¿Cómo ayudar a los monasterios de España comprando sus productos? - Alfa y Omega

¿Cómo ayudar a los monasterios de España comprando sus productos?

La vida contemplativa vive con dificultades económicas en los últimos tiempos. Aquí toda la información para colaborar

Redacción
Carmelitas de Maluenda
Las monjas carmelitas descalzas de Maluenda elaboran dulces artesanales. Foto: Fabián Simón.

La vida contemplativa en nuestro país vive con dificultad. A la escasez de vocaciones se suman ahora los problemas para la supervivencia económica. La situación es delicada, insostenible en algunos casos. Algunas monjas no pueden ni poner la calefacción en invierno o tienen que acudir al Banco de Alimentos para la comida diaria.

Hay muchas formas de ayudar a que los cenobios no perezcan y una de ellas es comprando los productos que allí se elaboran: dulces, artesanía, jabones… y muchas cosas más. Aquí os dejamos una selección de algunas de las comunidades que cuentan con tienda online.

  • Comendadoras de Santiago. Monasterio de Santiago Apóstol. Toledo.
En la II República solo quedaron dos hermanas en la comunidad. Hoy son 21. Foto: Comunidad de Comendadoras de Santiago.

En pleno casco antiguo de Toledo, las religiosas del monasterio de Santiago Apóstol tienen una guardería y elaboran delicias como la tarta de Santiago o los inigualables mazapanes de la región.

Aquí puedes comprar sus productos.

Y leer más sobre su historia al hilo de una receta que elaboraron para nuestro semanario.

  • Cistercienses de Armenteira. Monasterio de Armenteira. Meis (Pontevedra).
Las monjas trabajan en su huerto, del que sacan las verduras para el plato que nos presentan. Foto: Monasterio Cisterciense de Armenteira.

De la manufactura de libros, con la que la orden empezó su trabajo manual en Armenteira, las monjas pasaron a la fabricación de jabones naturales, para los que aprovechan los productos de la zona. Los de camelia, castaña, eucalipto y aloe vera son algunos de los más demandados.

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  • Trapenses de Cardeña. Monasterio de San Pedro de Cardeña. Castrillo del Val (Burgos).
Foto: Monasterio de San Pedro de Cardeña.

El monasterio es histórico por esconder a las hijas del Cid y ser escenario de las más variopintas vicisitudes, como por ejemplo el martirio que sufrieron 200 monjes en el año 934. Los monjes copistas del monasterio también dieron fama mundial a la abadía. Desde el año 914 hubo un scriptorium considerado el más importante de Castilla. Y ahora son famosos por su vino y su cerveza.

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  • Dominicas de Palencia. Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad. Palencia.
Foto: Dominicas de Palencia.

El monasterio de Nuestra Señora de la Piedad, fundado en 1523, está en pleno centro histórico de Palencia, a cinco minutos andando de la catedral. Un canónigo quería dedicar su herencia a fundar un edificio para la Iglesia. Dudó primero si levantar un hospital, pero cuenta la tradición que el Cristo que tenía en su oratorio le habló y le dijo: «Encierra a doncellas y a mí con ellas». Y así lo hizo. Ese Cristo está ahora en el templo de las dominicas. En su obrador, que tiene tienda física y online, triunfan las magdalenas, pero atentos a las palmeras de chocolate.

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  • Cistercienses de Tulebras. Monasterio de Santa María de la Caridad. Tulebras (Navarra).

En 1147, las monjas del monasterio Lumen Dei, de Favars, Francia, llegaron a Navarra para fundar el primer monasterio femenino del Císter en España. Desde entonces, en Tulebras ha vivido la comunidad ininterrumpidamente. Expertas en el arte de la miel —cuentan con panales dentro de sus muros— hacen con ella desde alimentos a cremas regeneradoras.

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Y leer más sobre ellas.

  • Clarisas de Marchena. Convento de la Purísima Concepción. Marchena (Sevilla).
Foto: Nieves Sanz.

Su sustento diario llega gracias a los dulces, por los que son famosas en Marchena y alrededores. Hojalmendras, su famoso dulce de membrillo, roscos, los míticos borrachuelos —especialidad del convento— o las garrapiñadas, entre otros. Pero en su tienda online se pueden comprar hasta discos con cantos religiosos grabados a lo largo de su historia. Tienen clientes fijos que reclaman sus delicias desde Austria, Alemania, Francia o Suiza.

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  • Clarisas de Belorado. Monasterio de Santa Clara. Belorado (Burgos).
El trabajo en comunidad está detrás de los dulces navideños de las clarisas de Belorado. Foto: ElObradordelConvento.com.

Las hermanas recuerdan en su web que no es lo mismo que visitar el convento y comprarlo directamente en la tienda, «pero te podemos asegurar que tratamos todos los pedidos con el mismo cariño y dedicación que si lo hicieras de forma presencial». Famosas por sus trufas, preparan sus pedidos para regalos y eventos y han abierto hace poco la venta de productos de su huerta ecológica.

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  • Carmelitas de Maluenda. Monasterio de San José. Maluenda (Zaragoza).
Algunas monjas del monasterio carmelita de Maluenda. Foto: Fabián Simón.

Este convento, que se ha mantenido vivo durante cerca de cuatro siglos, conserva sus instalaciones en perfecto estado. Actualmente, conviven en él más de una decena de religiosas. Trabajan abasteciendo de obleas y preparando la ropa y telas litúrgicas de la localidad y alrededores. Además, son expertas en turrones y dulces relacionados con la almendra, aunque los morenitos no se quedan atrás.

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  • Agustinas de San Mateo. Monasterio de Santa Ana. San Mateo (Castellón).
La comunidad recibió en diciembre una vocación que saltó a la prensa nacional: una ejecutiva de Silicon Valley. Foto: Agustinas de San Mateo.

Pasaron de montar gominolas a tener un obrador asesorado por Paco Torreblanca. Un éxito que se debe a la oración, a su tesón y al amor impertérrito del pueblo de San Mateo por ellas, que pidió su fundación y las salvó de los franceses. La directora de Alfa y Omega es adicta a los pastissets de chocolate y a unas pastas, las tolentinas.

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  • Comendadoras del Espíritu Santo. Monasterio del Espíritu Santo. Puerto de Santa María (Cádiz).
La comunidad está formada por 16 religiosas de cinco nacionalidades. Foto: Comendadoras del Espíritu Santo.

Las hermanas viven del trabajo de sus manos, y en su web se pueden comprar dulces, bordados, artesanías, artículos para bodas y hasta muñecas. «Los ingresos que obtenemos los dedicamos a cubrir necesidades, las nuestras y las de quienes nos necesitan», explican.

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  • Benedictinos de Silos. Abadía de Santo Domingo de Silos. Santo Domingo de Silos (Burgos).
Foto: Félix Ordóñez.

Famosos por sus cantos gregorianos y habitantes de uno de los claustros más bonitos de España, los monjes de Silos venden a través de su web una amplia variedad de música gregoriana y artículos religiosos, además de su reconocido chocolate. Atención al de pacharán o el chocolate negro con nueces.

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Uno de los monjes fue nuestro colaborador y aquí nos cuenta el día a día de la vida en la abadía.

  • Cistercienses de Vico. Monasterio de Nuestra Señora de Vico. Arnedo (La Rioja).
En la comunidad son 13 hermanas de entre 26 y 88 años. Foto: Monasterio Cisterciense de Vico.

«Un monasterio para siete días». Así es como estas religiosas cistercienses ofrecen a mujeres la posibilidad de vivir como monjas y con las 13 monjas —dos de ellas de Tanzania—, que viven en la comunidad de Vico, en el municipio riojano de Arnedo. Solo «queremos que vean que somos personas normales», asegura sor Carmen. Pastas, chocolates caseros, cremas que realizan con verduras de su huerto, y también vajillas que decoran con dibujos infantiles son algunas de las joyas que realizan para dar cumplimiento a una de las esencias identitarias de la Orden del Císter, el trabajo manual.

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  • Jerónimas de Refet. Monasterio de Santa María de Refet. Seró (Lérida).
Foto: santamariaderefet.org.

Desde marzo de 2016 habita el monasterio una pequeña comunidad de monjas jerónimas que consagran su vida a Dios con la alabanza divina, el estudio de la Sagrada Escritura, la acogida, la formación en la fe y la promoción de peregrinaciones a Tierra Santa como puntales del carisma de san Jerónimo. En su tienda hay velas decoradas con imágenes cristianas, jabones artesanos y tazas personalizadas. También se puede encontrar repostería monástica de las monjas jerónimas de Toral de los Guzmanes, en León, y una colección de regalos cristianos realizados por diversas emprendedoras católicas, así como productos de kilómetro cero.

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  • Clarisas de Algezares. Convento de Santa Verónica. Algezares (Murcia).
Fotografía de grupo de la comunidad. Foto: Hermanas pobres del convento de Santa Verónica.

«Llevamos siete años de fiesta», dice la abadesa, la hermana Leo, tras la entrada de varias vocaciones jóvenes. En su tienda se pueden comprar, como ellas los definen, #detallicosquehablandeDios. Tienen artesanía de madera, complementos de cocina, velas de Bautismo y detalles para celebraciones… y unos delantales divertidísimos para «hablar de Dios entre pucheros».

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  • Concepcionistas franciscanas de Algezares. Convento de San Antonio. Algezares (Murcia).
La comunidad de concepcionistas franciscanas de Algezares. Foto: Monasterio de San Antonio.

Ganadoras del premio a la mejor repostería artesanal del año 2021/2022 y muy orgullosas de ello, estas religiosas elaboran hasta un murciatone, su particular visión del panettone italiano. Elaboran recetas que se remontan al siglo XIV y otras propias que han creado ellas mismas a lo largo de los años. Ojo a la sección delicatessen de la web.

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  • Cistercienses de San Andrés de Arroyo. Abadía de Santa María y San Andrés. San Andrés de Arroyo (Palencia).
Foto: Monasterio Cisterciense de San Andrés de Arroyo.

Tienen tortos caseros (con manteca de cerdo ibérico, por supuesto) y unas pastas finas de té que entran por los ojos. Por aclamación popular han abierto recientemente una tienda online, porque muchos de sus fieles visitantes y los innumerables turistas que van a visitar su famoso claustro querían tener la oportunidad de disfrutar de sus dulces en cualquier momento del año.

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  • Benedictinas de Sahagún. Monasterio de la Santa Cruz. Sahagún (León).
Foto: Monasterio benedictino de la Santa Cruz de Sahagún.

Fueron expertas cocineras de caramelos y chocolates, y ahora añaden la repostería y unas cestas preciosas de cosmética natural. También hacen un licor… Su otra fuente de ingresos –o mejor dicho, de gastos– es el albergue de peregrinos del Camino de Santiago, ya que la leonesa localidad de Sahagún se encuentra en la mitad del camino francés, el que va desde Roncesvalles hasta el santo.

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  • Carmelitas de Toro. Convento de San José. Toro (Zamora).
Son trece las carmelitas que forman actualmente la comunidad de Toro. Foto: Carmelitas de Toro.

Las carmelitas del convento de San José de Toro, en Zamora, llevan más de 400 años en la ciudad, y aun con edades avanzadas y escasez de vocaciones, han creado un grupo de amigos artistas que son sus mejores embajadores.

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  • Adoratrices perpetuas de Berga. Monasterio de la Adoración Perpetua. Berga (Barcelona).
Foto: Adoratrices Perpetuas de Berga.

Estas monjas, adoratrices perpetuas del Santísimo Sacramento, son famosas en Cataluña por su arte chocolatero, recomendado hasta en las revistas de delicatessen. Los productos con más éxito son sus bombones artesanos, hechos con licores, frutos secos o pralinés, y todos de manera artesanal.

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  • Comendadoras de Santiago de Granada. Real Monasterio de la Madre de Dios. Granada.
La comunidad de Comendadoras de Santiago, de Granada. Foto: Monasterio de la Madre de Dios.

Las comendadoras de Santiago de Granada son «las monjas». Hay otras cuatro comunidades de contemplativas en la ciudad, pero a ellas todo el mundo las llama, simplemente, «las monjas». Y esto es así desde 1501, cuando llegaron las primeras religiosas al convento que fundaron en Granada los Reyes Católicos tras la toma de la ciudad unos años antes.

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  • Clarisas de Cantalapiedra. Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús. Cantalapiedra (Salamanca).
En breve serán 59 clarisas en la comunidad, la más joven con tan solo 19 años. Foto: Clarisas de Cantalapiedra.

En mayo de 2020 celebraron el centenario de su presencia en Cantalapiedra gracias a la venerable madre María Amparo del Sagrado Corazón, en proceso de beatificación y monja profesa del monasterio del Corpus Christi de Salamanca, que fundó este cenobio en 1920.

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