Cartas a la redacción

Benedicto XVI nos explica el misterio de la Resurrección, en su libro Jesús de Nazaret. Los evangelios sólo hablan del sepulcro vacío y de las mujeres que se quedaron espantadas; pero no explican la Resurrección, porque escapa a la comprensión humana: es un proceso entre el Padre y el Hijo. Y no resucitó como Lázaro o la hija de Jairo, para morir años después, sino que resucitó a la Vida eterna, más allá del espacio y del tiempo, en la inmensidad de Dios. Cuando se aparece a los discípulos siempre hay tres hechos: uno, aparece y desaparece de improviso, cuando le reconocen; dos, habla con ellos y no le reconocían en su cuerpo glorioso; y tres, come, porque es de carne y hueso, no es espíritu ni un fantasma. El cuerpo glorioso del Resucitado no está sujeto a las leyes del espacio-tiempo; la materia queda subordinada al espíritu. ¿Cómo resucitaremos nosotros? ¿Como jóvenes, como ancianos? Nuestro cuerpo será reconocido como la persona que fuimos: gestos, pasado, alma… A Jesucristo resucitado no le reconocían por su aspecto, le reconocían al hablar con Él, desde dentro; y cuando comía con ellos, hacía una alianza también.

José Serrano
Madrid

Está a punto de clausurarse el primer centenario de la Institución Teresiana, una idea que nació en la mente de san Pedro Poveda, allá en el silencio de Covadonga, en los primeros años del siglo XX. En aquella sociedad de 1911, marcada por una fuerte ola de modernismo laicista y de confrontación ideológica, la propuesta educativa-cultural del sacerdote linarense supuso un camino nuevo. Estaba convencido de que el mundo intelectual era el del porvenir, creyó en el papel insustituible de las mujeres en esa sociedad futura, y su proyecto educativo se encaminó a prepararlas, conducirlas por el camino de la ciencia y la investigación, y por el de la acción y el compromiso con la sociedad. Todo un desafío, en un momento en que la mujer accedía por primera vez a los estudios superiores en España. «No es fácil medir ni apreciar la transcendencia de la labor que habéis de hacer —decía a sus más cercanas colaboradoras—, porque los destinos de la mujer culta y su influencia en la sociedad moderna son ahora mismo algo tan grande como impreciso». Para el fundador de la Institución Teresiana lo más urgente, en aquella sociedad, era la educación cristiana, lo que le llevó a tomar en serio una pedagogía centrada en la persona, abierta, comprometida e impregnada de humanismo. Pedro Poveda como humanista y pedagogo fue reconocido por la UNESCO en 1974, centenario de su nacimiento. Mi felicitación y enhorabuena a la Institución Teresiana.

Josefina Albert Galera
Alicante

Hoy hay más esclavos que en cualquier otro momento de la Historia. Son, en su mayoría, los niños quienes padecen esta salvaje situación, llegándose a alcanzar la cifra de 400 millones de niños esclavizados. Lejos de condenar este crimen, el sistema económico se sustenta en él para obtener mayores beneficios. Nuestro consumo muestra a diario productos elaborados con las manos de los niños esclavos. La ceguera fratricida de las sociedades opulentas, fruto del interés, la codicia y la comodidad, ha hecho que en los países ricos no nos demos por aludidos ante un crimen que condena a los adultos al paro y a la esclavitud a los niños. Creíamos que no era nuestro problema, que estaban lejos las familias pobres a las que les robaban sus hijos para ser esclavizados en fábricas, minas, talleres, guerras… ¿Cuántos siglos estamos dispuestos a retroceder en la Historia? ¿Tendremos que contemplar en Europa las escuelas vacías porque nuestros hijos están en las fábricas, como hace doscientos años? ¿Así reaccionaríamos ante el imperialismo económico que impone más explotación, paro y esclavitud? Hoy, como ayer, es posible la abolición inmediata y urgente de la esclavitud infantil. Lo será si luchamos solidariamente, si promovemos una conciencia solidaria que transforme la falta de voluntad política para acabar con este crimen. El 16 de abril es el Día mundial contra la esclavitud infantil.

Guadalupe Molina Díaz
Úbeda (Jaén)

En la llamada jornada de huelga general del día 29 de marzo, hubo dos tipos de centros que la incumplieron absolutamente: Las iglesias y las llamadas clínicas de abortos. Para cerrar abortorios, misión humanamente imposible a pesar de los piquetes pacíficos, que ese día les pedían que se sumasen a la huelga, se me ocurre organizar rogativas a san Dimas, el buen ladrón, y al doctor Nathanson, que se convirtió y se bautizó en la Iglesia católica, y murió pidiendo perdón por los 75.000 abortos en los que había intervenido. Como aprendí en el congreso sobre Chesterton, celebrado en el CEU este año, «no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro». Es una frase muy esperanzadora.

Margarita Mª Fraga Iribarne
Asociación Evangelium Vitae. Madrid