Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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El Sagrado Corazón, de nuevo, en San Antonio de la Florida

El pasado 15 de junio tuve la inmensa alegría de participar en la celebración de entronización de la imagen restaurada del Sagrado Corazón de Jesús, en la iglesia madrileña de San Antonio de la Florida, tras el ataque sufrido hace cuatro años. Ya entonces, en el número 606 de Alfa y Omega, el 11 de noviembre de 2008, escribí una carta sobre ello. La imagen, obra del escultor Aniceto Marinas, está situada en el exterior del templo desde 1961, y hace cuatro años fue derribada y mutilada, le quitaron la cabeza y le rompieron las manos. En las oraciones se pidió a Dios que perdone e ilumine la vida de quien o quienes destrozaron la imagen anterior, y también que la proteja de nuevos ataques. Doy gracias a Dios por ello, también al párroco y a todos los que han contribuido a que esta celebración y la presencia de la imagen, que nos recuerda el amor de Dios, esté de nuevo en nuestro barrio.

Begoña Olmedilla Alonso
Madrid

Respuesta al doctor Esparza

Respondo a la carta abierta del señor Esparza al ministro Ruiz Gallardón (de la que informa Alfa y Omega en su último número), como persona afectada por la cuestión. Soy madre de 3 hijos. La última, de casi 9 años, nació con una gravísima malformación cerebral congénita, de la que tuvimos pleno conocimiento en la semana 20 de embarazo. Si no tuvimos ninguna duda de querer seguir adelante con el embarazo, cuando el pronóstico era que tendría gravísimas lesiones y una muy baja esperanza de vida, fue porque para mi marido y para mí lo que más importa en la vida es ser queridos. Pues bien, hoy ella tiene casi 9 años. Va en silla de ruedas y no puede sostener la cabeza. Es ciega y sorda. Lleva pañal, y se alimenta con purés, y no sin dificultades. Tiene crisis epilépticas con asiduidad. Ha pasado por el quirófano unas cuantas veces, y en el hospital, cada año, pasamos una temporada. 9 años después volveríamos a tomar la misma decisión sin duda alguna. Que ella sufre, y nosotros, toda la familia, sufrimos con ella, es evidente. Pero, ¿quién no sufre en la vida? ¿Es el sufrimiento un motivo para privar a nadie de vivir? Señor Esparza, ¿usted nunca sufre? ¿Es que dentro del sufrimiento no se puede experimentar también el cariño y el gusto por la vida? Nuestra hija disfruta cuando la acaricias, cuando come un postre rico o cuando la llenamos de besos. Expresa su bienestar como también el malestar. Sabe que es querida. Nadie le podrá quitar nunca eso. Es una persona con la misma dignidad y derechos, ni más ni menos, que si hubiera nacido sin malformación. Nuestra vida sería menos complicada y quizá más cómoda sin esta situación, pero no más feliz. Además, por ironías de la estadística, dentro de nuestra familia existe otro caso de discapacidad del tipo que comenta en su artículo: una sobrina de 12 años con espina bífida, que es una niña feliz, al igual que sus padres y hermanos. Señor Esparza, no tenga miedo de mirar a la cara a sus pacientes y familiares. No tema el dolor porque no tenga una explicación para él, ni una solución. Simplemente mírelos, sorpréndase de su existencia, escúchelos e interésese por ellos. Y entonces, algún día quizá podrá comprender la belleza que estas vidas encierran. Yo le invito cuando quiera a conocer nuestra familia.

María José Iglesias
Madrid

Humanofobia

Cuando se intenta reducir la masacre del aborto, propiciada a través de la IVE (Interrupción Violenta del Embarazo), salen enseguida a la palestra los partidarios de la Cultura de la muerte, siempre los mismos, sin pensar, o quizás muy conscientes, que un aborto es la muerte violenta de un ser humano. He revisado el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y no he encontrado la palabra adecuada para dar un nombre al hecho y a los abortistas. Por eso propongo que, tanto en cartas, tertulias de radio y TV, en notas de prensa, etc., utilicemos la siguiente: humanofobia: Odio obsesivo al ser humano; humanófobo/a: Persona que odia de forma obsesiva al ser humano. Sirve también para calificar a los partidarios de la eutanasia. Si se utiliza de forma habitual, los señores académicos no tendrán más remedio que incluirla en el Diccionario de la RAE como ya han hecho, por la presión de los grupos partidarios de la ideología de género, con la palabra homofobia.

José Manuel Cantera Quitián
Burgos

Batalla contra la muerte

El pasado 16 de julio fui testigo emocionado de lo que voy a llamar batalla contra la muerte de un enfermo que tiene su cama junto a la mía. Las cinco enfermeras de la sala formaron una piña asistencial junto a la doctora responsable. Cada una atendía, silenciosa y atenta, a su cometido: quién la respiración, quién la tensión arterial, quién el electrocardiograma, quién la postura del enfermo… Por un entresijo podía yo ver el torso desnudo del enfermo, y cómo el diafragma subía y bajaba penosamente recibiendo el oxígeno que le enviaba una máquina. Unas veces adquiría un color amarillento y otras rosado. La batalla duró una larga hora, hasta que un respiro de alivio indicó la victoria conseguida. Una enfermera alzó su pulgar, a usanza romana, consiguiendo un suspiro de alivio general en la sala, que, silenciosa y suspendida, seguía la operación. Yo también fui un testigo silencioso, pero participé emocionado en la lucha, envié mi efusiva felicitación al equipo médico. Rumiando mis sentimientos e impresiones sobre todo lo visto y oído, esperé pacientemente el levantamiento de las agujas, con lo que terminaba, por aquel día, mi sesión de diálisis…

Eusebio Vicente Jiménez
Novelda (Alicante)