El Papa advierte a los jóvenes de Lituania frente al individualismo y la desesperanza ante el futuro
«La verdadera identidad supone la pertenencia a un pueblo», asegura Francisco en Vilnius, tras recordar las dos traumáticas ocupaciones (la nazi y la soviética) que ha sufrido Lituania
En su primer discurso en Lituania, tras reunirse en la mañana del sábado con la presidenta Dalia Grybauskaité en el Palacio presidencial, Francisco ha destacado la capacidad del pueblo lituano para superar «las ideologías totalitarias que quebraron la capacidad de albergar y armonizar las diferencias, sembrando violencia y desconfianza». Los instrumentos para ello fueron los valores de «tolerancia, hospitalidad, respeto y solidaridad».
Francisco aludía en su primera intervención a las dos traumáticas ocupaciones, la nazi y la soviética, que ha vivido este país, que ahora celebra el centenario de su independencia. «Un siglo –dijo– marcado por múltiples pruebas y sufrimientos que han tenido que sobrellevar (detenciones, deportaciones, incluso el martirio», aseguró el Papa en su encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.
El Obispo de Roma instó a «recuperar la memoria de lo vivido para tomar contacto con todo aquello que los ha forjado como nación y encontrar allí las claves que les permitan mirar los desafíos presentes». E invitó a la nación a «albergar las diferencias» frente a «las voces que siembran división y enfrentamiento».
«Todos han encontrado en estas tierras un lugar para vivir: lituanos, tártaros, polacos, rusos, bielorrusos, ucranianos, armenios, alemanes; católicos, ortodoxos, protestantes, viejos católicos, musulmanes, judíos; han vivido juntos y en paz hasta que llegaron las ideologías totalitarias que quebraron la capacidad de albergar y armonizar las diferencias sembrando violencia y desconfianza», añadió al comienzo de un viaje de cuatro días que le llevará también por tierras de Estonia y Letonia.
Encuentro con los jóvenes
Francisco continuó su agenda en este país con una visita al santuario Mater Misericordiae de Vilnius, tras lo cual se desplazó a la plaza de la catedral para celebrar un encuentro con jóvenes. El Papa les previno frente al individualismo y el egoísmo. «Es viendo la fragilidad de otros lo que hace que nos “ubiquemos” y evita que vivamos lamiéndonos las propias heridas».
«Cuántos jóvenes se van del país por falta de oportunidades, cuántos son víctimas de la depresión, el alcohol y las drogas. Cuántas personas mayores solas, sin nadie con quien compartir el presente y temerosas de que vuelva el pasado».
«Lo que le pasa al otro, me pasa a mí», añadió Francisco, animando a los jóvenes a rebelarse «contra la corriente de ese individualismo que aísla, que nos vuelve egocéntricos y vanidosos, preocupados solamente por la imagen y el propio bienestar».
El Papa recomendó a los jóvenes «apostar por la santidad» desde el encuentro y la comunión con los demás, «atentos a sus necesidades», pues la «verdadera identidad supone la pertenencia a un pueblo». «No existen identidades de laboratorio ni identidades destiladas», advirtió.
Y animó a los chicos y chicas a cultivar la interioridad en la oración, que «puede ser una experiencia de batalla espiritual», puesto que es allí donde aprendemos «a escuchar al Espíritu, a discernir los signos de los tiempos y a recuperar las fuerzas para seguir anunciando el Evangelio hoy».
Aunque a veces creer en Jesús implique dar saltos de fe en el vacío o trastoque los esquemas de vida, el Papa pidió a los jóvenes «ser valientes» y animarse a participar con Cristo en «la revolución de la ternura», porque «seguir a Jesús es una aventura apasionante que llena nuestra vida de sentido, que nos hace sentir parte de una comunidad que nos anima y acompaña, que nos compromete a servir».