haya cristianos» en Irak, «pero vosotros dais testimonio de Cristo». «Pienso en las llagas, en el dolor de las madres con sus hijos, de los ancianos y de los desplazados, en las heridas de los que son víctimas de cualquier tipo de violencia».
El Pontífice reitera el mensaje que dio a su regreso de Turquía: los líderes religiosos «tenemos la obligación de denunciar todas los violaciones de la dignidad y los derechos humanos», y pide también que la comunidad internacional se involucre de manera más activa en los conflictos de Oriente Próximo.
Me gustaría saludar a todos y cada uno de vosotros, junto con el cardenal Philippe Barbarin, que os lleva de nuevo la preocupación y el amor de toda la Iglesia. Yo también, quisiera estar allí, pero ya no que puedo viajar, lo hago así…, pero estoy muy cerca de vosotros en estos momentos de prueba. Regresando de mi viaje a Turquía dije: Los cristianos son expulsados de Oriente Medio y sufren. Os doy las gracias por vuestro testimonio; hay tanto sufrimiento en él. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Parece que no quieren que allí haya cristianos, pero vosotros dais testimonio de Cristo. Pienso en las llagas, en el dolor de las madres con sus hijos, de los ancianos y de los desplazados, en las heridas de los que son víctimas de cualquier tipo de violencia.
Como recordé en Ankara, suscita una particular preocupación que a causa principalmente de un grupo extremista y fundamentalista, enteras comunidades, especialmente –pero no sólo– los cristianos y los yazidíes, hayan padecido y sufran todavía una violencia inhumana debida a su identidad étnica y religiosa. Cristianos y yazidíes han sido expulsados por la fuerza de sus hogares y han tenido que renunciar a todo para salvar la vida y no renegar de la fe. La violencia se ha cebado también en los edificios sagrados, en los monumentos, en los símbolos religiosos y en los patrimonios culturales, como si quisiera borrar todas las huellas, toda la memoria de los otros.
¡Como líderes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas los violaciones de la dignidad y los derechos humanos!
Hoy me gustaría acercarme a vosotros que soportáis este sufrimiento, estar cerca de vosotros … Y pienso en Santa Teresa del Niño Jesús, que decía que ella y la Iglesia se sentían como una caña: cuando arrecian el viento y la tormenta, la caña se dobla, pero no se rompe. En este momento vosotros sois esa caña, os dobláis por el dolor, pero tenéis fuerza para llevar vuestra fe, que para nosotros es un testimonio. ¡Hoy sois las cañas de Dios. Las cañas que se pliegan bajo este viento feroz, pero que después se enderezarán!
Quiero daros las gracias de nuevo. Pido al Espíritu que hace nuevas todas las cosas, que de a cada uno de vosotros fortaleza y resistencia. Son dones del Espíritu Santo. Y al mismo tiempo pido encarecidamente, como hice en Turquía, mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan vuestras tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que impulsan a las personas a abandonar su patria y para promover las condiciones para que puedan permanecer o regresar. Espero que regreséis, que podáis regresar.
Queridos hermanos y hermanas, estáis en mi corazón, en mi oración y en los corazones y oraciones de todas las comunidades cristianas a las que pediré que recen especialmente por vosotros el 8 de diciembre, que recen a la Virgen, para que os proteja mantenerse: Ella, que es madre, os proteja.
Hermanos y hermanas, vuestra resistencia es martirio, rocío que fecunda. Por favor, os pido que recéis por mí; que el Señor os bendiga, que la Virgen os proteja. Que Dios omnipotente os bendiga, Padre, Hijo y Espíritu Santo.