El buey y la mula, una preciosa iconografía
De ningún modo, pretende Benedicto XVI eliminar el buey y la mula del belén. Muy al contrario, en su último libro, La infancia de Jesús, el Papa anima a mantener esta tradición. Lo explicó el obispos auxiliar de Madrid y secretario general de la Conferencia Episcopal, en la rueda de prensa final de la Asamblea Plenaria. «Sorprende que algunos medios digan que el Papa ha descubierto» que el buey y la mula no estaban en Belén, o que «ha corregido la plana al Evangelio», dijo. «Desde hace dos mil años, todos sabemos que el Evangelio no habla del buey ni la mula». Lo que sí hace el Papa es «explicar, de forma preciosa, cuándo y por qué aparecen en la iconografía cristiana» estos animales, a partir de la frase del profeta Isaías, de que «el buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende». Y prosiguió el obispo portavoz: «Los Padres de la Iglesia, desde san Justino, en el siglo II, interpretan este pasaje: Ahora sí Israel [la Iglesia, el nuevo Israel] reconoce a su Señor, y junto al pesebre, están el buey y la mula, que antes no conocían al Señor». De este modo, «cuando se empieza a representar el belén, en el siglo XII, san Francisco pone al buey y a la mula como símbolo de esta preciosa alegoría patrística». Mensaje, pues, para la Navidad –concluyó monseñor Martínez Camino–: «¡Poner el belén con el buey y la mula! Y, además, sabiendo qué significan. Hay que seguir con esta preciosa iconografía, que nos ayuda a entender que el Antiguo Testamento y las expectativas de los profetas se cumplen en Belén».