Decidí adoptar - Alfa y Omega

En unas semanas, por fin, voy a encontrarme con mi hijo. Tiene año y medio y vive en un orfanato del sur de la India. Aunque estos días se ha hablado tanto de ser madre, apenas he escuchado el término «adopción». Lamentablemente, sigue siendo un proceso asociado a la última opción para crear una familia. No es ni de lejos mi caso ni el de gran parte de los adoptantes que conozco.

Con 31 años me sumergí en lo que pensé que sería un trámite y, en realidad, ha supuesto un aprendizaje de paciencia y resiliencia. Desde el principio supe que la adopción sería mi camino para crear una familia. Lo extraño es que el resto no lo tuviera tan claro. ¡La cantidad de explicaciones que me he visto obligada a dar en los múltiples pasos que se suceden! Preguntas que llegan a lo más profundo de tu intimidad, como tu fertilidad, porque parece inexplicable que una mujer joven soltera se meta en esta batalla. Es un proceso denostado por la incertidumbre y por tiempos aletargados sin sentido. Sin embargo, también es una de las principales defensas del menor.

Los padres adoptantes superamos innumerables exámenes psicológicos, sociales, económicos… Más de uno se queda en el camino. Es ahí donde se crea una maravillosa comunidad. También tuve mucha suerte al encontrar una entidad como Namasté, llena de humanidad y lejos de valores empresariales. Lloran y se alegran conmigo, algo fundamental en unos años en los que no sabes cuándo recibirás la ansiada llamada y, aún peor, meses en los que conoces a tu pequeño pero no puedes abrazarle. No es fácil verlo crecer en vídeos mientras a miles de kilómetros se sucede la burocracia, con tan solo la paciencia de tu lado y los rezos a José Luis Gago por un milagro.

Sorprendentemente, no quiero ahondar en este estigma. Al contrario. Dios pone a cada uno en su sitio y sé que este es el mío. Desconozco cuál hubiera sido el futuro de mi hijo. Sin embargo, sí puedo afirmar que salir del orfanato, tener acceso a las terapias y los médicos y vivir en una familia, imperfecta como la de todos pero llena de cariño, supondrá un cambio exponencial como ha sido el mío. He aprendido que se puede querer a vista de fotografía y avanzar con medio corazón en la India y otro medio en Madrid.

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