El conmovedor testimonio de perdón de la familia de una religiosa india mártir
Este viernes se celebró en Madrid una nueva edición de la Noche de los Testigos, una vigilia de oración por los cristianos perseguidos. En el acto se escuchó la historia de Rani María Vatalil, una religiosa a la que asestaron 54 cuchilladas por entrometerse en los negocios sucios de los usureros de la zona. La familia perdonó al asesino, que terminó acudiendo a la beatificación de la religiosa
Era el 25 de febrero de 1995 cuando la hermana Rani Maria Vattalil subió a un autobús; allí la esperaba un joven de 22 años, Samandar Singh, que había sido contratado para asesinar a esta religiosa, cuya actividad incomodaba los negocios sucios de los usureros de la zona. 54 cuchilladas sellaron ese pacto macabro y mientras Rani María subía al cielo pronunciando entre sus labios el nombre de Jesús, Samandar era detenido y conducido a la cárcel; poco después los jueces le condenarían a cadena perpetua.
Pero la historia no acaba aquí, ya que la familia de Rani María quiso ponerse en contacto con él, no para recriminar con dolor y venganza al asesino, sino para mirarle a los ojos con amor y compasión. Lo cuenta la hermana Leelama Ponnattu, compañera de congregación y amiga personal de Rani María, que el viernes participó en una nueva edición de la Noche de los Testigos, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada en la catedral de la Almudena. «Cuando llegó a la cárcel, Samandar estuvo mucho tiempo dándole vueltas a la idea de matar a la persona que le había engañado para que asesinara a Rani María. Sin embargo, allí iba a verle un sacerdote, que le ofrecía el consuelo espiritual. Eso le llevó al arrepentimiento. Pero el perdón total sucedió cuando visitó la cárcel la hermana carnal de Rani María, que le abrazó y le llamó “hermano”. Eso cambió para siempre la vida de Samandar Singh».
Durante años, la familia de la religiosa intercedió ante las autoridades para lograr la liberación de Samandar, hasta que lo consiguieron. Así, cuando salió de prisión, Samandar fue a la casa de la familia de su víctima y se postró a los pies de su madre, pero ella le levantó del suelo, le dio dos besos y le dijo con una sonrisa: «Tú eres mi hijo, me alegra que hayas venido». Y después besó sus manos porque «sobre estas manos está la sangre de mi hija».
Hoy Samandar tiene una vida totalmente recuperada, e incluso llegó a participar en la ceremonia de beatificación de Rani María, en noviembre de 2017.
«Ahora es más duro que entonces»
La hermana Leelama Ponnattu, de la misma congregación que Rani María y también originaria de la India, recuerda de ella que «desde muy joven quería ser misionera para servir a los más pobres de la India. Ella se sentía feliz por haber sido elegida para trabajar para ellos. “Son también hijos de Dios, nuestros hermanos y hermanas”, decía».
Hoy Leelama afirma que «la situación ahora es peor que en aquellos años, porque está aumentando la persecución en la mayoría de los estados de la India. Ha crecido mucho el hinduismo radical, y también la inmunidad debido a la inacción por parte del Gobierno. Cada vez es más frecuente unir cultura, política y religión en torno al hinduismo, y eso discrimina a los cristianos, que son los más pobres entre los pobres».
Sin embargo, aunque actualmente está prohibida la entrada de misioneros extranjeros en la India y en muchos estados hay leyes que prohíben la conversión al cristianismo, muchos cristianos se acercan a Leelama «para decirme: “Cuanta más persecución hay, nos volvemos más fuertes. No pensamos abandonar a Jesús”. A pesar de todo, quieren seguir siendo católicos, y nuestra misión es ayudarles en todo lo que podamos».