El Mundial de Catar - Alfa y Omega

La designación de Catar como sede del Mundial de Fútbol no fue una buena decisión. Catar —o, más bien, su emir— quiso comprarse un Mundial como el que organiza una fiesta en su casa; algunos dicen que para blanquear su imagen, pero ni siquiera parece que esto les haya importado. Más allá de posibles corruptelas mafiosas de naturaleza económica y de dudosas maniobras políticas, todos hemos sido testigos, en directo, del desprecio absoluto a los derechos humanos, de la muerte de miles de trabajadores migrantes en la construcción de impresionantes estadios de fútbol o, ahora ya terminado el Mundial, de la postura adoptada en los estadios ante la decisión de condenar a la horca a un futbolista iraní por expresarse a favor de Mahsa Amini.

Respetar las distintas culturas y las civilizaciones, las tradiciones y las diferencias, no supone mirar a otro lado ante tales violaciones de derechos. Es una responsabilidad de todos —también de la organización internacional del fútbol, la FIFA— promover y proteger los derechos humanos y los principios universales de libertad, dignidad, justicia o bien común, que constituyen la base de eso que se ha venido en denominar la humanidad común. La Declaración Universal de Derechos Humanos debe seguir inspirando los ordenamientos jurídicos de los estados que conforman la comunidad internacional, sea cual sea la cultura y la civilización en la que se insertan. En palabras del premio Princesa de Asturias Amartya Sen, en su obra La idea de la justicia, los derechos humanos son vigorosos pronunciamientos éticos que deben prevalecer por encima de cualquier consideración cultural.

Frente a los agoreros sobre el declive del modelo de Occidente que únicamente se soliviantan ante los abusos policiales norteamericanos del caso Floyd, es preciso poner en valor, sin ningún tipo de complejos, el aporte dado por el cristianismo, del que ha brotado nuestra cultura occidental: el triunfo y la centralidad del individuo y de su dignidad humana. Todos en general, y la FIFA en particular, hemos sido especialmente permisivos con Catar y con todo lo que ha acontecido en torno a un Mundial de Fútbol que, por fin, ha terminado.