Vaticano II: «De los mayores acontecimientos de la Iglesia» - Alfa y Omega

Vaticano II: «De los mayores acontecimientos de la Iglesia»

El Concilio comparte cumpleaños con uno de sus frutos más importantes, según san Juan Pablo II: el catecismo de la Iglesia católica, al que se refirió como muestra de «la sinfonía de la fe»

María Martínez López
El Papa Pablo VI preside una sesión del Concilio Vaticano II, en la basílica de San Pedro del Vaticano en 1963. Foto: CNS.

«Uno de los mayores acontecimientos de la historia reciente de la Iglesia». ¿Se refería san Juan Pablo II con estas palabras de diciembre de 1992 al Concilio Vaticano II? Podría ser, pues fue «punto de referencia constante» de su pontificado. Pero en realidad aludía a la publicación del catecismo de la Iglesia católica. El pasado martes, 11 de octubre, se celebraron simultáneamente los 30 años de su publicación y los 60 años del inicio del Concilio. Con esta coincidencia de fechas, el Papa polaco quería subrayar la íntima conexión entre el catecismo y el Concilio. Los une el Sínodo extraordinario de 1985, convocado a los 20 años de la clausura del Concilio para celebrarlo y promoverlo, y verificar su aplicación.

El recorrido
  • 1959: El 25 de enero, Juan XXIII anuncia un concilio ecuménico.
  • 1962: El 11 de octubre arranca el Concilio Vaticano II en cuatro sesiones. En junio de 1963 fallece Juan XXIII y es elegido Pablo VI.
  • 1965: El 8 de diciembre se clausura el Concilio. En tres años, 3.060 participantes aprobaron 16 documentos.
  • 1985: El Sínodo extraordinario de los obispos a los 20 años del Concilio pide un catecismo. Juan Pablo II crea una comisión en 1986.
  • 1992: El 11 de octubre se publica el catecismo de la Iglesia católica.

En palabras del Papa polaco, Juan XXIII «había asignado como tarea principal» al Concilio «custodiar y explicar mejor el precioso depósito de la doctrina católica, para hacerlo más accesible a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad», con un esfuerzo «por mostrar la fuerza y la belleza de la doctrina de la fe». Durante el Sínodo de 1985 se reconocieron los problemas del posconcilio, que mostraban que «se necesita todavía una recepción más profunda» del mismo. Había que avanzar también para entenderlo «en continuidad con la gran tradición de la Iglesia», así como recibir de él «luz para la Iglesia actual».

Para ello se hicieron una serie de recomendaciones: cuidar la formación de los sacerdotes, renovar la vida consagrada, promover la espiritualidad laical o profundizar en la identidad de las conferencias episcopales. Pero de una en particular se subrayaba que «se desea de modo muy común»: la de escribir «un catecismo o compendio de toda la doctrina católica» sobre fe y moral, que fuera «punto de referencia» para las versiones locales. Debería ofrecer «la doctrina sana» y estar, a la vez, «acomodado a la vida actual de los cristianos». Citaban el ejemplo del catecismo vigente hasta el momento, el catecismo romano o de san Pío V (1566), elaborado durante el Concilio de Trento (1545-1563).

A los 60 años del Concilio Vaticano II

El decano de la Facultad de Teología de la Universidad San Dámaso, Gabriel Richi, remarca que el Vaticano II «nació del deseo de un renovado anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo» y que, durante cuatro años, «los católicos de todo el mundo pudieron recorrer, junto a los pastores, un camino que abría para la Iglesia una nueva etapa misionera». «El 60 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II es una ocasión privilegiada para dar gracias a Dios y para retomar, personal y comunitariamente, la lectura de sus enseñanzas», asevera. Leer artículo.

Esta petición es aún más significativa porque durante los preparativos del sínodo en la Curia nada apuntaba a ella. En la relación inicial, el cardenal Godfried Daneels la citaba como una necesidad percibida por «algunas conferencias episcopales». Sobre todo desde las Iglesias del tercer mundo, según reveló el secretario del Sínodo, Walter Kasper. Con todo, logró un apoyo masivo. Adolfo Ariza, delegado de Catequesis de Córdoba, explica que «terminado el Concilio, la idea era que sus textos fueran el catecismo para estos tiempos». Pero con el tiempo, «empezó a fraguar la idea de la importancia del género literario». Cree que influyó una conferencia del cardenal Joseph Ratzinger en 1983, Transmisión de la fe y fuentes de la fe.

«Hice mío ese deseo», afirmó Juan Pablo II en octubre de 1992, «al considerar que respondía realmente a las necesidades de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares». En 1986 creó una comisión de doce cardenales y obispos, coordinados por el cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. La ingente tarea de redactar el catecismo se completó en seis años, incluidos dos —1989 y 1990— de consulta a todos los obispos del mundo. «La coincidencia de tantos votos manifiesta de verdad una cierta sinfonía de la fe», la colegialidad del episcopado y «la catolicidad de la Iglesia».

Tres décadas de catecismo

El delegado de Catequesis de la archidiócesis de Madrid, Manuel Bru, incide en que el catecismo «tiene la osadía de ser el compendio de la fe y de las costumbres de toda la Iglesia». Es, según escribe, «un instrumento no tanto —ni solo— de seguridad doctrinal como de comunión eclesial, para la única fe de todos, la única esperanza con todos, y la única caridad para todos». Leer artículo.

RELACIONADO