Cobo en el vía crucis diocesano: «La cruz es la forma en que Dios se hace uno de nosotros»
Este Miércoles Santo se ha celebrado en la catedral de la Almudena el Vía crucis diocesano presidido por el cardenal y arzobispo de Madrid
Acompañar y agradecer. Son los dos verbos que se conjugado en la tarde de este Miércoles Santo en la catedral de la Almudena, en el Vía crucis diocesano que ha unido fe, esperanza, música y arte. Acompañar a Jesús en sus últimas horas, en su subida al calvario, y expresarle «nuestra profunda gratitud porque ha cargado con todos los pecados del mundo y no ha dejado ningún rincón de la condición humana por sanar y redimir».
Comenzaba la ceremonia con un sonido de rugir de mar. En la barca de la Iglesia, en la tempestad, «el Señor no nos deja solos». Las columnas centrales del presbiterio iluminadas en azul y el Crucificado de la Buena Muerte, de Juan de Mesa, destacando sobre todo, para que las miradas fueran a Él y solo a Él.
Acogiendo los gritos de la humanidad necesitada, la oración ha estado acompañada de meditaciones del Papa Francisco con la participación de distintas realidades de la diócesis —laicos, consagrados, jóvenes, familias, comunidades y movimientos—, y así se han tenido presentes aquellas que «necesitan ser desclavadas de sus maderos por la lógica del amor».
La celebración, marcada por un silencio de respeto y dolor a pesar de una catedral con aforo completo, ha estado presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. Le acompañaban los obispos auxiliares Vicente Martín y José Antonio Álvarez, y vicarios episcopales.
Cada estación del vía crucis se ha rezado ante cada una de las 14 obras artísticas que sus autores han donado para la oración, que estaban situadas en el presbiterio y que permanecerán en la girola de la catedral de la Almudena hasta la conclusión de la Semana Santa.

«Hoy es un buen día para abrirnos a la esperanza»
El cardenal Cobo ha concluido con unas palabras invitando a que «esta Semana Santa sea especial y nos dejemos mirar por Cristo». Así, «entrar en el Vía crucis es un compromiso muy serio porque supone mirar, contemplar y caminar».
Mirar la realidad y «a veces la dureza de la vida», contemplar «con el corazón disponible» y dejarse interpelar por la mirada de Jesús en el huerto, por su cuerpo herido en la columna de la flagelación, por el «silencio estremecedor de María al pie de la cruz». Y contemplar «sirve para caminar, para ver la esperanza e ir hacia adelante». También en las vidas de cada uno hay cruces, noches, lágrimas, ha reconocido, pero «Dios nos da la mano en nuestras vulnerabilidades y heridas». «Hoy es un buen día para abrirnos a la esperanza», ha rematado.
Sobre la cruz, ha subrayado que «no se impone, se deja mirar; no aplasta, sostiene; no es un castigo, es la forma en que Dios se hace uno de nosotros». En ella «no solo vemos lo peor del dolor, sino lo más hondo, la entrega». «En la cruz está la semilla de la vida».
En una oración en la que se ha rezado de manera muy especial con obras artísticas y música, el arzobispo de Madrid ha afirmado que «el arte es un lenguaje del alma, y muchas veces la belleza nos ayuda a entrar en este misterio tan hondo que es el misterio de la cruz». Dios, ha continuado, «se deja mirar a través de las obras de arte». Y ha concluido: «Que el arte sean las gafas para ver el rostro de Cristo».