Mariia volvió a Ucrania: «Es complicado ver que me he acostumbrado a vivir en guerra» - Alfa y Omega

Mariia volvió a Ucrania: «Es complicado ver que me he acostumbrado a vivir en guerra»

En verano, decidió volver para estar con su marido y que sus hijas continuaran sus actividades cotidianas. «Me he acostumbrado a vivir en guerra»

María Martínez López
Con su marido en verano. Foto cedida por Mariia.

«No estoy segura de si tomamos la decisión correcta» al dejar España y volver a Ternópil, al oeste de Ucrania, confiesa Mariia. Ella y sus hijas, de 16 y 13 años, eligieron nuestro país después de unas semanas de guerra porque sus padres viven aquí. En verano, al comprobar que la situación en su zona era relativamente tranquila, decidieron volver para estar con su marido y que las chicas pudieran retomar las clases en sus centros y dentro del sistema ucraniano en vez de tener que «empezar desde cero» aquí.

Tras un emotivo reencuentro, pasaron el verano en el pueblo del que es su familia, donde «nos sentíamos un poco más seguros». «Estamos contentas de haber vuelto a ver los ojos que dejamos atrás», sobre todo el de su marido. Además, «las chicas han vuelto al instituto, a las clases extraescolares y a las actividades que les gustan».

Ella, como teletrabaja, puede estar más pendiente de ellas, o recogerlas si suenan las alarmas. «Me siento más tranquila que en España. Estoy cerca de todos mis parientes», salvo de los que están luchando en el frente. «Y sé qué está pasando en todo momento» porque hay muchos canales con información en redes sociales.

Cuatro horas incomunicados

El día en que peor lo ha pasado fue uno en el que todo el sistema colapsó y estuvieron cuatro horas no solo sumidos en la oscuridad total sino incomunicados unos de otros. «Pasé miedo por mis hijas, que estaban en el instituto; por mi marido y por todos los familiares». En medio de la oscuridad, cogió el coche para ir al instituto a por sus hijas. «Las calles estaban llenas de coches atascados».

En el oeste del país, las alarmas antiaéreas a veces suenan varias veces en un día, y luego puede pasar una semana sin que ocurra. Eso siempre la inquieta, porque «me parece que es como la calma antes de la tempestad».

Confiesa que también «es complicado pensar que me he acostumbrado a vivir en guerra», a los cortes de luz (al menos tienen un calefactor que funciona sin electricidad) o a que «mis hijas lleven siempre una mochila de emergencia». Piensa sobre todo en los niños más pequeños, que aunque todo acabe «ya no van a ser los mismos».

Aunque decidieran volver, «solo tengo recuerdos cálidos de España» y de la acogida aquí. Además, están satisfechas de haber contribuido a ayudar a su país a través de la capellanía grecocatólica de la diócesis de Getafe. «Dicen que va a haber un nuevo ataque. Si la situación empeora quizá vuelva». Espera que no sea así y pronto pueda haber paz. Pero está convencida de que «solo va a haber paz cuando Ucrania venza, si Dios nos ayuda».

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