Cobo a los cursillistas de Madrid: «Os llamo a ser apóstoles de esperanza y de alegría»
«En tiempos oscuros el mundo necesita ver que hay creyentes capaces de confiar» aun cuando aparentemente no haya motivo, afirmó el arzobispo de Madrid en la ultreya diocesana de Cursillos de Cristiandad
La parroquia Santa María Micaela acogió en la tarde del viernes 30 de mayo la ultreya diocesana del movimiento de Cursillos de Cristiandad, que estuvo presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. El encuentro comenzó con una Eucaristía concelebrada por el vicario de la Vicaría VIII, Ángel Camino, y por una docena de sacerdotes de la diócesis de Madrid que caminan y acompañan espiritualmente al movimiento.
Pedro Pérez, consiliario diocesano, saludó al arzobispo de Madrid al comienzo de la celebración en un día en que «nos juntamos el pastor y esta porción de la Iglesia que el Señor le ha confiado en la diócesis de Madrid». «Queremos ser testigos de esperanza; nada como el anuncio de Cristo vivo devuelve al hombre la esperanza», sostuvo, haciendo referencia a la razón del movimiento de Cursillos, la evangelización. «Cuente con nosotros para esta gran tarea que el Señor le ha confiado de anunciar a Cristo en la diócesis de Madrid».
La promesa de la alegría
Ya en la homilía, el arzobispo de Madrid, retomó estas palabras señalando que «juntos, sin distinción y sin compartimentos estancos, participamos de una única misión», y subrayó que Jesús está presente cuando «los carismas que hemos recibido son para bien de toda la Iglesia».
En esta misión apostólica, «esa que todos compartimos», hay partos dolorosos, como se proclamaba en el Evangelio. Pero en esto, el Señor invita a «no huir del proceso y a permanecer fieles», porque en medio del dolor, «algo nuevo está naciendo».
En este sentido, «Jesús nunca nos ha prometido una vida fácil, Él lo que ha prometido es una vida fecunda». Cristo no maquilla la cruz, puso de manifiesto el cardenal Cobo, sino que «la abraza» e invita a abrazarla con esperanza. Más aún, Jesús «nos dice hoy: “no tengáis miedo, la herida, la tristeza, eso no es el final”» porque «vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Esperanza y confianza
La alegría del Evangelio, recalcó el cardenal Cobo, no es «la alegría fácil, es la que brota de la fidelidad, de saber que estamos en las manos del Padre». Es «aquella que dice que hay sentido a pesar de las dificultades y de las lágrimas».
El arzobispo de Madrid quiso recordar las palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium, «no se dejen robar la alegría que viene de la evangelización». «En tiempos oscuros -insistió el cardenal Cobo- el mundo necesita ver que hay creyentes capaces de confiar» aun cuando aparentemente no haya motivo. Y concluyó la homilía con una invitación: «Hoy os llamo en este encuentro a ser apóstoles de esperanza y de alegría».
Tras la Eucaristía, el encuentro continuó con testimonios personales sobre cómo se hace vida el lema del movimiento para este año, Al servicio de los demás (1 P 4, 10). El presidente diocesano, Juan Carlos Arcones (en la imagen inferior), expresó al cardenal Cobo que, «como movimiento de primer anuncio, estamos a su servicio», unas palabras que el cardenal Cobo recogió al asegurar que un buen cursillista sirve en tres dimensiones: «A los que tenemos al lado, no solo a los que hemos elegido sino a los que la vida nos pone» en las comunidades, en las familias; a las parroquias, epicentro de la vida de la fe, y a la diócesis.
Esto exige «sentir con todos los demás, y esto lo hacéis muy bien». Y aseguró contar con la buena disposición de Cursillos para la evangelización, la formación y la implantación del catecumenado de adultos diocesano. «Ahora que terminamos este encuentro —se despidió— nos llevamos la experiencia de estar juntos, que eso crea vínculos y nadie ama lo que no conoce». E hizo una petición a los presentes: «Que seamos fieles», fieles al movimiento, y movimiento implica «a alguien que no se queda, que siempre está en marcha; no paréis».