Cualquier parecido... - Alfa y Omega

Mientras la economía española se hunde, la Unión Europea se tambalea y la ONU anuncia un «colapso inminente en la Tierra», el Vaticano parece presa de una gran conspiración. «El Papa siempre ha estado en el centro de tramas por el poder», dice al diario La Stampa Umberto Eco, como asistiendo a una nueva entrega de El nombre de la rosa. Los últimos capítulos del drama no han defraudado al público. «El banquero del Vaticano temía ser asesinado», titula El Mundo. Añade El País: el «banquero de Dios» tenía un testamento secreto, con una nota explicativa: «Si me asesinan, aquí dentro está la razón de mi muerte»…

Lee entonces uno la crónica de Juan Vicente Boo, en ABC, y cualquier parecido de todo lo anterior con la realidad es coincidencia. Ettore Gotti Tedeschi, hasta hace unas semanas presidente del llamado Banco vaticano, bromeó cuando vio aparecer a la policía, que investigaba un caso ajeno a las filtraciones de documentos vaticanos. «Pensé que habían venido ustedes a pegarme un tiro»… Lo cuenta el abogado del banquero, Fabio Palazzo, que ha desmentido la versión tremendista, difundida por la prensa de todo el mundo, pero su rectificación ha sido en vano. En cuando al famoso testamento, explica que son «notas y material que estaba recogiendo para responder a las acusaciones de mala gestión que figuran en el acta de su cese al frente del IOR».

¿Y las filtraciones de documentos, que día sí, día también, destapan las vergüenzas de algún cardenal? ¡Error!, explica la agencia Rome Reports. Quien se tome la molestia de leer los informes íntegros, publicados en Italia, verá que no hay tales escándalos. Pero tampoco aquí sirven los desmentidos. Medios de todo el mundo dan por buena la imagen del Vaticano como escenario de terribles luchas de poder, y se lanzan a hacer quinielas sobre cómo influirá este asunto en la elección del próximo Papa. «El escándalo podría debilitar las opciones de un Papa italiano», aventura la agencia Reuters.

¿Qué hay entonces de cierto en todo este lío? Rafael Navarro Valls explica, en El Mundo, que, a lo sumo, las filtraciones dejan «ver un modo de trabajar en la Curia vaticana, en la que quien tiene o cree tener algo que decir lo dice, o más bien, lo escribe y lo hace llegar al Papa o a sus colaboradores más cercanos». Lo que sí hay de cierto en este asunto, y debe calificarse como «un acto inmoral de inaudita gravedad», es «un ataque a la conciencia humana», con el robo y publicación de comentarios realizados dentro de una relación de absoluta confianza y presunción de confidencialidad entre el Santo Padre y quienes se dirigen a él.

«Sea como sea, estos días amargos no nos dejan escapatoria», escribe José Luis Restán, en Páginas Digital. «De nada sirve perorar contra los poderes del mundo (que han acosado a la Iglesia desde sus inicios y así seguirán hasta el final) ni gastar bilis a cuenta de los traidores (que desde Judas hasta nuestros días han crecido como la mala hierba en el campo, y así será hasta el final). Lo importante es que la Iglesia, o sea cada uno de sus miembros, comunidades e instituciones, sepa escuchar el reclamo de su Señor, en esta hora. Porque en la vida de los que Él llama, Dios no permite que suceda nada (¡absolutamente nada!) que no sea para su maduración en la fe».

Por otro lado, el periodista de COPE recuerda que Joseph Ratzinger ya había vaticinado que se producirían situaciones así «en los lejanos años 70 del pasado siglo: «A mí me parece seguro que a la Iglesia le aguardan tiempos muy difíciles. Su verdadera crisis apenas ha comenzado todavía. Hay que contar con fuertes sacudidas. Pero yo estoy también totalmente seguro de lo que permanecerá al final: no la Iglesia del culto político, que fracasó ya en Gobel, sino la Iglesia de la fe. Ciertamente ya no será la fuerza dominante en la sociedad, en la medida en que lo era hasta hace poco tiempo. Pero florecerá de nuevo y se hará visible a los seres humanos como la patria que les da vida y esperanza más allá de la muerte».