Don Jaime Mayor Oreja: «Hay que huir del derrotismo»
El eurodiputado don Jaime Mayor Oreja fue el encargado de presentar al primer ministro húngaro, Víktor Orban, en una ponencia con el título Esperanza y respuesta cristiana ante la crisis. En esta entrevista a Alfa y Omega, el vicepresidente del grupo Popular en el Parlamento europeo identifica al relativismo como la amenaza más seria que afronta Occidente, al tiempo que señala al derrotismo como el obstáculo principal para quienes quieren cambiar las cosas
Usted ha hablado en el Congreso Católicos y Vida Pública sobre Esperanza y respuesta cristiana ante la crisis. ¿Podemos tener esperanza todavía?
Lo que es seguro es que lo único que no podemos permitirnos perder es la esperanza. Nosotros debemos conservar la esperanza, por muy difícil que sea la situación por la que estemos atravesando en nuestros días. Pero, además de ello, debemos ser conscientes también de que la crisis económica y financiera -la que más angustia- tiene como un fondo cultural y antropológico, que afecta al mismo concepto de la persona, y esto es algo que se está percibiendo ya, y que se verá con más claridad en los próximos años. Es aquí donde tenemos mucho que aportar los cristianos, aunque muchos nos quieran silenciar. Nuestras propias raíces son cristianas. En el futuro, en el debate cultural sobre la crisis de la persona que vivimos, los valores cristianos tienen mucho que ofrecer.
Pero cuesta verlo: la última vuelta de tuerca en esta crisis antropológica es el visto bueno del Tribunal Constitucional al mal llamado matrimonio homosexual…
Hay una moda dominante en nuestra sociedad, que es la de relativizarlo todo, vivir sin referencias permanentes. El relativismo se hizo proyecto de Gobierno con la legislatura de Zapatero, con todo un proceso de ingeniería social y de cambio de la conciencia de las personas. Todavía vivimos en esa estela, y aquí entra lo del matrimonio homosexual. Pero hay más cuestiones relacionadas: sin duda, también la difuminación de la idea de España; o de lo que significó la Constitución como punto de encuentro que nos dimos entre izquierdas y derechas; o un fenómeno de raíces morales como es el terrorismo. Todo forma parte del mismo fenómeno. Lamentablemente, en muchas ocasiones, el debate se centra exclusivamente en la economía. Pero las demás cuestiones no son sólo una cortina de humo, sino cosas que afectan de lleno a los valores permanentes.
De todos modos, el Partido Popular tampoco parece haber acogido mal la sentencia del TC…
El relativismo no tiene fronteras ideológicas, es evanescente, y con facilidad se introduce en todas partes, incluso dentro de nosotros mismos y de nuestra conciencia. Debemos estar alerta; casi sin darnos cuenta pensamos: Éste es el signo de los tiempos que nos han tocado vivir. Pero es un grave error; antes que nada, debemos saber que el relativismo es poderoso y tiene muchos apoyos, y se puede introducir en nuestra conciencia.
¿Y después? ¿Qué podemos hacer entonces?
Hay que perder el miedo al qué dirán y a las modas dominantes; y debemos sacudirnos el sentimiento de derrota. Sería algo injusto, pues somos muchos los que tenemos los mimos valores. Hay que huir del temor y el derrotismo, e ir construyendo líneas de resistencia a este fenómeno relativista. Necesitamos un proceso de regeneración. Aunque fuéramos pocos los que nos demos cuenta, eso no significa que podamos perder la esperanza y la convicción de que tenemos mucho que ofrecer.
Antes ha hablado del terrorismo como efecto de la crisis moral. ¿Qué se puede esperar del panorama político en el País Vasco tras las últimas elecciones?
No parece que suceda algo muy distinto de lo que pasa en Cataluña: los nacionalismos están tratando de aprovechar la crisis económica para sus fines, y han decidido que éste es el momento apropiado para llevar a cabo una ofensiva. Muchos lo hemos venido anunciando desde hace años: los nacionalismos no pueden hacer otra cosa que lo que llevan en su propia genética. Estaba claro que el nacionalismo vasco y el catalán no se iban a conformar con la sola autonomía. Han sacado partido del proyecto de Zapatero y del proceso de ruptura de ETA. Ahora, debemos ser concientes de que estamos frente a una etapa en la que, tanto en el País Vasco como en Cataluña, los movimientos nacionalistas van a tratar de romper con España.