El cardenal Omella pide perdón por «la falta de fe y la corrupción» dentro de la Iglesia - Alfa y Omega

El cardenal Omella pide perdón por «la falta de fe y la corrupción» dentro de la Iglesia

En la apertura de la Asamblea Plenaria, el presidente de la Conferencia Episcopal ha reconocido que la fe ha perdido presencia en la cultura ambiental de nuestro país

Fran Otero
Sesión inaugural de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española. Foto: Fandiño.

El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, ha pedido perdón a Dios, a las víctimas y a la sociedad por la «falta de fe y la corrupción» dentro de la Iglesia, al tiempo que ha mostrado su compromiso por «su erradicación y prevención».

En su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de los obispos españoles, que se celebra esta semana entre Madrid y Santiago de Compostela, el purpurado ha asegurado que estas «inconsistencias internas de la Iglesia y los cristianos» provocan que «la fe pierda presencia en la cultura ambiental de nuestro país».

Se ha referido en concreto a la responsabilidad de los obispos en esta situación: «Pido perdón por ello, pues con nuestra falta de testimonio e incoherencias, por nuestras divisiones y falta de pasión evangelizadora, en no pocas ocasiones contribuimos, no sin escándalo, a la desafección y a la falta de confianza en la jerarquía, en la propia Iglesia».

Tras reconocer que «el Espíritu Santo continúa actuando en la historia», ha añadido: «Somos testigos de Jesucristo en la sociedad española del siglo XXI. El mensaje central que hemos de comunicar hoy es que Dios existe y que es bueno creer en Él. Anunciar que Dios nos ha manifestado su rostro en Jesucristo y que su presencia nos ayuda a mejorar la realidad».

Omella ha señalado que la Iglesia en la que sueña llega «a todos los rincones de la sociedad», una Iglesia en la que los laicos son «capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allí donde están», que «camina decidida hacia el encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano para sostenerlo, animarlo o para acompañarlo en su vida».

La propuesta de la sinodalidad

Las palabras del purpurado han estado muy marcadas por sus referencias a la sinodalidad, cuya puesta en marcha en la Iglesia, ha dicho, tiene efectos tanto a nivel eclesial como social. Y aprovechó, en este sentido, para lanzar un llamamiento: «Apartemos los monólogos y las ideologías que nos enfrentan».

«El sínodo no es un parlamento, no es tampoco un sondeo de opiniones. El sínodo es un momento eclesial cuyo protagonista es el Espíritu Santo. No es asamblearismo ni tampoco democracia, es sinodalidad. Los parlamentos pueden aprender mucho de este camino sinodal. Miremos lo que nos une y caminemos juntos hacia ellos», ha añadido.

Según ha dicho, es consciente de que el ambiente social y político en España «está, por desgracia, muy fragmentado» y, por ello, ha propuesto «dejar que el Espíritu Santo guíe el camino del pueblo de Dios, lo que redundará en una mayor cohesión social». «Las respuestas a los retos que nos plantea la sociedad en la que vivimos, debemos encontrarlas todos juntos, escuchándonos los unos a los otros a la luz del Espíritu Santo que es quien conduce a la Iglesia. […] Sí, los católicos, que estamos presentes en todos los ámbitos de la sociedad, en la medida que entremos en la dinámica sinodal que nos propone el Papa, ayudaremos a la cohesión, a la humanización y al bien común de España.», ha insistido.

Aunque el diálogo «va a generar diferencias» y «no nos gusta encontrarnos y escuchar al que no piensa como nosotros», Omella ha señalado que «no nos tienen que dar miedo las diferencias». «El diferente, el otro que no piensa como yo, me puede ayudar, me enriquece y, lo más importante, el Espíritu Santo me puede hablar a través de él», ha agregado.

Colaboración para salir de la crisis

En línea con este camino sinodal, el purpurado ha mostrado la voluntad de la Iglesia de «colaborar más activamente con las instituciones políticas y civiles para salir mejor de la crisis que estamos padeciendo». Se ha referido, a modo de ejemplo, a la Formación Profesional como garantía para el futuro de los jóvenes. «Es necesario que ministerios, patronales, sindicatos, asociaciones educativas e Iglesia cooperemos para potenciarla. La Iglesia puede ofrecer su gran experiencia demostrada durante decenios. Apartemos ideologías y caminemos juntos frente al reto del paro juvenil», ha sentenciado.

Asimismo, ha constatado otras cuestiones urgentes a nivel social, consecuencia de la crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia. Ha citado, en concreto, las 40.000 personas sin hogar o los once millones de personas que se encuentran en situación de exclusión social, según cifras de Cáritas. También el drama de la soledad, «que está afectando a muchos ancianos», o el de las redes sociales, «que impulsan a los jóvenes a ponerse muchas máscaras que les impiden mostrarse, aceptarse y ser queridos tal como son».

Con todo, cree que el sínodo puede ayudar a superar la imagen de una Iglesia de desiguales donde unos mandan y otros obedecen y para dejar de ser «una masa de espectadores o consumidores de unos servicios religiosos» y convertirse «en un pueblo de actores y trabajadores».

Finalmente, y a propósito de la próxima visita ad limina de los obispos españoles al Papa, el cardenal Omella ha mostrado «el sentimiento de profundo afecto y comunión plena de la Iglesia en España, de sus pastores y comunidades con el Papa Francisco, con su persona y magisterio».