Fallece la periodista chilena que retrasó el tratamiento del cáncer por su hijo
Javiera Suárez luchó durante tres años contra un agresivo cáncer que, incluso, amenazó la gestación de su hijo. Sin embargo, testimonió que su fe en Dios y en la Virgen le regalaron el milagro de la maternidad
El matrimonio de Javiera Suárez fue como un cuento de hadas seguido por miles de sus amigos y admiradores. La joven, bella y popular periodista chilena se casó en octubre de 2015 con el doctor Cristián Arriagada y, a los tres meses, con inmensa alegría supo que estaba embarazada. Sin embargo, pocos días después, con pocas semanas de gestación, recibió un diagnóstico demoledor: un melanoma avanzado, un violento cáncer a la piel, obligaba a someterla a una terapia muy agresiva que ponía en riesgo la vida de su hijo. Javiera no lo dudó: pidió el tratamiento médico más suave, el más riesgoso para ella, pero que no amenazara la vida que crecía en sus entrañas.
Desde entonces Chile conoció su historia a través de los medios y las redes sociales. Con una delicadeza particular ella narró las alegrías, miedos, tristezas y sorpresas que encontró en cada paso de este proceso. Los doctores le advirtieron que si lograba llevar el embarazo a término, el melanoma le sería traspasado al niño, pero ella clamó al cielo, y en octubre de 2016, esperando contra toda esperanza humana, se convirtió en la feliz madre de un bebé sonriente y sin secuelas.
«Cuando la ciencia no tiene explicaciones ocurren los milagros, y Pedrito finalmente nace completamente sano», explicó Javiera en un video en que testimonió haber gozado de la intercesión de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Por eso, en el santuario de esta devoción en Santiago de Chile, bautizó a su hijo como Pedro Milagros. Allí, a los pies de ese altar y de la imagen de María Santísima, pidió la gracia y renovó sus fuerzas para seguir combatiendo el cáncer y vivir en plenitud su maternidad.
Una batalla desde la fe
Desde entonces, la periodista se concentró en dar la batalla al cáncer, mientras disfrutaba cada instante con su hijo que crecía rápidamente. Adoptó una dieta alcalina muy particular que le permitió llevar mejor los diversos tratamientos que se sucedieron mientras en cáncer se multiplicaba en su cuerpo, y publicó un libro sobre alimentación para ayudar a los enfermos.
En medio de sus fatigas, generosamente Javiera también dedicó tiempo a dar charlas para ayudar a otros pacientes a combatir el cáncer, ofreciendo una visión muy humana y cristiana ante los desafíos de la enfermedad. «Creer en Dios, creer en la Virgen te va a reconfortar para el cáncer que sea que te ponga la vida», expresó a través de un video que realizó con motivo de la preparación de la Visita del Papa Francisco a Chile.
El 13 de septiembre de 2017, aunque venía saliendo de una fase de quimioterapias muy cansadora, aceptó conducir la fiesta del lanzamiento del himno oficial para acoger al Papa Francisco. Elegante, llena de vida, pese a llevar en su cuerpo los signos del padecimiento, ese día animó la fe de muchas personas que cantaron y bailaron al ritmo del popular cantante chileno Américo.
No pudo saludar al Papa
La visita del Santo Padre se realizó entre el 15 y el 18 de enero de 2018, días en que Javiera estaba especialmente afectada por un dolor de espaldas producto del avance del cáncer y el tratamiento médico. Por eso no pudo saludar al Papa Francisco afuera de la Nunciatura como estaba previsto, pero siguió su visita apostólica a través de la televisión y recibió un rosario de su parte. La fe seguía inquebrantable.
Entre avances y retrocesos temporales de su enfermedad, vivió intensamente cada momento junto a su hijo, su marido y sus amigos, compartiendo en programas de televisión y a través de su abultada cuenta de Instagram (javierasuarezoficial) un contundente testimonio de optimismo, alegría y esperanza cotidiana. «Salir adelante no implica que uno no se muera, implica estar tranquila», manifestó en diversas ocasiones.
Se fue tranquila y feliz
Javiera Suárez, dio el buen combate de la fe en su lucha contra el cáncer, pero no contra la voluntad de Dios, quien vino a buscarla la tarde de este 12 de junio. Tenía 36 años y estuvo consciente hasta el final.
Su marido, testigo privilegiado de su tesón, la despidió diciendo que su partida «deja un vacío enorme, pero nos conforta saber que aceptó esta etapa final al igual que la enfermedad, con entrega, confianza en Dios, siempre mirando hacia adelante y pensando en los demás. Su mensaje estos días fue incansable y fue un mensaje de Amor, porque no hay nada más importante en la vida que amar y sentirse amado. Javiera se fue de este mundo tranquila y feliz. Damos gracias a Dios y a la Virgen por regalarnos estos años maravillosos junto a Javiera».
Hace tres días ella había posteado su última foto en Instagram: Sentada a los pies de la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa, haciendo oración con su hijo Pedro en sus brazos.
Felipe Herrera-Espaliat / Vatican News