«Desde que se firmó la paz, han sido asesinados 4.954 exguerrilleros de las AUC en Colombia» - Alfa y Omega

«Desde que se firmó la paz, han sido asesinados 4.954 exguerrilleros de las AUC en Colombia»

Arlex Arango perteneció a las Autodefensas Campesinas (AUC), un grupo armado que surgió para hacer frente a las FARC. Hoy vive amenazado, pero defiende y trabaja por la paz

José Calderero de Aldecoa
Arango durante su participación en un encuentro sobre la paz. Foto cedida por Arlex Arango.

Al padre de Luis Arlex Arango Cárdenas lo asesinó la guerrilla comunista FARC. A su madre, la secuestraron. Él fue reclutado con 11 años después de que los guerrilleros les expropiaran todas las tierras familiares. Durante dos años compartió filas con los causantes de todas sus desgracias y la violencia se convirtió en el motor de su vida. Logró zafarse de sus captores y, con 14 años, Arlex Arango entró a formar parte del grupo guerrillero Autodefensas Campesinas (AUC), que «surgió en los años 70 ante la invasión comunista del territorio nacional», explica el exguerrillero a Alfa y Omega. «Las FARC oprimían a los campesinos y los campesinos se levantaron en armas contra las FARC».

Durante su militancia en las Autodefensas Campesinas, donde permaneció durante 17 años, el guerrillero cometió decenas de asesinatos por los que terminó ingresando en la cárcel. «En noviembre de 2006 el Gobierno nacional suscribió un acuerdo de paz con nuestro grupo armado», que provocó la desmovilización de 35.000 hombres, y que establecía «el paso por la cárcel para pagar por los crímenes cometidos». Así, Arango ingresó en prisión el 14 de diciembre de 2006.

Aquel año parecía que se iba a convertir en el año en el que se ponía fin a la violencia, pero «desde entonces han sido asesinados 4.954 exguerrilleros de las Autodefensas», asegura Arlex al mismo tiempo que denuncia «el atronador silencio de las autoridades ante estos crímenes».

Él mismo está sufriendo en sus carnes esta situación. «Las amenazas contra mi personas y mis compañeros son reales y constantes», confiesa. De hecho, hace tan solo cuatro meses que la familia de Arango se ha tenido que exiliar fuera de Colombia. «No podíamos salir de casa por cuestión de seguridad y han terminado por salir del país. Ha sido la decisión más dura que hemos tenido que tomar en nuestra vida. Todavía no lo he podido superar», asegura con la voz entrecortada. Y añade: «La paz me ha tratado muy duro, pero no por eso voy a desistir. Mientras más duro nos trate, más duro tenemos que trabajar nosotros por ella». Y precisamente esta es la labor del exguerrillero, que reparte su tiempo entre una empresa de transportes y su participación en diferentes charlas y encuentros para hablar de paz.

Foto cedida por Arlex Arango.

Pero ahora, cuando se han cumplido 15 años de aquel acuerdo de paz –y cinco del acuerdo suscrito en 2016 con las FARC–, la violencia contra los exguerrilleros no es el único reto al que se enfrentan en Colombia. «Todavía hay muchos grupos armados que siguen luchando y, a día de hoy, podemos decir que los únicos colombianos que gozan de paz son los que viven en la zona rosa de Bogotá».

Incluso recientemente la propia ONU advertía, por ejemplo, de «graves violaciones» de los derechos humanos en el departamento del Chocó. «Se habla de reclutamiento de niños, menores de edad que se suicidan, víctimas de violencia sexual y más de 5000 personas que han tenido que desplazarse por la violencia en lo que va de año en ese departamento».

En este contexto, el país mira ahora al informe de la Comisión de la Verdad –organismo creado hace cinco años para investigar a fondo lo ocurrido durante la guerra–, que se iba a presentar este domingo pero que finalmente se ha retrasado hasta junio por culpa de la pandemia. Arango piensa que «tiene un propósito noble», pero también advierte de su escoramiento ideológico. «En Colombia hace falta una paz verdadera y no una paz interesada», concluye.