El cardenal Cobo llama a la unidad en Pentecostés: «Donde hay divisiones, el testimonio se debilita» - Alfa y Omega

El cardenal Cobo llama a la unidad en Pentecostés: «Donde hay divisiones, el testimonio se debilita»

Insistió en que la unidad de la Iglesia no significa uniformidad, sino sinfonía: «La Iglesia, desde Pentecostés, está llamada a ser universal, pero con una sola gramática: la del amor de Dios»

Redacción
Foto: Archimadrid / Ignacio Arregui.

«2.000 años después hemos seguido necesitando paz en medio de la violencia, envío en medio del encierro y perdón donde tantas veces triunfa el rencor». Con estas palabras, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, comenzó su homilía en la celebración de la fiesta de Pentecostés, este domingo, 8 de junio, en la catedral de la Almudena. El arzobispo de Madrid invitó a los fieles presentes a dejarse transformar por el Espíritu para ser presencia viva del Evangelio en medio del mundo. El rojo litúrgico vistió el templo como símbolo del fuego del Espíritu, el cumplimiento de la promesa de Jesús: el don del Espíritu Santo.

Durante la homilía, el cardenal profundizó en el sentido teológico y existencial de Pentecostés, recordando que el relato de los Hechos comienza diciendo: «Al cumplirse el día de Pentecostés…». Según explicó, esta expresión no alude solo a una fecha, sino a un tiempo lleno de significado, «como si todo lo que Jesús había prometido encontrara por fin su plenitud». Ese cumplimiento, indicó, implica un antes y un después: una irrupción del Espíritu que transforma la historia, no como un fenómeno superficial, sino como «un terremoto del alma imposible de medir con instrumentos humanos». El arzobispo presentó cinco claves esenciales para comprender y acoger el don del Espíritu:

1
Paz, envío y perdón

El arzobispo insistió en que el Espíritu se comunica en tres palabras que «resumen el Evangelio y definen el cristianismo»:

Paz, porque «el miedo paraliza, pero la paz del Resucitado nos vuelve a poner en pie»

Envío, porque «no se trata de quedarse en la seguridad de la casa, sino de salir, de ir, de arriesgar».

Perdón, porque «el amor cristiano se mide por la capacidad de perdonar incluso cuando no tiene sentido humano hacerlo».

2
El Espíritu armoniza las diferencias

Recordando el pasaje de las lenguas de fuego en los Hechos, Cobo afirmó que «el Espíritu no anula las diferencias, las armoniza». Insistió en que la unidad de la Iglesia no significa uniformidad, sino sinfonía: «La Iglesia, desde Pentecostés, está llamada a ser universal, pero con una sola gramática: la del amor de Dios». Un lenguaje, ha añadido, que comprenden todos: «el africano y la abuela gallega, el joven japonés y la campesina andina».

3
La unidad frente a la división

En las palabras de san Pablo a los corintios, el cardenal recordó que «una Iglesia dividida no deja hueco al Espíritu». Denunció las divisiones internas como un obstáculo grave para el testimonio: «Donde hay divisiones, el testimonio se debilita, el mensaje se desdibuja. Solo el Espíritu de comunión hace creíble el Evangelio».

4
Abrirse al Espíritu como dulce huésped del alma

De la misma forma, pidió que el Espíritu Santo entre hasta lo más profundo de la Iglesia y de cada uno: «Pidamos al dulce huésped del alma que visite los rincones más oscuros y escondidos de su Iglesia». Invitó a dejarse sanar por el Espíritu, reconociendo que «no tendremos otro título de vanagloria que nuestra igual dignidad de bautizados, testigos y discípulos misioneros».

5
Pentecostés como inicio de la misión

Para concluir, destacó que Pentecostés marca el fin del tiempo pascual y el inicio de la misión de la Iglesia. «Es el fuego que no destruye, sino que impulsa», dijo. Como aliento de Dios, el Espíritu renueva y recrea: «Él ora en nosotros cuando ya no nos salen las palabras. Él hace nuevas todas las cosas, aun cuando creemos que todo está perdido». «Que nuestras vidas, nuestras comunidades, nuestras iglesias, puedan ser testigos vivos de la paz que reconcilia, del envío que impulsa, y del perdón que libera».