Cobo: «Faltaba una teología sobre la movilidad humana para ayudarnos a dialogar» - Alfa y Omega

Cobo: «Faltaba una teología sobre la movilidad humana para ayudarnos a dialogar»

El arzobispo de Madrid ha participado en la presentación de un libro sobre teología de la movilidad humana en la Fundación Pablo VI

Redacción
El cardenal Cobo durante la presentación del libro de la BAC
El cardenal Cobo durante la presentación del libro de la BAC. Foto: Fundación Pablo VI.

La Fundación Pablo VI ha acogido la tarde de este lunes la presentación del libro Teología de la movilidad humana. De la hospitalidad al derecho a no tener que migrar (BAC), del investigador del Instituto de Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas José Manuel Aparicio.

El cardenal Cobo, arzobispo de Madrid, presente en el acto, ha asegurado que «había una necesidad de esta teología de la movilidad humana». Este volumen analiza cómo desde los padres de la Iglesia se habla de migraciones, «un eje que quizá no habíamos visto y resulta que tenemos una reflexión armonizada de siglos al respecto». Con este conocimiento, también a través de los Papas, que ofrece Aparicio en el volumen, «los cristianos y la tradición podemos aportar qué es lo que necesitamos en nuestro tiempo. Y podemos dialogar con la política, con la economía, pero quizá necesitábamos saber desde dónde. Por eso agradezco esta teología, que ahora hay que empezar a desarrollar desde donde estamos». Este libro «propone dicho diálogo y nos da instrumentos; y, además, nos da una clave de lectura para decirnos qué tipo de humanidad queremos construir, porque, si no, nos la construyen».

Del autor, también responsable de laicos en la archidiócesis madrileña, ha destacado que su conocimiento de esta teología «es comprometida», porque «no se ha sentado en el despacho, sino que está en una parroquia y conoce el fenómeno migratorio desde Ceuta hasta Madrid. No habla de los migrantes, sino de llevarnos al rostro concreto de cada persona». Esto, ha añadido, tiene concreciones pastorales. El cardenal ha invitado a los presentes a «hacerlo desde la misma oración, el motor que nos lleva a anunciar el Evangelio», y a que «nuestras iglesias sean un espacio de diálogo y encuentro». Los cristianos, ha añadido, «queremos aportar nuestra tradición y reflexión actual para construir una antropología que todavía está modelándose».

¿Una cuestión de buenismo?

El director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, durante el coloquio previo en modo pregunta y respuesta, ha matizado en conversación con el autor, José Manuel Aparicio, que, en la era de la globalización, «que ha facilitado la movilidad», nos movemos «por ocio, por experiencias, pero también hay una movilidad forzada». Aparicio ha explicado que la movilidad humana, que ya la explicó Pablo VI, contiene «muchas experiencias, no solo la migratoria». Hay movimientos internos, dentro de un país, por ejemplo. Pero migrante «es todo aquel que vive un desarraigo».

José Manuel Aparicio, Jesús Avezuela y Julio Martínez, SJ, durante el coloquio. Foto: Fundación Pablo VI.

Julio Martínez, SJ, catedrático de Teología Moral en la Universidad Pontificia Comillas, otro de los participantes en la presentación del libro, ha respondido a Avezuela ante la cuestión de si la Iglesia tiene «la tesis de una acogida buenista de la migración», porque «también hay inseguridad, incertidumbre, miedos. Y también hay quien quiere que se le acompañe aquí». Martínez ha recalcado que «no queremos ser buenistas en el sentido de no pisar tierra, pero sí queremos ser buenos». En el migrante «está Cristo». Seguir el mandato de Jesús es «estar abierto en su necesidad». El discurso del buenismo, ha añadido, «está generado por personas que quieren dividir y apelan a las pasiones más bajas». Fratelli tutti pide que «formemos a los jóvenes para que se den cuenta de lo bueno que hay en acoger a los diferentes y no en sembrarles el odio». Pero el peligro está en el pensamiento, ha continuado Martínez, de «tengo mis intereses; cómo no voy a atender primero a mis conciudadanos». Eso es «llevar a la gente por caminos que nos envenenan el alma».

¿Hay un criterio único de la Iglesia sobre migraciones o hay dicotomías?, fue otra de las cuestiones «Hay una discusión ética, política, sobre cómo gestionar la interculturalidad. Pero luego tenemos que ver qué significado tienen las migraciones en nuestra identidad católica y forma de comprender a Dios. Y gestionamos a veces solo la parte ética», ha asegurado Aparicio. Pero el Dios cristiano «se ha revelado en la historia y a través de las migraciones. Es decir, somos hijos y dialogantes con las migraciones», ha constatado. «Los cristianos nos asociamos con ir a Misa, con el ámbito caritativo, pero hemos perdido el vínculo de que no se entiende el cristianismo sin la hospitalidad».

Necesidad de un flujo regulado a nivel europeo

Julio Martínez, por su parte, ha recalcado que «el mundo rico no debe ser consciente solo de sus fronteras, sino proponer para que otros pueblos puedan desarrollarse». En esto «no somos tan inconscientes como para decir que los países no tienen derecho a regular sus flujos. Esto no significa abrir fronteras y que entre quien quiera, hay una soberanía nacional. Pero ese derecho ejercido de forma egoísta, autorreferencial o cerrada no se comparte con la doctrina social de la Iglesia». Martínez ha sostenido que «los flujos no los puede regular cada país por separado». Es conveniente que «Europa se dé cuenta de que tiene que tomar el futuro en sus manos».

Finalmente, sobre la pregunta a cómo se integra la cultura, Aparicio ha asegurado «que es una cuestión complicada, porque toca aspectos sensibles del protagonista y de las comunidades acogedoras. Lo mejor es que la decisión sea libre y no forzada». Por su parte, Julio Martínez ha añadido que quien recibe «también tiene que estar dispuesto a hacer algún movimiento».