El 25 de septiembre se cumplen 17 años del fallecimiento del cardenal Marcelo González. Fundador de escuelas diocesanas de catequistas - Alfa y Omega

El 25 de septiembre se cumplen 17 años del fallecimiento del cardenal Marcelo González. Fundador de escuelas diocesanas de catequistas

Don Marcelo llegó a Toledo en 1972 con un objetivo claro: el seminario, las vocaciones y los catequistas. Así como los sacerdotes son los inmediatos colaboradores del obispo, los catequistas lo son de los sacerdotes, solía decir don Marcelo. A ellos les exigía una sólida formación doctrinal. Suscitó en la diócesis una mística de la catequesis, pero una mística encarnada en una organización adecuada y eficaz

Ángel Rubio Castro
Don Marcelo, durante la visita de Juan Pablo II a Toledo, en noviembre de 1982.

Desde las primeras visitas pastorales a las parroquias, don Marcelo estuvo presente para insistir a tiempo y a destiempo: «Hemos de llegar a tener miles de catequistas colaborando en todas las parroquias, grandes y pequeñas, de la diócesis, para transmitir la fe y ayudar a vivirla con su ejemplo, con su adoctrinamiento y con su alegría de ser y sentirse cristianos fieles a lo que el magisterio de la Iglesia nos enseña», dijo en la I Jornada diocesana, en 1983. El cardenal organizó en la ciudad de Toledo un centro de formación para padres catequistas de sus propios hijos. Este centro comenzó en el colegio Medalla Milagrosa, con mucha asistencia y participación.

En 1976, desde el Secretariado Diocesano, se coordinó el trabajo del cuestionario que estudiaba el proyecto de respuesta a los obispos desde Roma por la Secretaría del Sínodo para preparar la Asamblea sinodal sobre La catequesis en nuestro tiempo, con especial referencia a la catequesis de niños y jóvenes. Participó toda la diócesis en los Lineamenta del Sínodo.

Escuelas de catequistas

Con motivo de la beatificación de Enrique de Ossó, al celebrar la Eucaristía de acción de gracias en la basílica de San Pablo en Roma, dirigiéndose a las Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, subrayó la oportunidad de su labor y expresó lo que presentó como intención en la Misa. Lo dijo así: «Que organicéis y fundéis Escuelas de Catequistas no sólo en tierras de misión. Aquí, aquí. Digo aquí como si estuviera hablando de España; en España, nuestra diócesis y en otras naciones. Capacitaos, religiosas, para formar estas escuelas y para ir cada año logrando grupos de catequistas que, en la familia, en la parroquia y dondequiera que estén, contribuyan a que la fe sea cada vez mejor amada, defendida y propagada».

¿Fue Enrique de Ossó el que inspiró estas frases tan comprometedoras para la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y aun para toda la diócesis? ¿Son las 50 Escuelas de Catequistas, que se organizaron en Toledo, la respuesta generosa del Señor a aquella petición de un 15 de octubre —festividad de Santa Teresa—? Las realidades próximas al Misterio quizá se interpretan mejor desde la contemplación silenciosa que desde la torpe explicación de los acontecimientos.

En nuestros encuentros, se definían así las Escuelas de Catequistas: Centros de educación en la fe, donde aquellos que se sienten llamados a ejercer el arte de la catequesis descubran más profundamente, a nivel de conocimiento y de vida, la persona y mensaje de Jesucristo. Que conozcan las características ambientales y psicológicas de los que van a recibir su influjo. Y se perfeccionen en cómo lograr una mayor eficacia en vistas al fin que se propone la catequesis: hacer que crezca y se desarrolle el germen de fe sembrado por el Espíritu Santo con el primer anuncio del Evangelio y trasmitido eficazmente a través del Bautismo.

Focos permanente de fe

Las Escuelas de Catequistas quieren ser un foco permanente de educación en la fe, que irradie, en el seno de la comunidad parroquial y en el propio ambiente social, conocimiento y amor a Jesucristo. Por ello, importa mucho echar buenos cimientos. La perseverancia, a pesar de las dificultades que toda obra entraña en sus comienzos, será la mejor manera de despertar en otros la vocación de catequista.

Junto a las Escuelas de Catequistas, el cardenal convocó, en 1983, la I Jornada Diocesana del Catequista, con una participación de más de 1.500 catequistas, y así fueron celebrándose todos los años.

Don Marcelo se convirtió en el primer catequista de la diócesis, y fundador de escuelas de catequistas. Le faltó tiempo para que, antes de cerrar el primer centenario de la muerte de san Enrique de Ossó, canonizado por el Papa en Madrid en junio de 1993, solicitara proponer a san Enrique como Patrono de los catequistas españoles. La solicitud, que contó con el informe favorable de la Subcomisión episcopal de Catequesis, fue estudiada y aprobada por la LXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española de noviembre de 1992, y, al año siguiente, la Congregación para el Culto Divino emitió un Decreto declarando a san Enrique de Ossó Patrono de los Catequistas españoles (16 de noviembre de 1997).

Porque explicaba don Marcelo que todos los catequistas necesitaban el patrocinio, la fuerza y el ejemplo del santo para organizar y fundar escuelas diocesanas de catequistas.