El arzobispo de Toledo inaugura un Sagrado Corazón que «bendecirá a los que lo contemplen»
Ubicado en el cerro del Mogorro, «uno de los montes más significativos de la zona», pretende ser «una apuesta por mantener viva la espiritualidad popular»
El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, bendijo el pasado 21 de junio un monumento al Sagrado Corazón de Jesús en La Nava de Ricomalillo. Es un pequeño pueblo de tan solo 515 habitantes en el arciprestazgo de Belvís de la Jara, que depende de la archidiócesis. La escultura está ubicada sobre el cerro del Mogorro, que el mismo prelado definió en su carta dominical del 15 de junio como «uno de los montes más significativos de la zona».
Según sus propias palabras, desde allí «elevado sobre todos, será contemplado desde los caminos y carreteras, como un faro espiritual que llama, consuela y fortalece». Y tal y como apunta el prelado, «bendecirá a todos los que la contemplen, recordándonos que ese Corazón que tanto nos ama es siempre fuente de gracias».
Según adelantó Francisco Cerro en su misiva antes de desplazarse a La Nava de Ricomalillo el pasado sábado, esta imagen aspira a no ser «solo un acto de devoción, sino una apuesta por mantener viva la espiritualidad popular y el amor al Corazón de Cristo». De hecho, según el arzobispo de Toledo, esta iniciativa impulsada por los sacerdotes Enrique Rodríguez y Héctor Rodríguez y por el alcalde Rufino Muñoz «se ha convertido en un signo visible de fe, esperanza y bendición».
Madrid también prepara un Sagrado Corazón
La reciente construcción de este monumento en Toledo supone un retorno a las raíces que otros diferentes territorios en España están adoptando en estos tiempos, como lo demuestra también el actual proyecto que la archidiócesis de Madrid está impulsando en Boadilla del Monte. Allí tiene previsto levantar el Sagrado Corazón más grande del planeta, con 37 metros de altura y 60 de envergadura. En este caso, la fecha esperada para la inauguración de esta obra que aún está por iniciarse y que coordinará el escultor Javier Viver —célebre, entre otras obras, por su Virgen de Hakuna— es 2030.