Congreso Internacional de Conventos: «Sin monjas, son cuerpos sin alma»
La ciudad de Toledo acoge un evento que reconoce la necesidad de los monasterios para la sociedad, «por su extraordinaria aportación a la espiritualidad»
«Necesitamos que las instituciones reconozcan la necesidad de los monasterios», afirma el vicario para la Vida Consagrada de Toledo, Raúl Muelas, tras la celebración la semana pasada del Congreso Internacional de Conventos. Lo organizaron su vicaría y el Consorcio de la Ciudad de Toledo, la entidad encargada del sostenimiento del casco antiguo de la Ciudad Imperial. Además de tratar asuntos meramente urbanísticos o arquitectónicos, el evento «sirvió para subrayar la aportación que tienen estos edificios y estas comunidades desde el punto de vista espiritual», señala Muelas.
También se habló sobre su futuro, «que pasa inexorablemente porque haya vida consagrada dentro de ellos», añade. En este sentido, «un convento sin monjas es un cuerpo sin alma, y por eso la mayor apuesta que podemos hacer desde las instituciones es apoyarlos para que sean conocidos por la población y tengan vida y vocaciones». De ahí que, «mientras esperamos que Dios siga llamando, porque las vocaciones dependen de Él», la labor de la Iglesia y de entidades afines «ha de ser la de crear un ámbito en el que se visibilice la vida contemplativa y con ella toda su riqueza».
«El mundo los necesita»
En la actualidad, la archidiócesis castellanomanchega cuenta con 24 monasterios y conventos de vida contemplativa femenina, once de ellos en el casco histórico. «Tenemos varios que tienen muchas monjas y mucha vida en su interior, y algunos que han tenido que afiliarse a otros porque el número de religiosas ha bajado de seis», señala Raúl Muelas.
Todos ellos «tienen sus necesidades materiales cubiertas». Otra cosa son los gastos de mantenimiento de edificios tan grandes y tan antiguos. «Ahí es donde necesitamos la concienciación de las administraciones para que reconozcan la necesidad de su viabilidad», señala el vicario diocesano para la Vida Consagrada.
La de las comunidades de vida contemplativa es una presencia muy extendida «que no se puede descuidar» y que el congreso ha subrayado: «Todos hemos concluido que el mundo necesita los conventos. Y los necesita no solo la Iglesia, sino también la sociedad civil, por su extraordinaria aportación a la espiritualidad», concluye.